Seguidores

domingo, 15 de diciembre de 2024

© Lotería en Nochebuena (Cuento inédito de Frank Ruffino) .

 

Imagen de la Red con fines ilustrativos. 

Era la Navidad en la localidad de Fuengirola, tiempo de heladas temperaturas en toda España y de abundantes caritas felices que esperan con ansias el regalo, si no sorpresivo para los pequeñitos que aún creen en San Nicolás y los Reyes Magos, pues bien, manifiesto con bastante antelación a los consentidores padres.  

En medio de toda esta algarabía de deseos y villancicos voceados desde la blanca torre de la Parroquia de Nuestra Señora del Rosario, una reciente viuda lloraba amargamente. Nadie ni nada lograban consolarla, y menos dilucidar el misterioso deceso de su amado esposo.  

*  

Apenas pasadas esas no tan felices fiestas, la marchita dama había tomado las respectivas medidas del caso a fin de desentrañar la enigmática muerte de su marido, para lo cual contrató a un reputado detective. Porque, de todos era sabido, el escritor Cojoncio Seisdedos Perfecto había muerto aplastado por un furgón en la autopista en las afueras del municipio. 

Todavía así, como se ha establecido líneas atrás, este suceso era catalogado por todos de difícil explicación, tratándose de un hombre normal, sensato, predecible, sin vicios conocidos y amigo de sus amigos.  

—¿Ha barajado la muerte de su cónyuge como posible suicidio... no sé, muchos se ponen nostálgicos en Navidades? —Preguntó sin ambages el detective Luzdivino Feoli a la viuda Dolores Fuertes.  

—Nanay de la China, señor agente, mi Cojoncio era hombre felizmente casado que amaba las celebraciones de fin de año y festividades posteriores, a pesar de haberse formalizado con una a sus cuarenta, tras noviazgo de veinte años al punto que en el pueblo le habían puesto el apodo de «Amor eterno», todo un campeón —replicó orgullosa.  

Pero los meses se acumulaban al punto de acercarse las nuevas fiestas que concluyen con cada año, y a falta de pistas, por recomendación del mismo Luzdivino, Dolores condujo a la localidad vecina de Alhaurín el Grande, y aparcó frente al Número 8 del más famoso médium del país, el maestro don Burgundóforo Salido Del Pozo.  

—Un gusto, señora Fuertes Dolores...  

—Dolores... 

—...Fuertes sí, disculpas, nombre raro como pocos.  

—No hay cuidado, suele pasar —aclaró la mujer formulando el motivo de su visita—. El detective...  

—Sí, sí, estoy enterado por Luzdivino quien me telefoneó ayer mismo de su triste caso navideño, tenga la cortesía de entrar.  

—Gracias, gracias. 

Y la señora relató asuntos trascendentes de la personalidad y antigua vida de su difunto marido. Cuando el sabio creyó tener suficiente información, dijo:  

—Luego de perfilarme a su Seisdedos Perfecto mostrándome la bella y robusta caligrafía en esas románticas cartas, y sabiendo su singular capacidad de escribir buenos cuentos y haber alcanzado cierta notoriedad literaria, aquí procede, más que escucharlo hablar a través del vehículo de mi materia corpórea, pues iremos en un mano a mano...  

—¿Mano a mano… qué desea decir?... —preguntó la viuda.  

—Quiero decir que, entre dos escritores, lo ideal y pertinente a fin de sacar el máximo provecho en este caso específico, es emplear la técnica de la psicografía, o bien conocida como escritura automática...  

—¿Psicología? —interrogó confundida la viuda, quien nunca había escuchado de ese concepto y vocablo.  

—Psi-co-gra-fía señora mía —aclaró Burgundóforo—. En términos sencillos para usted, que igual entraré en trance y el espíritu de vuestro Seisdedos tomará esta mano (Burgundóforo aleteó varias veces su palma derecha frente al rostro de la mujer) y nos escribirá los motivos de salir intempestivamente esa mañana navideña, y el posterior desenlace que derivó en su extraño deceso.  

