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viernes, 29 de diciembre de 2023

© LA ESPECIALIDAD DE TACONES (Cuento de Frank Ruffino).




Durante su jornada laboral, el carnicero Tacones se la pasa llorando anónimamente. Y no es cualquier lloriqueo que únicamente humedece sus ojos, sino suculentas lágrimas de Magdalena que corren vertiginosas por las mejillas, narices y bocas, impactando directamente los voluminosos segmentos de vaca, cordero o cerdo que va trozando en distintos cortes para posterior exhibición y venta.

Y es preciso cuando se desmarca de los colegas matarifes. Así me dilucidó tal paradoja el día que fui a entrevistarlo, pues, últimamente, resulta imposible obviar la larga fila de ciudadanos que cada día se forma frente a su negocio dando vuelta a la manzana:

—Nunca he matado un pollo, menos corderito; corazón no tengo para semejante y odiosa acción de quitarle la vida a una criaturita de Dios, pero la gente debe comer. Eso lo tengo clarísimo como este fiel espejo —pone el intimidante cuchillo de carnicero horizontalmente frente al rostro, se contempla y tristemente hace un guiño—. Soy perfecto inepto, un carnicero cobarde y sin vocación, mas, como todos, también debo subsistir y sacar adelante a mi familia.

—Bueno, señor Tacones, y es que tampoco es deber del carpintero realizar labor de leñador, ni del panadero sembrar trigo, ni del herrero extraer metal de la mina —le digo a este sensiblero de antología buscando yo alguna empatía.

—¿Y sabe algo, mi confiable e inteligente joven periodista?

—No...

—Antes que el oficio de carnicero, mi genuino desiderata estribaba en la heroica profesión del toreo, mas, al empezar a incursionar en este arte magno, al siguiente paso de clavar las banderillas, acto previo a la estocada fatal, pues que me quedaba de una pieza frente al pobre bruto y por muy poco escapé de ser cogido y fungir de trofeo.

—¡No!

—¡Pues sí que es así! Los ojitos que me hacía el toro aún me conmueven.

—Madre mía...

—Y la de todos... ¡nuestra Negrita Santísima!

Y vuelve sobre la acción de cercenar, cortar, trozar... no parando ese temporal de sentimientos convertido en abundantes lágrimas que, cuando se abren las esclusas de a de veras, trata de enjugar en su delantal blanco, ya impregnado de indefinidas salpicaduras gordas de sangre, quedando impresas las regiones de su rostro torturado.

Y es en este punto que evoco el Sudario de Turín. Un cuadro patético nada conocido por su numerosa clientela (y que le prometí no revelar en mi reportaje) al ser Juanita y Lupe, madre e hija, respectivamente, las encargadas de despachar adelante al público que acude fielmente y en tropel a Las delicias de Tacones, nombre del negocio cuyo lema reza:

Los mejores y más frescos cortes aderezados con sentimiento

Y no es mentira.

Así que el producto del establecimiento de este carnicero Tacones parece estar equilibradamente salado, extrajugoso y más fresco y conservado que de los de la competencia, del diluvio vertido sobre las piezas, un llanto incontenible sobre su mesa de destazador, larga y ancha pieza rectangular de acero inoxidable donde caben los cadáveres de dos vacas descuartizadas.

Y por los bordes adrede levantados hacia adentro, el charco de lágrimas crea una piscina de sanguaza única y especial en su superficie, esencia y adobo ultrasecretos que hace tan apreciable a este comercio cárnico sin igual.

FIN

"Sultans of Swing"

Hoy les comparto, de la extinta mítica banda británica de rock, Dire Straits (1977-1995), considerado como uno de los grupos musicales más exitosos de la historia de la música rock, su archifamoso tema de 1978 "Sultans of Swing": 

https://youtu.be/h0ffIJ7ZO4U?si=CTNtT_YU3EuF_bJG

'La especialidad de tacones' es uno de los 18 textos de mi tercer libro PARA MATAR A UN ANDROIDE. Pueden adquirir la obra a través del WhatsApp-Sinpe: 85-28-84-87: 7,000 colones por ejemplar, incluye envío. Es posible cancelar una vez que llega libro.

