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jueves, 31 de diciembre de 2009

Ya sabes que mis manos caen...

El poeta Jorge Charpentier García, en 2000. (1933-2004)

A Jorge Charpentier García (+)

Ya sabes que mis manos caen
y suben al vuelo cuando la noche canta!

Ya sabes penumbra de mis ojos
y sabes mandolina murmulladota música.

Esta flor carnívora de mi alma enamora.
Solazados ruiseñores carcelados en mis poros,
mistrales agonías y nerudas desolaciones,
cernudas noches gráciles,
darías tanto por París leonés!

Y tú en la comarca con ausencia de fusiles
buscando aún a Madrid,
aquel Madrid que dejaste para resolver amores
y nunca volviste como antes y tu amor
se evaporó como Cibeles en tus ojos ocultos.

Ya sabes que mis manos caen
y suben al vuelo cuando la noche canta!

Ya sabes mis labios arrancándole
dulzainas a las cosas mudas,
cuántas copas libadas en los poetas,
cuántos besos sumideros
en esa gran boca de la indiferencia!

Ya sabes cuánto monstruo
ruge en mí
no sé si por derroche
o por atemorizar a los mieles
pero vengo sin querer atormentado y asustando
a causa de ver centellas en tus ojos cavernosos.

Y tus dedos esparcían vino
sobre mi cabeza afligida:
ya esta vida crucifica
y el viento vate y vate
como olas locas.

Quisiera no saber que voy muriendo
ni flor de un día
y que de tanta espera
visito algunas veces el osario mío
ya con huesos madre,
huesos padre y huesos hermanas
y que tal vez un día un eco profundo
como marimba apenas
presentirá el sepulturero.

Y que de mirar y mirar
añoro entre tanto ido-venido
la soledad sin tregua del iluso.

Ya sabes que mis manos caen
y suben al vuelo cuando la noche canta!

(De mi libro "Fingida lágrima", Sociedad Editora Alquimia 2000, 2003. Este poemario fue prologado por mi amigo, el poeta Jorge Charpentier García, meses antes de su precipitada muerte).

Crisis vocacional

Deprimido por mi poquito de poesía
que a nadie le queda al cuerpo,
ni a la mano
ni al dedo,
menos al pie:
ni una mediecilla podré encajar
en ese nacido de al lado.
No visto al mundo.

¿Son prescindibles los poetas;
puede conmutar penas de muerte la poesía;
presagiar el viento siniestro
que empuja al agua,
el agua turbia llena de muertos
para vender más publicidad
en el ínterin de las noticias;
sofocar el fuego intencionado
contra las chavolas
porque en la oficina
del Presidente de la República
ya hay maqueta
del complejo hotelero y de condominios;
romper una sequía con un cañonazo
del alma?

Perfectamente puede,
me dijo la voz.

Ya encontraré el medio de poder.

Algún día
convertiré la tierra
de mi solar en oro.

(Inédito, 2005)

Este mal sin cura de padecer la poesía

Hace algunos días me dijo ella
los inútiles que son los poetas
porque ni un pan procura mi poesía,
porque no tiene respaldo alguno
por ser perfectamente ociosa e innecesaria
a la hora de las verdades.

Por darle crédito empecé otro oficio,
a sembrar la tierra del solar.
Olvidé mi vida de araña,
mi torpe condición de hilador de seda,
de este estar obseso urdiendo
el alma líneas con cosas
ciertamente prescindibles.

Crecieron lechugas, culantro, zanahorias…
y la poesía no salía
porque estaba acomplejada en el clóset.

Luego un día que nada presagiaba,
como el borracho abstemio
confiado de su invicto
me encontré empinando el codo
con los amigos juerguistas
que acostumbraba mi vida:
musas, ángeles y demonios propios.

Desliz del que ya no salgo
y me sacarán muerto con el alma en trizas
y tal vez en la lápida consignen
este mal padecido
de ser un desbordado
y que al final un último trago,
un verso quizá,
colmó la copa,

una letra, una gota
me trajo hasta aquí.

(Inédito, 2005)

Toma mi luz y taladra esa tiniebla

Toma mi luz y taladra esa tiniebla,
no la dejes penetrar tu piel
y hacer casa en la sangre.

El cuervo vuela en círculos
buscando lo más oscuro
para hacer su nido,
fija su mala sombra
en la desilusión de una mujer,
y a ella va graznando
y todo en su casa ha quedado inmóvil:
los relojes, el canario retenido
en esa otra prisión más cruel
de no existir,
las hojas de los árboles
como fotografías en el aire,
el agua de la fuente es una
siniestra estalactita…

Toma mi luz y taladra esa tiniebla
ave agorera que busca y busca
sin saciarse,
colecciona cementerios
donde cada tumba
es dedicación a la indiferencia.