—¡No! 

—¡Sí!  

—Mas, una no puede pagar mucho por esa filosofía —dijo angustiada y chasqueando sus dedos pulgar e índice insinuando no tenía suficiente dinero.  

—Psi-co-gra... olvídelo, no se preocupe por la jerga de este oficio. Tampoco a un colega del calibre de Seisdedos es ético cobrarle. «Hoy por ti mañana por mí».  

—Pero don Brujolójugo..., no visualizo qué pago podrá mañana ofrecerle mi Cojoncio si ya lleva muchos días difunto, o... ¿acaso existe una nueva app para que los seres queridos nos puedan realizar transferencias desde el más allá?  

—Jaja, buen sentido del humor el suyo, pero llámeme Brujo, más fácil y así nos entendemos mejor. Comprendo su nerviosismo, de lo más normal, si uno no es un simple zapatero o panadero.  

Burgundóforo pareció ser presa de un éxtasis, miraba fijamente al artesonado del lúgubre caserón, muy prendado de su fama y autoridad en tales artes.  

Dolores, ante este suspense, aterrada descubrió en la techumbre una red de telarañas que semejaban mallas de pesca plagando toda su superficie por lo que tomó su móvil y fotografió aquello… Grandes y negras arañas realizaban equilibrio en ellas y le hicieron dar un grito ahogado, pues nunca había avistado insectos de esa magnitud. El espiritista, perturbado en su ensimismamiento, comprendió al instante el pavor que arrasaba a la viuda:  

—Ah... esas arañitas, no tema, sólo son proyecciones del más allá, y, por cierto, muy asustadizas. También es inútil las desee captar con la cámara de su celular… —tomó de la esquina cercana el palo largo de un escobón e intentó tocar una de aquellas «tarántulas» fantasmales que al instante comenzó a evaporarse como el humo—. Ve, se lo dije.  

—¡Por Nuestra Virgen del Rosario! —Exclamó trémula, presa de un horror indecible, constataba no aparecían en sus imágenes.  

Entonces Burgundóforo retomó el asunto que los ocupaba:  

—...Sobre la recompensa económica por mis servicios, acuérdese, idéntico a su consorte, debo morir y uno nunca sabe si en el otro lado alguno de tantos clientes o colegas pueda tenderme la mano o guiarme en ese mundo de tinieblas donde cualquier cosa puede sucedernos...  

—Ah, pues así pues sí señor Brujo —dijo satisfecha con mayor confianza la tacaña viuda al saber ahorraría unos cuantos euros, y aclaró—: Mi marido era zurdo.  

—Bien me dilucide este detalle, emplearé mi mano izquierda a fin de no entorpecer los mensajes del más allá, de no precaverme, el sentido de estos hubiese dicho cosa muy distinta.  

👆 Mi primera novela (octubre 2024), publicación que ha tenido excelente acogida entre los lectores. De mi obra, Justo Sotelo, profesor de Literatura de la Complutense de Madrid y escritor, ha sentenciado: "Acabo de leer esta novela. Me gusta el desparpajo del narrador en su forma de referirse a los lectores, y esa mezcla de realismo o surrealismo mágico y de realidad que consigue en la mayor parte de sus páginas. También destaco la mezcla de nombres reales con actores y otros nombres de ficción, lo que hace que los "actantes" sean creíbles, confiriendo autenticidad al texto. Es buen libro, fresco, fácil de leer, pero a la vez profundo, y con muchas capas literarias, como la piel de las cebollas o las matrioshkas rusas. Felicidades, escritor. Un abrazo".

La viuda retornó con Burgundóforo en su Audi del año, coche adquirido con el cuantioso seguro de vida dejado por su ex Seisdedos. Hicieron parada en una de tantas pedanías y adquirieron un tablero y dos plumones para atacar directamente el problema en casa.  