Mis tres publicaciones de cuentos: 12,000, precio que también contempla costo de correo rápido certificado.

¡Gracias por la confianza!



                                             

lunes, 25 de diciembre de 2023

RETRATO 2024 DE UN MUNDO PERDIDO (Artículo de Frank Ruffino).


Por despreciar a la Poesía olvidaron sentir más allá del alma (percibir) y, por ello, cualquier seudocanción en voz de un seudoartista los vuelca en lágrimas y pataletas. 

Por descartar la lectura del Cuento ahora se tragan cualquier historia devaluada, cerebros sin «aceite» literario: ¡que los políticos y otros monstruos con corbata piensen por ellos y los lleven al redil, como los quieren tener! 

No olvidemos, somos Homo Sapiens por el sagrado arte de contar, lo que lleva a pensar, imaginar, fantasear, inventar, comunicar, viajar... 

Entonces, está a punto de abrirse este 2024, otro ciclo de las grandes mentiras, con muchedumbres futboleras y de conciertos apoteósicos, dirigidas (las mentiras) por ladinos zorros de la sociedad masiva de consumo, fuertemente adiestrados en distraer a esta ganadería de borregos humanoides, de la esencia obtenida en diez mil años de historia. 

La Historia que nos cuenta mil y un relatos de extraordinarias civilizaciones, grandes sabios gobernantes y estadistas; escritores, poetas, músicos, filósofos y científicos, ahí, ahí, sin tener que ir ya a un edificio solemne (biblioteca o museo), hoy, mágicamente contenida en este aparatito de 300 gramos, criminalmente subutilizado, excepto para lo negativo y criminal. 

Porque las cortinas de humo que echa una degenerada y perversa élite, son adrede concertadas y espesas, y el hechizo asesino es pandémico: se debe aniquilar la capacidad de pensar, fabular y crear, de percibir e intuir (sentido de profundidad mental)... En fin, de pulverizar la voluntad literaria y artística. 

Época de las mujeres alienadas e imbéciles adictas al selfie, «Trastorno obsesivo compulsivo» (TOC), sin atención psiquiátrica de la salubridad pública; embrujo en acción por redes sociales las 24 horas del día, los 365 días al año. 

¡Basta ya de esta legión de idiotizadas ególatras tecnológicas! 

También se ha consolidado el tiempo de los analfabetas funcionales (la mayoría con algún «título académico», «abogados», «políticos», «periodistas», etc.), que medio saben leer, escribir y por lo dicho aquí, poco atesoran del arte de pensar, aunque tengan en sus manos, reitero, una biblioteca universal que rivaliza con todas las universidades de prestigio del planeta juntas. 

Y de la llamada «profesión» del «influencer», digo que se trata, por lo general, de un ciego guiando a millones de jóvenes ciegos. Este individuo sacado de la chistera de un mundo digital donde se aplaude lo bizarro y ridículo; inmerecidamente, es el nuevo «sacerdote», «pastor», «poeta», «escritor», «profesor», «maestro», «amigo consejero»... mas, por su mecánica de matar el tiempo, pues, con pasatiempos, guardan más semejanza a los antiguos payasos y saltimbanquis del circo. 

Así, deploro, sobremanera, la cuenta regresiva hacia la bestialidad y banalidad, que, parece, no tener ningún esfuerzo apreciable de contención, esto por parte de las sociedades y estados, porque, según veo, ya también la Familia tiró la toalla. 

Uno como comunicador, escritor y poeta lo detecta y siente y, aunque lleve algo de ego, tal fenómeno le sucede a miles de colegas en Costa Rica y el mundo: ante la publicación de mi tercer libro de cuentos «Para matar a un androide», los que deberían ser ejemplo y guía de la prole más joven en la familia, hablo de «viejos» como yo (en cuenta colegas de letras), sólo me desean felicidades y éxitos, incluso, pactan adquirir un ejemplar y hasta expresan se retarán a sí mismos, prometiéndome leer en papel los 18 textos de esta obra que cuesta lo que un six pack de cervezas. 

