Edad de fuego

al poeta y escritor Alexánder Obando, ahora que parte hacia el norte

Tras el oro tropas,
sobre mi báscula kilo y medio más,
y no es oro el remanente
ganado por cenarme
quince días callejeramente.

Por esta mirilla apuntan
a nalgas doradas
y precioso no siente:
mi grasa supersiente
y tiembla aplastando a la mujer
en su flor.

No sé en qué parte
de la vida estoy, si en flor
o en filo, ni a dónde
ni por qué vinieron
estas cuarenta claridades
con sus oscuridades,
sin tener convicción descreído
espero en el limbo,
riendo de esos descentrados
holgazanes explicando
por tv el absoluto genio
y hasta la ternura
de sus contactos extramundos.
Conforme con Mickey Mouse Verdadero
y el duende de bolsillo, eficaz bálsamo.

A partir de tantos días
queda roca, y más arena,
nada tentador para el alma,
y uno folla espejismos
de gaseosas frías
y chicas sudando nieve
por honrar viejo
hábito LUJURIA.

Largo romance de veinte años
con mi diosa,
tambores de nupcias.
No faltarán asistentes:
irrumpirán íntimos poetas
enfundados en americanas
de segunda olorosas a vicio,
destierro
y cuernos echando lágrimas.
Me va a dar el sí quiero
una botella de coñac
en su urna que ha esperado el día.

Corte y confección pertinente
atuendo iridiscente,
y ella disimula
verrugas de infancia
a niveles tolerables
con recuerdos y risas.

Mas antes de la fecha todo consumado
anticipadamente en medio
de una resaca
y sin nada de beber le alcé
su secreto no soportando
el etéreo sabor
como mantis a su incauto
y aquí estoy:
nadie vino a mi boda sonámbula
que fue muy íntima.

Seguir sigue uno rodeado
de toda aridez posible
sin esperar indicaciones
de un padre ni la llegada
del que no creo.

Asustado con cuarenta
y dos a bajadas
pensando nada es la vida
y unos lustros más allá
seré cuerpo viejo
dibujando en el vacío
perdones a mi madre
que me advertía
de todas estas cosas
y pensaba es una loca
menopáutica sin extintor,
y hoy escucho devoto el eco
de sus mismas letanías
para proteger a su hijo
o un responso.
Conciente la vida es rara
más que mujer última.

Solo un dúo de señoras
hacen mover mis huesos
y me entienden.

***
©Frank Ruffino, del texto inédito "Antipoemas", 2007.