Ya en la residencia de la mujer en Fuengirola, el médium instaló en el centro del salón el gran pizarrón y antes de proceder con el trance, Dolores preparó un café expreso bien cargado acompañado de una porción de queque de canela que había horneado esa mañana en su horno inteligente. 

Agradecido por cortesía tan inesperada, el psíquico relamió sus bigotes, y previno a la clienta:  

—Al establecer contacto, común es el difunto actúe normalmente y posible que realice un saludo y pequeña introducción; por favor, trate de no mostrar emociones escandalosas que puedan abortar la sesión a fin de coger el canal en el primer intento.  

—Deseo la verdad, nada más que la verdad don Brujo el filósofo.  

—Bien, procedo a entablar comunicación desde larga distancia, de Fuengirola al más allá y así afinar el habla en la escritura —anunció al fin Salido Del Pozo.  

Transcurrió un largo rato en que el ocultista trataba de fijar relación con el otro mundo y el fallecido. En un punto de este suspenso, complacido al ver la pertinente nubecilla del otro mundo que suele filtrarse en escena y cubrir todo alrededor cargando el ambiente de electromagnetismo, involuntariamente Burgundóforo empezó a garabatear, primero rayas indescifrables y algunas vocales que oscilaron de lo básico a complejo formándose en el encerado palabras primarias y hasta clásicos trabalenguas: «mamá», «papá»...; «otorrinolaringólogo», «paralelepípedo», «tres tristes tigres trigo comieron»... 

Luego, afinado el lenguaje, el ansiado texto revelador, ahora aceptable por presentarse en contexto, coherente y legible.  

Para Dolores no cabía duda de la autenticidad metafísica y paranormal del ejercicio, hecho que la conmocionó hasta el tuétano. Frente a ella aparecía la hermosa, fluida y correcta caligrafía de Cojoncio Seisdedos Perfecto que le destacara en la vida amorosa epistolar, académica, literaria y laboral en el ministerio:  

Buenas tardes mi amada Doloritas y mediador telépata de ultratumba don Burgundóforo Salido Del Pozo de Alhaurín el Grande. ¡Extraño tanto esa torta de canela que preparaba el Día de Reyes mi esposita, aquí ni pan, ni agua! ...Es ruinosa y descortés la Parca, que nos despoja «ipsofactamente» de los placeres de antaño, así que no se apresuren en venir. ¡Pero mil gracias por este inesperado conecte! No interrumpan, sólo escribooo, escriboooo, escribooooo...


👆 Mi último poemario (setiembre 2024)

(El chamán Burgundóforo abrió desmesuradamente los ojos, sin más vestigio de color que el blanco en ellos, en cámara lenta la cabeza describió tres vueltas sobre sus hombros y proyectó un olímpico salto simiesco ante el pizarrón, seguido de estruendoso flato, tan fuerte, como los decibeles al martillar un revólver, detonación intestinal que por poco tumba a la viuda. En esta parte, el rotulador negro comenzó a escribir de verdad, frenéticamente, al punto que el viejo esotérico evocaba a endemoniado director de orquesta. Así, acabó por averiguar lo que ese aciago día de Navidad había acontecido a Cojoncio Seisdedos Perfecto. La preciosa y clarísima psicografía en el pizarrón se constituía en prueba irrefutable):  

