Imagen de la Red con fines ilustrativos.
Era la Navidad en la localidad de Fuengirola, tiempo de heladas temperaturas en toda España y de abundantes caritas felices que esperan con ansias el regalo, si no sorpresivo para los pequeñitos que aún creen en San Nicolás y los Reyes Magos, pues bien, manifiesto con bastante antelación a los consentidores padres.
En medio de toda esta algarabía de deseos y villancicos voceados desde la blanca torre de la Parroquia de Nuestra Señora del Rosario, una reciente viuda lloraba amargamente. Nadie ni nada lograban consolarla, y menos dilucidar el misterioso deceso de su amado esposo.
*
Apenas pasadas esas no tan felices fiestas, la marchita dama había tomado las respectivas medidas del caso a fin de desentrañar la enigmática muerte de su marido, para lo cual contrató a un reputado detective. Porque, de todos era sabido, el escritor Cojoncio Seisdedos Perfecto había muerto aplastado por un furgón en la autopista en las afueras del municipio.
Todavía así, como se ha establecido líneas atrás, este suceso era catalogado por todos de difícil explicación, tratándose de un hombre normal, sensato, predecible, sin vicios conocidos y amigo de sus amigos.
—¿Ha barajado la muerte de su cónyuge como posible suicidio... no sé, muchos se ponen nostálgicos en Navidades? —Preguntó sin ambages el detective Luzdivino Feoli a la viuda Dolores Fuertes.
—Nanay de la China, señor agente, mi Cojoncio era hombre felizmente casado que amaba las celebraciones de fin de año y festividades posteriores, a pesar de haberse formalizado con una a sus cuarenta, tras noviazgo de veinte años al punto que en el pueblo le habían puesto el apodo de «Amor eterno», todo un campeón —replicó orgullosa.
Pero los meses se acumulaban al punto de acercarse las nuevas fiestas que concluyen con cada año, y a falta de pistas, por recomendación del mismo Luzdivino, Dolores condujo a la localidad vecina de Alhaurín el Grande, y aparcó frente al Número 8 del más famoso médium del país, el maestro don Burgundóforo Salido Del Pozo.
—Un gusto, señora Fuertes Dolores...
—Dolores...
—...Fuertes sí, disculpas, nombre raro como pocos.
—No hay cuidado, suele pasar —aclaró la mujer formulando el motivo de su visita—. El detective...
—Sí, sí, estoy enterado por Luzdivino quien me telefoneó ayer mismo de su triste caso navideño, tenga la cortesía de entrar.
—Gracias, gracias.
Y la señora relató asuntos trascendentes de la personalidad y antigua vida de su difunto marido. Cuando el sabio creyó tener suficiente información, dijo:
—Luego de perfilarme a su Seisdedos Perfecto mostrándome la bella y robusta caligrafía en esas románticas cartas, y sabiendo su singular capacidad de escribir buenos cuentos y haber alcanzado cierta notoriedad literaria, aquí procede, más que escucharlo hablar a través del vehículo de mi materia corpórea, pues iremos en un mano a mano...
—¿Mano a mano… qué desea decir?... —preguntó la viuda.
—Quiero decir que, entre dos escritores, lo ideal y pertinente a fin de sacar el máximo provecho en este caso específico, es emplear la técnica de la psicografía, o bien conocida como escritura automática...
—¿Psicología? —interrogó confundida la viuda, quien nunca había escuchado de ese concepto y vocablo.
—Psi-co-gra-fía señora mía —aclaró Burgundóforo—. En términos sencillos para usted, que igual entraré en trance y el espíritu de vuestro Seisdedos tomará esta mano (Burgundóforo aleteó varias veces su palma derecha frente al rostro de la mujer) y nos escribirá los motivos de salir intempestivamente esa mañana navideña, y el posterior desenlace que derivó en su extraño deceso.
—¡No!
—¡Sí!
—Mas, una no puede pagar mucho por esa filosofía —dijo angustiada y chasqueando sus dedos pulgar e índice insinuando no tenía suficiente dinero.
