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lunes, 27 de diciembre de 2010

© Un texto un poco profético

"El grito", de Edvard Munch", 1910.

El pasado 12 de enero de 2010 fue un día extraño para mí: Náralit mostraba un clima agresivo, como pocas veces sentido por mis convecinos. Esa noche, en la tele del bar, me enteré del terremoto de Haití, pero el fluido eléctrico fue jorobado por el viento huracanado y se hizo la oscuridad. Todo era un caos y así continuó hasta el día siguiente. Marché a casa, aunque en la cantina siguió el alboroto y la diversión bajo la precaria luz de una lámpara de emergencia. A la luz de una candela escribí este texto, un retrato de la situación de mi pueblo y el mundo vista por los ojos de un antipoeta replegado en su pequeña habitación. Mi pesar y estado de ánimo era tan sombrío y negativo, que hasta vaticiné que seguro Daniel Ortega, presidente de Nicaragua, nos declararía la guerra en este 2010: no lo hizo, algo peor: invadió parte del territorio costarricense (al mejor estilo de Adolfo Hitler cuando empezó a expandir su agresivo imperio de 12 años) y ningún político de este régimen fascista neoliberal de los hermanos Arias movió un dedo utizando la fuerza como única respuesta a acto tan poco civilizado del gobierno nica, y así hasta la fecha. También hablo de otras situaciones mundiales en sentido muy general, pero lo mismo ha sido el año de Ahmadinejad, presidente de Irán, puesto nuevamente en las portadas mundiales de los periódicos y los medios por querer lapidar a Akineh Mohammadi, una inocente e indefensa mujer, esto basándose en la injusta y desfasada ley coránica impuesta en los libros de los viejos patriarcas (desde donde, junto al Antiguo Testamento bíblico, la desigualdad de género se impone hasta nuestros días, y todo en nombre de uno o dos dioses). Igual ha sido el año del Comandante Hugo Chávez, pero esto en sentido positivo: la Revolución Bolivariana de Venezuela sigue viento en popa luchando por la justicia social y económica y la autodeterminación de los pueblos. Hoy subo este texto nuevamente. Si alguno desea leer los comentarios de quienes acudieron a leer y opinar a esa entrada originalmente, pues pueden hacerlo a través de este enlace: http://poetafrankruffino.blogspot.com/2010/01/una-noche-especial.html Ahí encontrarán varios comentarios, entre ellos, los de las poetisas y poetas amigos: Carmen Molins ("Sedemiuqse"), Fernando Jiménez-Ontiveros, Luissiana Naranjo, María Bote y Paloma Corrales, todos españoles, excepto mi estimada amiga Luissiana.


© SUMIDO MI ENERO EN UNA NOCHE DE COPAS

"El grito", de Edvard Munch", 1910.

Sumido mi enero en una noche de copas,
gotas amargas; para variar, la rocola tartamuda;
llego al tope del crédito, me petrifico en la tele:
un país pierde doscientas mil almas 
en pocos segundos de baile
pero nadie se dará cuenta hasta el otro día. Ahora la gente baila,la gente ríe, la gente es mala, las putas toman medidas urgentes poniendo todo en baratillo, 
mientras aquí el viento apenas joroba todo.
Así todo, marcho a casa y enciendo una candela,
saco de la nevera el arroz, lo como frío;
con razón siento latigazos en el vientre,
trato de aplacarlos acabando una cerveza en dos tragos,
desde el cuarto de mi madre nerviosos rezos,
los perros del barrio se han vuelto lobos,
y nada asoma por el cielo, ni luna ni estrellas,
solo nubes vertiginosas traspasan este pueblo
y son puñales fríos y siniestros.