No lo llames nunca,
no huelas su flor de muerto,
no escuches su lúgubre tonada
en boca de los pobres diablos
que no hicieron nada
por abrir sus alas y ascender.

Nada se ha roto
si estás en pie.
Toma esta piedra, este amuleto,
y con tu poder ahuyéntalo.

********

(De mi poemario inédito "Poemas evocados por Carmen Molins", 2009)

Monólogo ante un hombre en el olvido


Al poeta Humberto Garza

Dejadas por las manos
las tibias semillas
en la tierra removida.
Vendrá la lluvia de junio
y en tus pupilas germinarán
sin entender todavía
la magia de todo esto.

¿Recuerdas la complicidad
de las nobles bestias,
recuerdas cómo agitaban
la negra gleba?

¿Recuerdas a mediodía
la dulce voz de ella
por el campo con el rico alimento;
y lo bien que sabía todo
tras una mañana de sol,
y el milagro de un fresco de limón
al terminar la jornada?

Pero en tu crudo invierno
la duda martilla tus sienes
diciendo que nada de eso existió
ni que son tuyos estos frutos.

Y a pesar de todo
el ciclo no se detiene
porque un hijo de la diosa olvide,
y será para otros el renacer
desde la tierra.

*********
(Este texto es parte del poemario inédito: "Poemas evocados por Carmen Molins", 2009)

miércoles, 16 de diciembre de 2009

(I) Poemas evocados por Carmen Molins


(1)

SABRÉ DE TI LUZ EN VERTICAL CAMINO

a Carmen Molins

Sabré de ti luz en vertical camino
cuando comiencen
a brotar los aromas;
y ante un llamado mineral
voltee hacia la inmensidad
y descubra la voz
de la sal dialogando
desde siempre con el hombre.

Sabré de ti contemplando
la elegante levitación
de las hojas, locas amorosas
que solo buscan fundirse
con la tierra;
desde rescoldos fugaces
hiriendo la noche,
cuando el hierro en mí
anuncie al verano
en una fiesta de copas,
y en los secretos de la noche,
desesperada, la sangre
se transmute en esencia.

*****
Del texto inédito de Frank Ruffino:
"Poemas evocados por Carmen Molins"
Amigos artistas y poetas: en el siguiente archivo, con el mismo título,
podrán leer un segundo poema de este texto.

(2) Poemas evocados por Carmen Molins



(2)

OSCURO MI SER EN LA APARENTE DESOLACIÓN

Oscuro mi ser en la aparente desolación
oscilando entre los astros
de una noche inmensa.
Agujero negro a la inversa
expulsando infinitas cosas y milenios,
seres creados de violetas
órganos pensantes
desde donde también germinas renovada,
plantas amarillas como soles
y aguas atentas a la luz en diamante sueño,
femeninas formas
cuyos tentáculos cruzan
cuerpos de agua incalculables
y el centro de azules estrellas,
fosforescentes inocencias
taladrando nieblas,
agitadas formas ascendiendo
hacia sus hogares binarios
en cruz de luces expectantes,
madres sublevadas del frío
dormitando diminutos seres
de exquisito mirar agradecido,
padres guerreros blandiendo
sus ojos como espadas
al pie de mundos quietos
de rico follaje iridiscente
que dan la eterna juventud,
caparazones bogando
en su viaje inicial
hacia su planeta madre,
tu ciudad remontando
esta alma que restablece
las cosas a su esplendor:
cada uno uniendo el vértice
que el amor quiso
en los rostros.

***
Del texto inédito de Frank Ruffino: "Poemas evocados por Carmen Molins"

viernes, 11 de diciembre de 2009

Junio 10 en algún lugar del tiempo

Reina de los dioses, poderosa Juno

JUNIO 10 en algún lugar del tiempo.
al poeta Julio Vindas y Yamileth, bar Limón

Aun las huellas de la última tarde
en un preciso momento: rocola incendiada
por la voz de Nino y un viejo español nostálgico
gritando a Marchena,
dos espantosas putas dominicanas
mendingando tragos amenazan con marcharse
si los clientes no echan néctar en sus vasos,
un amigo poeta sonando maracas
con finísimas semillas
que solo germinarán en los tímpanos,
y esto me recuerda que no podré entrar al Cielo,
nacer y crecer mi alma en la tierra eterna del Paraíso.