—Psi-co-gra... olvídelo, no se preocupe por la jerga de este oficio. Tampoco a un colega del calibre de Seisdedos es ético cobrarle. «Hoy por ti mañana por mí».
—Pero don Brujolójugo..., no visualizo qué pago podrá mañana ofrecerle mi Cojoncio si ya lleva muchos días difunto, o... ¿acaso existe una nueva app para que los seres queridos nos puedan realizar transferencias desde el más allá?
—Jaja, buen sentido del humor el suyo, pero llámeme Brujo, más fácil y así nos entendemos mejor. Comprendo su nerviosismo, de lo más normal, si uno no es un simple zapatero o panadero.
Burgundóforo pareció ser presa de un éxtasis, miraba fijamente al artesonado del lúgubre caserón, muy prendado de su fama y autoridad en tales artes.
Dolores, ante este suspense, aterrada descubrió en la techumbre una red de telarañas que semejaban mallas de pesca plagando toda su superficie por lo que tomó su móvil y fotografió aquello… Grandes y negras arañas realizaban equilibrio en ellas y le hicieron dar un grito ahogado, pues nunca había avistado insectos de esa magnitud. El espiritista, perturbado en su ensimismamiento, comprendió al instante el pavor que arrasaba a la viuda:
—Ah... esas arañitas, no tema, sólo son proyecciones del más allá, y, por cierto, muy asustadizas. También es inútil las desee captar con la cámara de su celular… —tomó de la esquina cercana el palo largo de un escobón e intentó tocar una de aquellas «tarántulas» fantasmales que al instante comenzó a evaporarse como el humo—. Ve, se lo dije.
—¡Por Nuestra Virgen del Rosario! —Exclamó trémula, presa de un horror indecible, constataba no aparecían en sus imágenes.
Entonces Burgundóforo retomó el asunto que los ocupaba:
—...Sobre la recompensa económica por mis servicios, acuérdese, idéntico a su consorte, debo morir y uno nunca sabe si en el otro lado alguno de tantos clientes o colegas pueda tenderme la mano o guiarme en ese mundo de tinieblas donde cualquier cosa puede sucedernos...
—Ah, pues así pues sí señor Brujo —dijo satisfecha con mayor confianza la tacaña viuda al saber ahorraría unos cuantos euros, y aclaró—: Mi marido era zurdo.
—Bien me dilucide este detalle, emplearé mi mano izquierda a fin de no entorpecer los mensajes del más allá, de no precaverme, el sentido de estos hubiese dicho cosa muy distinta.
👆 Mi primera novela (octubre 2024), publicación que ha tenido excelente acogida entre los lectores. De mi obra, Justo Sotelo, profesor de Literatura de la Complutense de Madrid y escritor, ha sentenciado: "Acabo de leer esta novela. Me gusta el desparpajo del narrador en su forma de referirse a los lectores, y esa mezcla de realismo o surrealismo mágico y de realidad que consigue en la mayor parte de sus páginas. También destaco la mezcla de nombres reales con actores y otros nombres de ficción, lo que hace que los "actantes" sean creíbles, confiriendo autenticidad al texto. Es buen libro, fresco, fácil de leer, pero a la vez profundo, y con muchas capas literarias, como la piel de las cebollas o las matrioshkas rusas. Felicidades, escritor. Un abrazo".
La viuda retornó con Burgundóforo en su Audi del año, coche adquirido con el cuantioso seguro de vida dejado por su ex Seisdedos. Hicieron parada en una de tantas pedanías y adquirieron un tablero y dos plumones para atacar directamente el problema en casa.
Ya en la residencia de la mujer en Fuengirola, el médium instaló en el centro del salón el gran pizarrón y antes de proceder con el trance, Dolores preparó un café expreso bien cargado acompañado de una porción de queque de canela que había horneado esa mañana en su horno inteligente.
Agradecido por cortesía tan inesperada, el psíquico relamió sus bigotes, y previno a la clienta:
—Al establecer contacto, común es el difunto actúe normalmente y posible que realice un saludo y pequeña introducción; por favor, trate de no mostrar emociones escandalosas que puedan abortar la sesión a fin de coger el canal en el primer intento.
