Hoy has venido a mi casa
como un fantasma;
los sueños y deseos,
Fadir, son idénticos
a los niños
muy pequeños...
que obvian formalidades
de adultos, naturalmente:
estaba sentado en mi sofá
desgajando una naranja,
y emergías de la lámpara.
Caminabas distraída,
y al pasar frente
a mí te he tocado el puño,
casi un roce
porque seguías...
exactamente eso, Fadir.
—Eaaaa... mi bella genio,
soy yo, el deseoso.
—Oh sí... —dijiste—.
Siempre con la manía
de frotar esta cosa,
mi propia celda.
Luego te enseñé
la distribución
de la vivienda y estuviste
de acuerdo en todo,
ese, el primer deseo.
Sentada frente
a mí, escuchabas.
—¿Sabes?
—¿Qué?
—Los fantasmas
no observan patrones
definidos.
Unos suelen
aparecerse regularmente
a sus seres queridos,
otros nunca... hasta
ser olvido.
¿Será sugestión
de algunos deudos,
o de ansiosos
cazafantasmas
en desempleo?
(Únicamente estabas
atenta, sin hablar).
Luego un gran
perro café,
similar al Doberman
irrumpió desde el solar
(nunca he tenido perro),
venía como can
por su casa,
sí, y yo era su amo.
¿Extraño, no, este
segundo deseo?
Quise devolverle
porque lo quería
Pastor belga,
mas mostraste
súbito descontento
y dijiste algo
así como que todos
ellos son adorables.
En esta aparición
exhibías absoluta
serenidad
y no pude evitar
evocar a las musas:
gastabas un vestido azul
de sugerentes
transparencias,
y siempre observándome,
mientras disertaba
de mil cosas
que ya no preciso bien.
Eso es, nada más quería
hacerte partícipe
de mis anhelos
con tu tranquila
presencia de humo.
Por cierto, ahora
que lo recuerdo,
esa casa es de época
muy lejana,
(y ni tú ni yo humanos
modernos):
toda de granito
entre un millar más,
en mítico paraje egipcio
del desierto, Amarna,
ciudad fundada
en vírgenes arenales
y en tan sólo treinta
y seis meses
para el culto de Atón,
y que estuvo poblada
durante doce años
hasta la muerte
de Akenatón,
de quien se cuenta,
nunca abandonó
su fugaz urbe.
Y desde entonces
la arena
se encargó
de sepultarla
intacta,
como el tiempo
lo hará también
con cualquier
deseo cumplido.
Y el tercer deseo, Fadir,
eres tú, ya libre
de este eterno presidio
de bronce, junto a mí…
Ahora sí: ese es el único
deseo que te concedo,
naturalmente,
si tú lo deseas.
*
Un poema (inédito) que escribí, creo, en noviembre pasado, o antes... Fadir Delgado y Carlos Villalobos estaban ganando como locos premios literarios. Sugestión sería... Fue sólo un buen sueño que registré al despertar. Está intacto, sin una coma o punto de más.
https://cuentosdefrankruffino.blogspot.com/2023/11/el-rapto-impensable-cuento-de-frank.html
Les presento esta canción de la cantautora y poeta nicaragüense radicada en el país, Ceshia Ubau (1997).
No hay comentarios:
Publicar un comentario