Y no cumplen... porque ya hasta perdieron el valor de la palabra empeñada (adquirir el cuentario). 

¡Por mí que sigan así! 

Entonces, a fondo, no sabrán nunca la forma en que un escritor pudo matar a un androide femenino (fembot o ginoide) en su cuento... 

¡Pues humanizándolo! 

Pero les dejo oculta esa historia, un «privilegio» para quien desee averiguar cómo la imaginación, que aún está libre de impuestos y control del sistema, concibió tal reto. 

No me cabe la menor duda, contra el humano actual (principalmente y estratégicamente la niñez) el cometido de esas élites de psicópatas, pasa por borrar todo sentido crítico, literario y artístico, que no piensen a fin de que pierdan identidad individual en la selva indiscriminada del consumo masivo. Y de «historias»... pues únicamente las payasadas de TikTok (o las películas de fantasía absurda o violenta), y, por ende, que llevan hacia la «demencia-Alzheimer» social, en el peor de los casos, junto al consumo de sustancias. 

Si la Humanidad sobrevive a esta involución de la civilización, este siglo será recordado por perderse, en tan sólo 25 años, el sentido musical, de lo que significa una buena letra en una canción y apreciación artística; y al no impartirse literatura intensiva en los sistemas educativos desde la primera infancia, la básica habilidad de comprensión de lectura; en fin, la capacidad de hablar, escribir, pensar, crear, soñar, de asombro y curiosidad... de todo aquello que nos hace humanos. 

¡Bienvenidos al mundo de los zombis amaestrados! 

*** 

Les comparto «Prehistórico pájaro blanco», y «El Rapto impensable», que son dos de los 18 textos de mi tercer libro PARA MATAR A UN ANDROIDE. Pueden adquirir la obra a través de mi SINPE MÓVIL: 85-28-84-87 (WhatsApp, para afinar detalles del envío): 7,000 colones por ejemplar, incluye envío. Es posible cancelar una vez que llega libro. 

Mis tres libros de cuentos: 12,000, precio que también contempla costo de correo rápido certificado. 

¡Gracias por la confianza! 

«El Rapto impensable» 

https://cuentosdefrankruffino.blogspot.com/2023/11/el-rapto-impensable-cuento-de-frank.html 

«Prehistórico pájaro blanco» 

https://cuentosdefrankruffino.blogspot.com/2023/12/prehistorico-pajaro-blanco-cuento-de.html

sábado, 23 de diciembre de 2023

© Prehistórico pájaro blanco (Cuento de Frank Ruffino).


Por la luz del pasado que nos llega contenida en la única imagen de su retrato fotográfico, sabemos hoy, Billy the Kid era un tipo poco apuesto, no obstante, para algunos el pistolero más rápido que ha existido sobre nuestro planeta rocoso, donde la violencia parece ser pan de cada día.


Este temido vaquero no tuvo oportunidad material ni temporal de siquiera intuir el rostro de Elvis, pero una tarde el rey experimentó un déjà vu al visitar Tombstone.

Años después relató la loca epifanía a Richard, su chofer que, ya viejo y en visita a mi pequeño país tropical (a donde los jubilados estadounidenses suelen venir a vacacionar cuando el invierno muerde duro en el norte) me confió la anécdota inspirándome el siguiente relato.

 ¿Richard? ¿Conductor de Elvis?

Vaya uno a saber si existió un tipo así o, de haber vivido, posiblemente su fantasma ebrio se habrá proyectado astralmente en mi plano mental (registro akáshico) mientras dormía a pierna suelta.

Cavilé, quizá se trataría de capricho de la cuántica neuronal o conexiones misteriosas de esa conciencia universal cósmica en que las supernovas y agujeros negros, a su debido tiempo y en la dimensión correcta, pueden producir cualquier evento por más rocambolesco que resulte ante pedestres ojos de Homo sapiens, mayormente habituados a creer a pie juntillas cosas e historias de menor cuantía urdidas por sus propios congéneres.