—Deseo la verdad, nada más que la verdad don Brujo el filósofo.
—Bien, procedo a entablar comunicación desde larga distancia, de Fuengirola al más allá y así afinar el habla en la escritura —anunció al fin Salido Del Pozo.
Transcurrió un largo rato en que el ocultista trataba de fijar relación con el otro mundo y el fallecido. En un punto de este suspenso, complacido al ver la pertinente nubecilla del otro mundo que suele filtrarse en escena y cubrir todo alrededor cargando el ambiente de electromagnetismo, involuntariamente Burgundóforo empezó a garabatear, primero rayas indescifrables y algunas vocales que oscilaron de lo básico a complejo formándose en el encerado palabras primarias y hasta clásicos trabalenguas: «mamá», «papá»...; «otorrinolaringólogo», «paralelepípedo», «tres tristes tigres trigo comieron»...
Luego, afinado el lenguaje, el ansiado texto revelador, ahora aceptable por presentarse en contexto, coherente y legible.
Para Dolores no cabía duda de la autenticidad metafísica y paranormal del ejercicio, hecho que la conmocionó hasta el tuétano. Frente a ella aparecía la hermosa, fluida y correcta caligrafía de Cojoncio Seisdedos Perfecto que le destacara en la vida amorosa epistolar, académica, literaria y laboral en el ministerio:
Buenas tardes mi amada Doloritas y mediador telépata de ultratumba don Burgundóforo Salido Del Pozo de Alhaurín el Grande. ¡Extraño tanto esa torta de canela que preparaba el Día de Reyes mi esposita, aquí ni pan, ni agua! ...Es ruinosa y descortés la Parca, que nos despoja «ipsofactamente» de los placeres de antaño, así que no se apresuren en venir. ¡Pero mil gracias por este inesperado conecte! No interrumpan, sólo escribooo, escriboooo, escribooooo...
👆 Mi último poemario (setiembre 2024)
(El chamán Burgundóforo abrió desmesuradamente los ojos, sin más vestigio de color que el blanco en ellos, en cámara lenta la cabeza describió tres vueltas sobre sus hombros y proyectó un olímpico salto simiesco ante el pizarrón, seguido de estruendoso flato, tan fuerte, como los decibeles al martillar un revólver, detonación intestinal que por poco tumba a la viuda. En esta parte, el rotulador negro comenzó a escribir de verdad, frenéticamente, al punto que el viejo esotérico evocaba a endemoniado director de orquesta. Así, acabó por averiguar lo que ese aciago día de Navidad había acontecido a Cojoncio Seisdedos Perfecto. La preciosa y clarísima psicografía en el pizarrón se constituía en prueba irrefutable):
Se trató de un triste y rocambolesco incidente en Nochebuena que resultó una noche malita, y que me tiene en este maldito y lóbrego ensueño, sin poder aspirar a más de lo anterior. Yo nunca había comido remolacha porque desde muy niño, convencido estaba, tal cosa, redonda y roja, era una bola de sangre con sabor a hierro que ciertos señores encorvados y de ropas sucias obtenían entre los negros y helados terrones de gleba (se me figuraban otra especie de sepultureros), allá en mi apacible pueblito montañés de Malcocinado. En ese entonces, en aquella ingenua y asustadiza cabeza infantil, se me figuraba que los rústicos hombres de sombrero blanco de lona, botas de hule hasta las rodillas, camisa blanca de mangas que se cerraban en los puños y delantales de gris army, arrancaban de la fértil sementera los corazones rojos de los muertos, aún palpitantes y chorreantes de sangre. Pero, hasta las tiernas manías y fobias llegan a ser, de adultos, felices trances superados. Casi siempre... Entonces, querido Burgundóforo psicográfico, acaeció el día de nuestro primer aniversario, porque sabrá Usted, nos casamos precisamente en Nochebuena, día en que mi compañera aquí presente, preparó ensalada rusa con esa delicada variación de atún fresco, platillo para repetir sin dejar nada en el tazón de vidrio puesto sobre el comedor