Este poema en un lugar del tiempo.
Chirridos y chispas desde los talleres mecánicos;
atajados por las fieras del vecindario tristes
van los vendedores, ése perifonea
el nuevo restaurante cuya espectacular
especialidad es el pollo,
la voz de la ciega ofreciendo una suerte
que nunca toca mi bolsillo
por más insistencia en darle un golpe:
vive en el vacío ni su rostro siquiera intuyo.

Buscar a Ileana en algún lugar de la memoria,
desclasificar los archivos
y ver que en realidad
no la amaba lo suficiente para serle fiel.
Todavía más profundo, al fondo de esos
lóbregos estantes, contemplar muchos
de mis carteles extintos donde los superhéroes
ahora son mentirosos caídos en desgracia,
sin embargo, ahí lucen como acabaditos
de pegar con las chinchetas,
acerco el candil, escudriño sus nombres,
persisten algunas huellas
de aquellas creídas pequeñas manos…

Un llamado al orden me hace emerger de todo,
trazo una elipsis alrededor de junio 10, 2009.

jueves, 10 de diciembre de 2009

LADRÓN DE JOYAS

He entrado quedamente
a abrir tu cofre de luces
como un ladrón de joyas
en la noche.

Desde el fondo de mis manos
llenas de zafiros y de perlas
y vírgenes diamantes
hago fiesta dejando caer
a mis pies la noche astral
con una vieja devoción antigua.

Echo en mi saco
a Sirio, Pólux, Aldebarán,
Betelgeuse, Rigel, Antares;
me apropio de fosforescentes
anillos formados
con pedacitos de esmeraldas
orbitando majestuosos planetas;
reclamo el azul mármol
de lunas sombreadas por siglos,
y de exóticos minerales
que me harán joven y eterno…

Imperceptible la presencia
de este intruso
en la inmensa habitación de tu noche.
No echarás de menos
lo que llevan mis ojos:
guardados resplandores
que he prendido en las calles
y plazas de mi ciudad.

Como un ladrón de joyas
en la noche
he entrado quedamente
a abrir tu cofre de luces.

(Inédito, 07/12/09)

domingo, 6 de diciembre de 2009

TARDE DE ESCALAS Y RECUENTOS


a la poetisa Marian Raméntol Serratosa

Las hojas dispersas con poemas
de todos los tamaños.
Solo escucho el reloj,
y aunque no parezca, el silencio
de las otras cosas es atronador.
Cada cierto tiempo mi músculo rey
produce arritmias etílicas. Un aroma
de carne asada invade el barrio
y ante este primitivo estímulo
mi estómago lanza un aullido lastimero.

Desde la contraportada del libro
el poeta me mira como si el retratado
fuera yo. Es del otro bando: el whisky
y los cigarrillos lo despacharon
mucho antes de este mundo.
¿Diez años menos? Cosa insignificante
para él a quien le importaba un pito
el tiempo y los relojes.

Ahora estoy solo en mi vida,
aunque los lloriqueos del pequeño Octavio
me sobresaltan cada cierto tiempo
a pesar de estar a cuarenta kilómetros
de mi cuerpo. Ese es el costo,
todo lo demás es ganancia: nuevamente
la paz entra en mí y el ave de la poesía
comienza a aletear, a rehabilitarse
tras cuatro años de tullida en un rincón
de la casa. Dejo un momento el escritorio
y voy hacia la heladera, unos metros
más allá de mi habitación, y saco
otra botella. Este recorrido
lo he hecho seis o siete veces
desde las dos de la tarde y ya son
las once de la noche. Ya no quedan
más botellas llenas; asumo en mi
obnubilada cabeza, y lo lamento,
que no haré más este glorioso periplo:
tras el último trago me echaré en la cama,
pondré la mente en blanco y sucumbiré al sueño.

Por ahora sigo encendido como una vieja
radio que ya nadie logra descifrar.
Los latidos del reloj suplantan
a los de mi corazón:
creo estar infartándome
pero esta noble máquina
de cuarenta y cuatro años
empieza a estornudar.
Si cayera muerto sobre mis poemas
bien podrían interpretarlos
como las cartas de un suicida.

Ya en la cama hago recuento
de los clavos del techo.
Y antes de capitular mi vigilia
logro completar cuatro pensamientos:
si Júpiter fuera una naranja
la Tierra aparecería junto a él como la retina de mi ojo;
y si el Sol un balón de futbol
Júpiter simple canica;
mas el Sol al lado de Antares es este .
Y yo a la par de todo
el hombre invisible.

*****************
(Tilarán, seis de diciembre de 2009).

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