*

Elvis y Billy the Kid frente a frente en Fremont Street. Al borde de un abismo iridiscente cada quien anhela aniquilar a su improbable álter ego:

—Es injusto, Billy, este hermoso parece desarmado —suplica Mary Ellen, una de las chicas alegres que han salido del salón al percibir revuelo.

—No es mi problema, mataré a este epiléptico del tupé igual que a veintiún hombres según mi leyenda de pistolero.

Colmado de abrasadora envidia, Billy the Kid ignora que el viajero del futuro es a prueba de cualquier método exterminador, pues se conoce de la imposibilidad de ir al pasado con el ladino propósito de modificar los acontecimientos del mañana.

—Oh… Niño Billy, no lo mates, por el amor de Dios Niño no lo mates, es tan guapo y misterioso, ¡como de otro mundo!

—De este mundo... viviendo los últimos días de 1957 —aclara Elvis.

—¿Qué...? —Pregunta Mary Ellen, ofuscada y con marcado acento bostoniano.

—Nada, nada, guapa, pequeñeces en la tela espacio-tiempo o será que la imaginación es la cosa más rápida del universo... —atina a decir, mas el asunto queda ahí para la bella analfabeta que, sin proponérselo, estupendamente ha sabido atizar el fuego.

Entonces Elvis, gastando uno de sus muchos trajes al que llama afectuosamente Prehistórico pájaro blanco, comienza a rockear y contonearse de verdad y el barbero de enfrente recuerda una anguila eléctrica que de niño avistó varada en una playa de California. Y el polvo revuelto con estiércol parece no quitarle impulso, como si bailara en el mismo aire, inmaculado, sobre la porquería.

Más veloz que un pestañeo, el forajido Billy the Kid le coloca tres balas de plata en el rostro, pero los proyectiles traspasan al hijo predilecto de Memphis sin siquiera crearle sarpullido impactando la droguería.

Atónita, Mary Ellen se acerca al hijo de mamá Gladys y papá Vernon... El holograma interventor de Elvis toma su cadera y por arte de magia esta chica trastoca a Fender Stratocaster Player.

—¡Dios santo, Will, esto va calentando mágicamente! —Le dice una parroquiana a su cónyuge entre el gentío expectante, corrido a prudencial distancia de los involucrados en este inverosímil suceso que auguran sangriento.

—¡El show ha comenzado mis pajaritos! —Anuncia el Rey del Rock mientras eriza las cinco cuerdas del diapasón.

—La cosa se pone fea —replica Billy—. El tipo es hechicero —ladra y su áspero aliento huele a whisky y féretro. Muy ufano, lanza las ideas farfullando y exponiendo unos irregulares dientes de marmota—: ¡Aquí necesito más que un Billy the Kit!

Aún con sus cañones humeantes, de O.K. Corral emergen sombras de infames cuatreros, Billy Claiborne y dos pares de desagradables hermanos, los McLaury, Frank y Tom; y Clanton, Billy y Ike.


Además de cinturón negro y regular poder telepático, Elvis tiene lo suyo: de la esquina más próxima se materializa el legendario trío luminoso de alguaciles, los hermanos Earp: Wyatt, Morgan, Virgil, y Doc Holliday. De fondo, una banda sonora ambiente devuelve ecos de fierros y tambores de guerra, resoplidos de bestias enloquecidas, largas exclamaciones del pueblo en vilo, polvo y tufo a tabaco.

Son cinco pistoleros provistos con letales revólveres Colt 45 frente a igual número de rockeros armados de chicas convertidas en guitarras mágicas de sicodélicos diseños y colores, por lo que, estos sin alma, habituados a genuinas escopetas, rifles y pistolas, no saben bien qué cosa enfrentan.

Se trata de inocuos rayos láser proyectados de las palas de sus instrumentos, detonando a todo dar «Jailhouse rock» contra una lluvia de balas de grueso calibre que aún así son desviadas a través del campo magnético creado por el rey y pentagrama de ensueño, esta vez, menos peligrosas que esponjitas de azúcar.