hogareño. Por desconocer ella el trasfondo con esta verdura de las dudas que por su colorida y taimada propiedad ha asustado a más de un cristiano y seguro que también a muchos moros, al fin había vencido mi fobia a la remolacha. Mas, a nadie puede garantizársele que a los felices cónyuges sólo por ese día de celebración se otorgue licencia de evitar realizar la básica y ancestral necesidad fisiológica, y un retortijón sonoro que fue aplacado por celestiales villancicos, me puso en sobre aviso. Nada de extrañar, como les digo, tras una cena a cuerpo de rey con tiramisú incluido (y de mi parte, obsequiarle unos lirios muy bonitos para la ocasión y un fino estuche de chocolates suizos), pues que la tripa obligó a conducirme vertiginoso, sudoroso y fatigado al cuarto de servicio. Con algo de vergüenza debo confesar que en vida practicaba el repugnante ritual, luego del acto, de voltear y mirar, esa noche especial no fue la excepción. No obstante, esta vez la hemorragia vaciada en la taza impidió un atisbo escatológico de morbosa satisfacción: una sanguaza pasaba por legítima sangre y, según yo, moría putrefacto y fulminado a causa de implacable cáncer de colon, ¡grande injusticia ahora que al fin lograba la dicha existencial! Pueden constatar, aprensivo he sido con la salud y algo hipocondríaco. Sin revelarle esta anónima miseria a Doloritas, bajo cualquier excusa inexacta que ya no recuerdo de tantos nervios, presa de terribles dolores en el vientre bajo, temprano, ya en Navidad, me vestí y marché corriendo cual galgo a la clínica de ultrasonidos del galeno Romano Barbarito, no muy lejos de casa. Traspasé la autopista a cuatro carriles, inmerso en una nublada, sorda y traicionera visión de foco sin reparar en el aparatoso puente peatonal aéreo, y derechito me dirigí hasta el objetivo, intentaba ganar la concurrida autopista.
Extenuado tras capitular esta desconcertante confesión, Burgundóforo cayó sobre el diván junto a la afligida y pobre viuda, ejecutó movimientos epilépticos mientras profería desconcertantes insultos soeces contra la Asociación de Ateos de los Estados Unidos y el equipo de béisbol Chicago Cubs; Dolores, ajena a estas bizarras peculiaridades de la profesión, sollozaba incontenible, se culpaba de la espantosa suerte de su marido por haber hecho ella una mala elección entre dos platillos del menú especial de Nochebuena. El otro... lenguado al horno con patatas.
FIN
Cuento inédito de Frank Ruffino. Tilajari, CR.
*
LITERATURA COMO EL MEJOR OBSEQUIO NAVIDEÑO, Y QUE ES PARA SIEMPRE (LOS BUENOS LIBROS SE ATESORAN)
'TRISTES MEMORIAS DE UN TIRANOSAURIO REX' (NOVELA)
A mis amigos lectores, les recuerdo mi libro 'Tristes memorias de un Tiranosaurio rex' está aún disponible, pocos ejemplares. Pueden adquirirla directamente con este servidor al Sinpe-WhatsApp 85-28-84-87 (verificar sea mi perfil real y ese único número, a nombre de Francisco de Asís García Rufino), 8 mil, incluye envío rápido por CorreosCR.; junto con mi también reciente poemario 'Ángel de lengua azul', 12 mil totales. Igual, pueden realizar Sinpe una vez que libro llega hasta sus manos.
Para los tilaranenses, ambas obras directamente a través de este autor; y, sin la oferta anterior, en Tilacentro Comercial (costado oeste de Gollo), ambas publicaciones, la novela, 8 mil y poemario, 6 mil. Ahí, nuestra querida y proactiva Xinia Gomita les atenderá como merecen.
Mi último poemario (setiembre 2024), obra que ha recibido excelentes críticas literarias en Costa Rica. Una de ellas a cargo del escritor y poeta Guillermo Fernández:
https://culturacr.net/poemario-angel-de-lengua-azul-resena/
Les comparto de la cantante, escritora, pianista, actriz y filántropa estadounidense, Toni Braxton (1967) su famoso tema de 1996, 'Un-Break My Heart':
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