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jueves, 27 de enero de 2011

© Intentos de nirvana


a MarianGardi, con Amistad

Salgo a la noche y sin emoción miro
espectrales cuerpos inalcanzables.
Ella deshace mis palabras hasta convertirlas
en susurros de muerto, jirones de deseo.

Sólo un trago de chirrite es milagroso
en estos extraños trances de mi hastío,
y hoy en el bar las miradas no son suicidas ni asesinas
únicamente reptan por los cuerpos bonitos.

Igual que algunas viejas ilusas de este salón,
la luna es otra fraudulenta
retocada por iluminaciones. No es más que eso.

Y todos entes vertiginosos hijos de un azar cósmico.
En tal lucidez tétrica mi consciencia me nombra
dignatario inútil de un reino en ruinas.

© “Intentos de nirvana”, texto inédito, 24 de enero de 2011.

lunes, 17 de enero de 2011

© Primer enigma





Esa forma de taladrar los ojos
cuando tal vez salgo del guión.

No sé con cuántas luces arribé
a este inútil mundo
de infusorios engreídos,
pero sí sé que ellos
(y este subproducto del polvo)
no terminan,
solo transforman su miseria
en un reguero de elementos
o mineran por doquier el calcio
de su pequeño hueso
de pez transfigurado.

Resisto el embate
de una miríada de enemigos ávidos
(malditos herederos del Santo Oficio)
de mi inminente mutación
en algo más inocuo,
como una libérrima y atrevida brizna
colgada del viento
cuyo castigo es el exilio en el cieno,
o ése de un día
que cantaba magistralmente
por vez primera y sin ensayo
el ocaso anaranjado
y fue truncada su voz por Envidia.

Sorprendido de todos y todo
les revelaré la perdida caja
de mi efímero vuelo:
únicamente el noble animal
lame mi sien pegada en el césped
en esta noche de ventisca
a un año de la Gran Mortandad;
así sueño sustraído de lo humano
en vertiginoso galope y aullido
por la niebla buscando un tributo
dejado en otro tiempo:
sin ser santo ni Grial
lo acomodo en la ingle
y parto al pueblo
para solo callar mi suerte.


***

 © "Primer enigma", Antipoemas (Lunes, 17 de enero de 2011). 

lunes, 10 de enero de 2011

© Antipoema: Cataléptico previsor



Una lata de sardinas: negra, clásica,
que huela a muerto, muy acolchadita,
de terciopelo blanco.
Sea caja de uno ochenta para
embutir elegantemente mi cuerpo
que siempre ha temido
las vacaciones más largas y obligatorias;
con un tanque de oxígeno porque de niño
miraba espeluznantes películas
de catalépticos
que se revolvían a dos metros
bajo tierra;
y teléfono movil incluido pues el buceo
así dura poco más de dos horas
y antena hasta bien afuera,
tan pinche que dice “no hay cobertura,
lo sentimos, intente de nuevo”. ¡Ay!
O bien un mausoleo con un caño de media
pulgada hasta la superficie:
cuiden bien que ningún enemigo 
o heredero pérfido coloque
un corcho por el extremo del aire.
O una sirena arco iris sobre una gran torre
que se oiga y mire desde el pueblo
y proyecte haces de rayo láser 
como esas luces
en los aeropuertos que taladran la niebla.
Puede ser también un teléfono directo
con el señor Presidente de la República
para que dé la orden rápidamente
de ¡saquen al muerto!
Otro método consistiría
en luces y cámaras dentro del catafalco,
de modo que mediante 
un contrato con el canal
más padre, si uno revive, se conecte
automáticamente con todos en cadena
nacional de televisión: “interrumpimos este
programa para darle el pase a un muerto”...

***

© "Cataléptico previsor", del texto inédito de 2005 "Antipoemas".


sábado, 1 de enero de 2011

© Hombre adjunto


Ella, flor natural
emergiendo de la yerba mala
y de mis despojos,
pasa a mis ojos,
vive sin saber
de su efímero existir,
habrá algo de mí en su pequeña
vida de florecilla salvaje:
tal vez mi furia de polvo
o tristeza de hiedra,
quizá la forma de mirar
vaya en su color encendido
o tenga su textura
cierta ternura
que tontamente me habían reprimido…

Amarilla y delicada
bebe energía de mi pecho;
sus frágiles tentáculos
discriminan y sorben del ser,
pasajero que fue de lo incomprensible.

Desde mi sima hago un último recuento
de mi paseo por la luz
a través de una arquitectura amarilla,
y no sé si es mucho imaginar:
se trataba de un hombre,
de unos frutos
acomodados caprichosamente 
como las estrellas
en verdes colinas que deslizaron 
alegremente mi pequeño cuerpo;
también amadas mujeres, amigos
y animales iban conmigo,
y blandí mi espada en pos de inútiles cosas,
cosas que también se disiparon
como la niebla de la noche
cuando viene el alba y su reguero de luz.

Ella, flor natural
emergiendo de la yerba mala
y de mis despojos,
pasa a mis ojos,
vive sin saber
de su efímero existir...


**** 
© "Hombre adjunto", Náralit, 02 de enero de 2011.

Ilustración de esta entrada: Pintura de Vicent Van Gogh.


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