La escena transcurre en treinta segundos con idéntico número de disparos. El imperio de la ley logra imponerse a puro rock and roll. Billy the Kid y dos forajidos sobrevivientes huyen despavoridos al desierto en sus nerviosos caballos desbocados y, de legítimo miedo, los hermanos McLaury y Billy Clanton yacen muertos con los oídos hechos una sangría.

Mary Ellen y nueve vaporosas saltarinas del salón Bird Cage agasajan a los cinco gladiadores ejecutando marcialmente un baile de alta energía (el cancán) que proyecta sus ondas gravitacionales hacia todo el planeta y universo.

A dos chicas por cabeza, marchan a la garganta resplandeciente del agujero de gusano, mientras el rey entona un éxito, el mayor de su carrera gloriosa, que será del arsenal posterior: «Can’t Help Falling in Love», y es en ese preciso instante que el grupo sufre un estirón de espagueti hasta cerrarse el diminuto portal interdimensional, tan pequeño como la cabeza de un alfiler.

FIN

Precisamente, les comparto hoy esta mítica canción de nuestro amadísimo e inolvidable Rey del Rock, "Can´t Help Falling in Love" (1961), su balada romántica más celebrada:

https://youtu.be/Yzpj0amDC-c?si=ObqrxMa5u73Sacxe

'Prehistórico pájaro blanco' es uno de los 18 textos de mi tercer libro PARA MATAR A UN ANDROIDE. Pueden adquirir la obra a través del WhatsApp-Sinpe: 85-28-84-87: 7,000 colones por ejemplar, incluye envío. Es posible cancelar una vez que llega libro.

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¡Gracias por la confianza!

jueves, 14 de diciembre de 2023

Miércoles de Tafil (Cuento de Frank Ruffino).

 


Ehombre frente a mí, casi en la ancianidad, brilló como catedrático de Filosofía y Letras en la principal universidad pública de mi país. Yo fui su alumno aventajado y discípulo más amado.

Hacía cinco años había perdido la cordura cuando su mujer huyó con un poeta nicaragüense de tercera, truhan y casanova.

—Y cuando no hace calor, querido Ruffo, está muy caliente. Tiquicia se lo buscó: merecidamente tienen a este tóxico mundial del presidente Rocha, "Alienator Rajónasaurus", científicamente. ¡Y pobres la G y la P.!

—Triste realidad mi profe Constantino, también me conduelo por esas damas, y todavía más por Laura, Díaz y Munive, aunque esta última va tan obnubilada como Eva Braun por Hitler.

—¡Mujeres alienadas por el rey Caimán! Pero, es de destacarse, que aquí en Costa Risa también cuando no hace frío se está uno incómodo, sobremanera congelado por impuestos de toda clase, tamaños y sabores.

—¡Sin duda alguna, hasta el cuello!

—Tanto como el gringo loco del peluquín zanahoria para EUA., el gobernante de aquí es la desgracia desafortunada para esta república Banana Split, con 200 años de esclavitud abarrotando al mundo de helados barco de banano.

—¡No pueden quejarse, un postre exquisito my teacher!

—Este Rajónasaurus sabe del arte maquiavélico de gobernar como el Papa criar cochinillos, aunque en su Gabinete de ministros es un pésimo veterinario, al punto de no poder castrar a Acosta, el chivo de Hacienda... un verdugo con el pueblo empujándonos cargas impositivas hasta la médula. ¡Paloma Negra Chavela!

—Le comprendo, Maestro. Ahora las cosas van al revés, el malo es bueno y el bueno estorba... ¡Vivimos en un mundo notablemente ridículo y distópico!

*

Esa fue mi última visita al Hospital Nacional Psiquiátrico Manuel Antonio Chapuí y Torres.

Lo han anunciado hoy: mi exprofe «se creyó goma de mascar, colocándose furtivamente en medio de las llantas traseras de un camión cargado de camotes que iba en reversa».