Se trató de un triste y rocambolesco incidente en Nochebuena que resultó una noche malita, y que me tiene en este maldito y lóbrego ensueño, sin poder aspirar a más de lo anterior. Yo nunca había comido remolacha porque desde muy niño, convencido estaba, tal cosa, redonda y roja, era una bola de sangre con sabor a hierro que ciertos señores encorvados y de ropas sucias obtenían entre los negros y helados terrones de gleba (se me figuraban otra especie de sepultureros), allá en mi apacible pueblito montañés de Malcocinado. En ese entonces, en aquella ingenua y asustadiza cabeza infantil, se me figuraba que los rústicos hombres de sombrero blanco de lona, botas de hule hasta las rodillas, camisa blanca de mangas que se cerraban en los puños y delantales de gris army, arrancaban de la fértil sementera los corazones rojos de los muertos, aún palpitantes y chorreantes de sangre.  Pero, hasta las tiernas manías y fobias llegan a ser, de adultos, felices trances superados. Casi siempre... Entonces, querido Burgundóforo psicográfico, acaeció el día de nuestro primer aniversario, porque sabrá Usted, nos casamos precisamente en Nochebuena, día en que mi compañera aquí presente, preparó ensalada rusa con esa delicada variación de atún fresco, platillo para repetir sin dejar nada en el tazón de vidrio puesto sobre el comedor hogareño. Por desconocer ella el trasfondo con esta verdura de las dudas que por su colorida y taimada propiedad ha asustado a más de un cristiano y seguro que también a muchos moros, al fin había vencido mi fobia a la remolacha. Mas, a nadie puede garantizársele que a los felices cónyuges sólo por ese día de celebración se otorgue licencia de evitar realizar la básica y ancestral necesidad fisiológica, y un retortijón sonoro que fue aplacado por celestiales villancicos, me puso en sobre aviso. Nada de extrañar, como les digo, tras una cena a cuerpo de rey con tiramisú incluido (y de mi parte, obsequiarle unos lirios muy bonitos para la ocasión y un fino estuche de chocolates suizos), pues que la tripa obligó a conducirme vertiginoso, sudoroso y fatigado al cuarto de servicio. Con algo de vergüenza debo confesar que en vida practicaba el repugnante ritual, luego del acto, de voltear y mirar, esa noche especial no fue la excepción. No obstante, esta vez la hemorragia vaciada en la taza impidió un atisbo escatológico de morbosa satisfacción: una sanguaza pasaba por legítima sangre y, según yo, moría putrefacto y fulminado a causa de implacable cáncer de colon, ¡grande injusticia ahora que al fin lograba la dicha existencial! Pueden constatar, aprensivo he sido con la salud y algo hipocondríaco. Sin revelarle esta anónima miseria a Doloritas, bajo cualquier excusa inexacta que ya no recuerdo de tantos nervios, presa de terribles dolores en el vientre bajo, temprano, ya en Navidad, me vestí y marché corriendo cual galgo a la clínica de ultrasonidos del galeno Romano Barbarito, no muy lejos de casa. Traspasé la autopista a cuatro carriles, inmerso en una nublada, sorda y traicionera visión de foco sin reparar en el aparatoso puente peatonal aéreo, y derechito me dirigí hasta el objetivo, intentaba ganar la concurrida autopista.  

Extenuado tras capitular esta desconcertante confesión, Burgundóforo cayó sobre el diván junto a la afligida y pobre viuda, ejecutó movimientos epilépticos mientras profería desconcertantes insultos soeces contra la Asociación de Ateos de los Estados Unidos y el equipo de béisbol Chicago Cubs; Dolores, ajena a estas bizarras peculiaridades de la profesión, sollozaba incontenible, se culpaba de la espantosa suerte de su marido por haber hecho ella una mala elección entre dos platillos del menú especial de Nochebuena.  El otro... lenguado al horno con patatas.    

FIN 

Cuento inédito de Frank Ruffino. Tilajari, CR. 

*

LITERATURA COMO EL MEJOR OBSEQUIO NAVIDEÑO, Y QUE ES PARA SIEMPRE (LOS BUENOS LIBROS SE ATESORAN) 

'TRISTES MEMORIAS DE UN TIRANOSAURIO REX' (NOVELA) 

A mis amigos lectores, les recuerdo mi libro 'Tristes memorias de un Tiranosaurio rex' está aún disponible, pocos ejemplares. Pueden adquirirla directamente con este servidor al Sinpe-WhatsApp 85-28-84-87 (verificar sea mi perfil real y ese único número, a nombre de Francisco de Asís García Rufino), 8 mil, incluye envío rápido por CorreosCR.; junto con mi también reciente poemario 'Ángel de lengua azul', 12 mil totales. Igual, pueden realizar Sinpe una vez que libro llega hasta sus manos. 