Por las paredes y el techo del largo pasillo
mi sombra gigante y temblorosa
es una macabra marioneta;
al fin llego a mi habitación,
pego el cabito de vela en el suelo,
me echo la manta sin desvestirme
pensando en el fin del mundo,
que este año será Iván, Hitler,
Rasputín, Osama y Obama,
Ahmadinejad; seguro hasta Ortega
nos declarará la guerra en un inédito
arranque de estupidez…

Echado en medio del limbo
no puedo pensar en Dios,
“Dios no existe” aunque a madre
las oraciones la durmieron dulcemente,
la linterna entre sus manos aún encendida,
los lobos blasfeman, el cielo sin luces,
las nubes de Damocles fugadas de un Hades lejano
sitian el pueblo…Como sé que esto va a durar
concilio el sueño, nada sueño, y quiero no despertar mañana. 
(Texto inédito, enero 2010).

domingo, 12 de diciembre de 2010

© Para emerger del agua y la ceniza



Uno que levita entre frutales, 
lecho verde oscilante 
con inquietante bicho 
del paraíso: 
soslayado, 
incomible, 
azul, 
peligroso, 
a prueba de toda muerte… 

Ha hecho calor, 
y a eso de la una de la tarde 
el bardo capitula en esta asfixiante vigilia: 
deja escurrir el vino 
por su brazo inerte 
hasta su mano que roza la hierba 
y la tiñe...
Resucita horas más tarde  
en valle de inverosímil espanto  
donde oscuros charcos 
advierten de una convulsión 
que ha pasado por alto.
Permanece extraña niebla 
que invade el cuerpo, penetra, 
eclipsa su alma 
con un negro pesar redondo, 
ojo siniestro, 
luz de la conciencia. 
Irreal solar de domingo por la tarde, 
mas aún (cavila) no ha descendido 
suficientemente  
al Averno de los malditos… 
No hay lugar para la dubitación: 
bebe interminable trago 
hasta vaciar el cuenco...

Todavía algo le dice  
de lo patético de ir así 
y que sucedan estas cosas 
sin siquiera alzar un escudo 
o blandir espada contra el infortunio 
porque afirma no ser pájaro  
ni ángel alguno del bosque 
para emerger del agua y la ceniza.

***

© Del texto inédito con el mismo título. Frank Ruffino. Náralit, 11 de diciembre de 2010.

domingo, 5 de diciembre de 2010

© Mineral de siempre



Conocí que el tiempo
es la unitaria y descomunal
muerte de seres 
y degradación de las cosas.
Esta acreedora de múltiples
pareceres se ha mimetizado
en el calendario de la pared
de tu habitación; ella,
con su sombría enarbolada divisa invicta
substrayéndonos en lo básico 
invisible del cuerpo;
en cada beso, labios que serán ignorados
como piezas idénticas de un dominó
decreciendo inexorablemente hacia su sima.
Y me preguntas del porqué
de mi vida a destiempo,
que nada de esta absurda liturgia
de prescindir de las clepsidras
alargará la existencia una noche,
una mañana, una tarde
en que el cosmos oscila con lo humano
y en los barrios hay niños levitando,
jugando a ser dioses
y una armonía celeste salta de los árboles,
PERO DEBO DEJAR DE SER
y a poco solo las campanas
(la muerte que siempre será de hierro)
alertarán de que en Náralit hay muerto.
Es la vuelta postergada que te toca,
el destierro muchas veces calculado.
Procura esa hora quedar bien
con la expectante comuna:
sonrisa disecada antes que el vertiginoso
proletariado, con su maquinal 
hambre de siglos, arrase con todo signo 
del que llamaban Frank Ruffino,
que serás otra reliquia 
más de la muerte-tiempo
puesta en la infinitud de sus estantes
sin la delicadeza de consignar un nombre,
menos sin tu presuntuosa poesía
que desde el principio fue soberano polvo
y el Incansable deslíe hasta escucharse
un treno ejecutado por espectrales caracolas
que de cuerpos fueron lo mismo,
seres que vagaron en los elementos
y son ahora el mineral de siempre.

***
© “Mineral de siempre”, Náralit, 05 de diciembre de 2010.
Texto inédito de Frank Ruffino.

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