Así lo relató La Extra en su edición de ayer.

¡Y al enterarme lloré lágrimas de fuego a menos 30 grados Celsius, yo, que soy tan equilibrado! Todavía recuerdo todito de esa larga tertulia y lo que me reveló don Constantino:

—La Junta de Loterías, la fábrica de guaro y banca estatal son la Cosa nostra. Y vea cómo en la bóveda del Nacional retozan los altos funcionarios, en contubernio con los políticos de turno. Me lo reveló esa bella y esbelta dama... 

¡Dios!... mi entrañable mentor enajenado señaló a la Primera Dama sobre unos criminales zancos en la sala de televisión que, con un pobre castellano, aseguraba a viva voz era Cleopatra.


¡Suyy Cleopatraa, el puderr tótal de la Viaá Lactiá, más les valie sigian mis ins-tru-chi-o-nes!, —vociferaba ante por lo menos una treintena de pacientes, en su mayoría exjerarcas de este gobierno, acojonados en sus sillas que, presas de un terror rayano en la cordura, miraban en todas direcciones temiendo entrara cayo Alienator con sus legiones y populacho pospandémico conducido por la misteriosa Señora de Purral.

Esta espectacular Cleopatra sabía cómo nadie el arte de dominar a los locos. Según mi antiguo profesor, por veinte años fungió de alta funcionaria de ese ente demoníaco del Banco Mundial, donde tuvo la mala suerte de conocer a Rocha.

—Oh... pobre doña Signe, tan bella, la más linda que ha pisado Casa Zapote, tanto como Jackie Kennedy.

—¡Mas linda que la nica Miss Universal! Y con este poder de locura que inyectaron los ticos en su cónyuge, pues ahí está, sólo eso ha bastado para que cayera en las lunas de la locura.

—¡Pobre! Y al parecer... la sustituta será la Natalie...

—¡Ni lo quiera La Negrita, esa bella de Natalia sea la próxima consorte! ...Porque Rocha le hace lo mismo que Enrique VIII a Ana Bolena... ¡que le corten la cabeza!

—¡Oh Dios mío... la cabeza... la cabeza...., tan linda nuestra pollita!

—¿Sabes algo, mi pupilo?

—¿Qué, mi maestrito?

—Este minipresidente talibán con sus dos dedos de frente y ese hociquito y barbas espantosas, debe ser postulado para El libro Guinness de los Records... ¡ni un macaco exhibe cerebro así!

—Pero... estimadísimo, es casi imposible: corromperían a la junta de notarios testigos y este gobernante en disminución terminaría como el más sabio del mundo. Y es harto sabido, ese lugar sólo está reservado para luminarias del tipo de Albert Einstein, Tesla o Arquímides de Siracusa...

En sus escasas treguas de tímida lucidez, este genio, caído en la demencia más pasmosa, mostraba algún resabio de su celebrada cordura: «Nuestro mandatario es el gran espejo del pueblo. Si esta pobre e indisciplinada nación de analfabetas funcionales, necesitara retocar su rostro idiota con mueca eterna de felicidad inflada, y con un fútbol internacional de quinto nivel, pues únicamente debe ver a su Elegido con esa hórrida expresión de sátrapa, vista sólo en Mussolini, Stalin o Hitler».

—¡Sin duda alguna, puedes establecerlo así! —Querido.

¡Hee dichou soy Cleopatrraaa y debien so-me-tiersemé desdie horra si no lies apagou la tele! —Ordenó la señora Zeikate.

Y los locos, de rodillas ante su reina suplicaban no cometiera ese atroz crimen tecnológico de dejarlos sin las cuarenta y ocho pulgadas de la pantalla plana. Ladraban, maullaban, balaban, rugían y graznaban como cuervos impidiendo tan ominosa acción.

