Seguidores

viernes, 12 de enero de 2024

© Ahora me oirás hablar (Cuento de Frank Ruffino)


Mi antiguo amigo Enrique es de esos individuos que intentan reescribir la historia desde una óptica de oportuna intervención alienígena en todo.


Que si se viaja al pasado lo aconsejable es ocultar el smartphone, no sea un contemporáneo aparezca en el nuevo descubrimiento de un fresco en Pompeya, jeroglífico egipcio o teotihuacano... y sea calificado de viajero del futuro.

Más que claro, unos pocos han establecido, los objetos fuera de tiempo y lugar (ooparts) son siempre sospechosos en las imágenes, jeroglíficos e inscripciones del pasado.

¿Convivieron los humanos de hoy con los dinosaurios?

Todo esto lo he sabido por boca de Enrique, asiduo colaborador de medios como Factor X, Más Allá o revista Viajeros.

Autodenominado ufólogo, la otra noche trató de convencerme de que una ruedita dorada soldada en cierto hueso de dinosaurio comprado a un anticuario en Barranquilla, es incuestionable evidencia: «…Un tipo moderno visitó el Cretácico tardío allá en lo que es hoy Nuevo México».

—Oh... Dios... —Exclamé.

—Como en el cuento de Cenicienta, el hombre involuntariamente dejó ese botón de su jeans. Las fuerzas g de ese portal de retorno desprendió la pieza de la mezclilla —sentenció.

—Tiene lógica, aunque es más probable el tipo fuese devorado por esa bestia draconiana —le dije, aunque consumiéndome por la duda y mostrando cara de haberme topado con una extraordinaria epifanía.

—¿Conocieron los faraones el secreto de la electricidad? —Me pregunta a mí, que apenas encajo una bombilla en el plafón de mi lamparita de noche.

—Pienso, humildemente pienso, algunos rayos partieron las crismas a un puñado de egipcios del tiempo de Amenofis I —manifesté irónico.

—Esto no es un juego, se trata de información reservada por lo que no debe prestarse a la chanza barata —advirtió muy serio, taladrándome con una mirada de profunda lástima que me hizo sentir un cavernícola transitando la Avenida Quinta de Nueva York.

Para Enrique, es imposible el humano haya levantado majestuosas pirámides en Egipto o las de las culturas precolombinas. Pero yo callo, presa del terror, tratando de evitar sus exabruptos si se le contradice, porque es alto, corpulento y experto en artes marciales, refieren los muchachos del gimnasio en Sabana.

—Entonces, amigo, con todo respeto, si es así, las ciudades modernas de descomunales rascacielos, megapuentes, autopistas, túneles... ¿también son de factura alienígena? ¿No se constituyen en pruebas más que suficientes de que poseemos de larga data esa capacidad ingenieril?

—Simplemente, a tanto de observarlos, aprendimos a domeñar esas tecnologías —atinó a decir.

*

Harto de soportar las olímpicas burradas de Enrique, llegó por fin el día en que hubo un punto de quiebre en esta vieja relación de amistad, así, cierta mañana decidí echar en marcha mi plan.

En la víspera, le envié un WhatsApp invitándolo a desayunar en casa prometiendo revelarle la historia ultrasecreta (a todas luces falsa) de una exuberante vecinita, días atrás abducida por alguna raza de extraterrenos por definir.

Acordé con el de la seguridad trancar acceso principal al complejo de cuarenta pisos. Y a la hora acordada, encumbrado en el veinteavo nivel de los rascacielos gemelos Linda vista del Paseo Colón, vi llegar al creyencero de Enrique.

Megáfono en mano lo llamé desde el estrecho balconcillo monopolizado por una larga caña india que se eleva ya dos pisos más arriba:

—Eh, Enrique, aquí arriba. Ahora me oirás hablar, tú… que sostienes Cristóbal Colón descubrió América gracias a un misterioso mapa proveído por habitantes de las Pléyades... ¡Pamplinas, llegó porque tenía que caer aquí tan inteligente y estoico navegante!

»¿Que los cosmonautas dejaron su huella en las cuevas de Tassili o en Nazca?...

»¡Ridículo por demás!

»¿Las calaveras de cristal son de factura alienígena?...

»¡Eres un reverendo chorizo!

»¿Pilas voltaicas de miles de años de antigüedad o gigantescas columnas erigidas con una tecnología cósmica aún por descubrir...?

»¡Mierda y más mierda cabrón!

»Y el eterno temita del trasfondo alienígena del manuscrito Voynich, el Mecanismo de Anticitera o el Mapa de Piri Reis...

»¡Cazurro!».

Debo decir, allá, treinta o cuarenta metros abajo, el paranoico y energúmeno de Enrique realizaba ademanes nada civilizados. Afortunadamente no podía escucharle, pues su vozarrón no alcanzaba para tanto si ya el nutrido tránsito matinal apagaba sus maldiciones que contenían, de seguro, la fórmula para mi muerte lenta y dolorosa. Todavía así, tuve la energía y el suficiente valor para completar mi venganza.

—¡Y toma, quédate con el Más Allá y esta sarta de revistas irrisorias, mierdas más absurdas que el horóscopo chino!

Las hojas de los ejemplares se desparramaban en el aire mientras seguía vociferando por mi altavoz. Aunque no fuese mi objetivo, también había paralizado todo y hasta cierto noticiero amarillista de tv me filmaba tras el alcornoque de la glorieta de la esquina.

Para uno de mis cumpleaños, Enrique me había obsequiado una réplica barata de la Copa de Licurgo que ahora devolvía, con tan mala suerte que impactó en su tozudo cogote. Todavía así, se repuso con extraordinaria rapidez y comenzó a amenazar al tránsito aquella mañana de vendettas.

Confieso, nunca le volví a ver e ignoro si mi otrora amigo sería recluido en algún sanatorio.

Obviándose ese lado conspiranoico y necias supercherías, pienso, Enrique era un buen tipo. 

FIN

Hoy les comparto "Ameno", de Era, éxito mundial de 1996. Video-canción, subtítulos en español:



'Ahora me oirás hablar' es uno de los 18 textos de mi tercer libro PARA MATAR A UN ANDROIDE. Pueden adquirir la obra a través del WhatsApp-Sinpe: 85-28-84-87: 7,000 colones por ejemplar, incluye envío. Es posible cancelar una vez que llega libro.

Mis tres publicaciones de cuentos: 12,000, precio que también contempla costo de correo rápido certificado.

¡Gracias por la confianza!

FEEDJIT Live Traffic Feed