—Soy Bubble Yum de tutti frutti en las fauces del presidente macaco cogobernando con la OCDE y los otros entes financieros internacionales, espantosos verdugos. Algunas veces desorientado mientras masca el poder, Rocha me traga y le traspaso hasta el retrete. ¡Nunca constaté un saco de estiércol como ese, ni todos los cagaderos de los antiguos vikingos en York le superan! Sabe usted, los paleontólogos han encontrado un solo coprolito de 20 centímetros de largo, y tan grueso como este puño.

—Tendrá su consejo de nutricionistas tradicionales bien remunerados, no obstante, parece, porta Taenia solium porque la timba ya le revienta el saco —tercié.

—Hum...Tania... ¿Y ahora cuál mujer es esa?

—No, padrecito, es el nombre científico de la lombriz solitaria.

—Ah ya... el repulsivo tipo pasa sus días como un rey consentido en su exclusiva burbuja donde los chupamedias abundan, peleándose unos con otros por agradar a este déspota bipolar, un insaciable ególatra. Refiere Cleopatra, doña G llamó al consejo de gobierno y circo de prensa "miércoles de Tafil".

—...¿Tafil... otra dama?

—No no, que me manda a decir mi amigo Calígula por medio de su caballo Incitatus, que hizo cónsul, los ministros, más las ministras, ese terrible día se zampan un tonel del ansiolítico llamado Tafil...

—¡Qué madre, era de esperarse, sólo así empastillado uno con amansalocos, ese repulsivo Rasputín es medio digerible!

—¡Lógico, no es para menos! Aquí, en esta universidad nos tienen a un régimen dietético agresivo y obsceno de tres tiempos con sopa de camote, y bananas como postre. Si nos portamos bien, los domingos, un helado barco de banano tricolor más muñequillo de cacao, réplica de Rocha, todo en alusión al Bicentenario de esta República Banana Split. ¡Vieras qué dientes de azúcar exhibe ese emplasto!

¡Cleupatria, lies digou que suy Cleoupatraaia hijius de la grandiusíshima putia! —Espetó la bella letona, extrayendo de sus enaguas un grueso tubo de hierro y, al ver aquello, los locos aterrados corrieron desbandados y algunos saltaron por las ventanas.

Una docena de fornidos enfermeros con cascos azules y camisas de fuerza irrumpieron en el amplio salón de entretenimiento. La sirena no paraba de aullar y el ambiente tornó en un pandemónium de antología.

Mi exprofe y yo corrimos hasta la mesa de ping-pong, y a golpes quitamos a Choreco y otro loco reacio, creo, el Jorge Rodríguez, totalmente ajenos del levantamiento. Volcamos la plancha verde retrocediendo hasta un ángulo del recinto, pues millares de objetos nos llovían de todas direcciones.

¡Ha llegaduo la blancaia Guardiau Pre-to-rriana de mi amadou cayou Chaveliou, ahorra sábrian lo que es obedeuozer a Romaia! —Anunció finalmente Cleopatra.

—Esté usted tranquilo, mi Rufinito, sólo se trata de la clase de Historia Universal —me aclaró el profe.

—Es toda una notable lección magistral, Maestro. No le conté, en la columna patriótica semanal, el periodista Mr. Ed Espinoza... caballo con voz, con voz, con voz, no hay dos, no hay dos... relinchó: «Rocha baila cual mariposa y pica como abejón» —le dije.

—¡Gran filósofo don Mr. Ed, pero eso de compararlo con Alí es una locura más!

—¡Cómo ninguno, ni la Pilar le aguanta un salto!

Y no podíamos sustraernos a tanta emoción académica que había tomado el control de aquel salón. Mi Maestro me haló del brazo y nos sumamos a la bola de estudiantes sublevados contra el implacable poder de Roma.

FIN

Este cuento sátirico
sólo es un quite de ciudadano y escritor, polícamente incorrecto por plantear parte de la realidad nacional. Tiene como base un relato que integra mi segunda obra de relatos "Golpes bajos" (2020).

*


Pueden adquirir mi tercer libro de cuentos a través del WhatsApp-Sinpe: 85-28-84-87: 7,000 colones por ejemplar, incluye envío. Es posible cancelar una vez que llega obra.

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¡Gracias por la confianza!

Les comparto algo más halagüeño que este bizarro tema político nacional:

"Goodbye", éxito mundial de Air Supply, 1993:


jueves, 7 de diciembre de 2023

Más perfecta que su nariz fue la vanidad de Jacques (Cuento de Frank Ruffino)




Jacques era un hombre bastante apuesto, y, sabido de todos, su mejor parte se concentraba en la nariz, famosa y reconocida por calificarse como perfecta «gema»

Por verdad indiscutible quedaba establecido, únicamente las mejores narices nunca vistas podían comparársele: la del David de Michelangelo o de la estatua antigua del general Alejandro Magno.

Enamoradas, las poetas costarricenses compusieron sus odas extasiadas por la maravillosa nariz de Jacques y los cantantes la celebraron en felices estribillos.

Así, el consentido de Jacques, según él y por consenso público, tenía pleno «derecho» de hacer mofa de los calificados chatos, con miembro algo deforme o narizones perdidos. Y esta aberración en el pueblo empezó a alcanzar proporciones épicas. 

Aunque al fin hacía meses la peste parecía estar bajo algún control y no fuesen necesarios ya los consabidos protocolos sanitarios, al avistarle, casi todos mis coterráneos y, con algo de pena debo confesar, yo mismo, exboxeador, recurríamos al uso del barbijo en procura de evitar las bromas de Jacques... Más incómodo fue el chiste de mis propios paisanos que solían parangonar una fea o regular napia con ese arquetipo de perfección que exhibió nuestro narciso.

Entonces, no cabe duda, tal nariz resultó en esta pequeña tierra un dechado de virtudes y, aunque nadie o él lo imaginara, un leve repunte del virus resistiéndose en este dos mil veintidós que concluye, le pilló mortalmente.

Jacques, quien siempre llevara la mascarilla por debajo de su precioso órgano a fin de que todos contemplaran esa perfección. Quien había asegurado su nariz en un millón de dólares temiéndose una desafortunada amputación u otro descalabro que pusiera fin a su notable atractivo... A quien la industria de la belleza y cosmética del país pagara jugosos contratos para hacerse con el perfil de semejante adonis en la promoción de sus productos y servicios, pues muchos y muchas anhelaban las simétricas dimensiones de su nariz en franco ascenso.

Y sucedió que, por deseo expreso del mismo Jacques confinado en la unidad de cuidados intensivos de un hospital, barruntando que de esta no saldría, la ventanilla del féretro había sido cortada a la medida de modo que este diamante de su nariz pudiese ser expuesto durante todo el proceso de las honras fúnebres.

Porque por tres días la limusina abierta recorrió las calles de mi pueblo y vecindades mostrando la nariz «embalsamada» de Jacques. Dos almohadones bajo su cabeza contribuían a sobresaltar de la caja mortuoria el apolíneo miembro que difícilmente volvería a repetirse en el universo.

Antes de dar su último hálito, se dice Jacques manifestó un segundo y final desiderata a fin de que el propio Deredia realizara un molde en tecnología 3D de su nariz que debería reproducirse a una escala mayor sobre la lápida.

Mas, no todo resultó un romántico cuento de hadas, y así lo externó el estilo del sucinto obituario en un semanario de comarca cercana en dos líneas finales...

Aclaro, no sé si se tratará de satírica y envidiosa vendetta de mal gusto que haga sentir peor a sus afligidos deudos o una descripción de la cruda realidad, pero cierto es, y casi todos concordamos, privadamente, nuestro alabado Jacques se constituyó en el único culpable de su propia muerte:

Descanse en paz y que a los gusanos les sepa extraordinaria su bella nariz.

FIN

Cuento inédito de Frank Ruffino, no va en mi nuevo libro "Para matar a un androide" (18 textos). 

Imagen con fines ilustrativos. Es un «cromo»... L«nariz» 
representa una metáfora de su legendario ego.


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Mis tres obras de cuentos: 12,000, precio que contempla costo de correo rápido certificado.

¡Gracias por la confianza!

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