Para los tilaranenses, ambas obras directamente a través de este autor; y, sin la oferta anterior, en Tilacentro Comercial (costado oeste de Gollo), ambas publicaciones, la novela, 8 mil y poemario, 6 mil. Ahí, nuestra querida y proactiva Xinia Gomita les atenderá como merecen.

Mi último poemario (setiembre 2024), obra que ha recibido excelentes críticas literarias en Costa Rica. Una de ellas a cargo del escritor y poeta Guillermo Fernández:

https://culturacr.net/poemario-angel-de-lengua-azul-resena/

Les comparto de la cantante, escritora, pianista, actriz y filántropa estadounidense, Toni Braxton (1967) su famoso tema de 1996, 'Un-Break My Heart':

https://youtu.be/p2Rch6WvPJE?si=HqZ8j8OrpJqUUaPj

domingo, 1 de diciembre de 2024

'Ficción literaria' de Frank Ruffino (Relato marco de Tristes memorias de un Tiranosaurio rex) .


Entre sus ingles una bestia habitaba en el viejo recién llegado al poblado de Juan Díaz. Aunque aparentando ser inmensamente rico, o lo que es lo mismo, magnate, hasta ese día ninguna mujer necesitada de la región se atrevió a recurrir a semejante bóveda de dinero ambulante, de la fealdad repulsiva del estrambótico forastero, cuyo origen, a ciencia cierta, nadie sabía. 

Aparte de enterarse todos, de que este visitante era un supuesto genetista internacional interesado en estudiar la llamada Zona Azul, mundialmente famosa por la cantidad de longevos mayores de cien años concentrados en varios cantones de la Península, se ignoraba casi todo del introvertido visitante en esa bucólica comunidad guanacasteca de escasos doscientos habitantes, y del porqué su piel exhibía un tono ligeramente azulado y el color de sus ojos fuese una chillona combinación entre verde y rojo. 

Tampoco es que él buscara compañera que le hiciera más amena su existencia, pero un día de tantos la terrible carencia llamó a la puerta del enigmático señor, y en cuerpo de hermosa madre soltera apenas en sus veinte, aprendiz de escritora. 

No tuvo apuro de preguntar nada, Nandayure sólo tomó asiento en el sillón de mimbre, y el carcamal, de nombre Joseph, previo a servir dos vasos de chicha, empezó a acariciarla, primero el cabello, luego los senos y este joven cuerpo fue el nuevo proyecto del fósil con anhelos de vivir. 


De mi obra, Justo Sotelo, profesor de Literatura de la Complutense de Madrid y escritor, ha sentenciado: "Acabo de leer esta novela. Me gusta el desparpajo del narrador en su forma de referirse a los lectores, y esa mezcla de realismo o surrealismo mágico y de realidad que consigue en la mayor parte de sus páginas. También destaco la mezcla de nombres reales con actores y otros nombres de ficción, lo que hace que los "actantes" sean creíbles, confiriendo autenticidad al texto. Es buen libro, fresco, fácil de leer, pero a la vez profundo, y con muchas capas literarias, como la piel de las cebollas o las matrioshkas rusas. Felicidades, escritor. Un abrazo".

Viejo, pero no inútil en asuntos de cama, pronto la imaginativa de Mariana frente a su ordenador (y dando sorbitos a su mate) puso a su personaje desnudo a la entera disposición de esa cosa, sentada sobre las enclenques y enfermizas piernas del caduco de Joe, pero aventajado todavía así como he citado, teniendo de su lado el infalible afrodisíaco del dinero abundante. 

Tras ese fogueo, mostrando una energía primigenia y ancestral, el abuelito logró incorporarse sosteniéndola y prescindió del bordón con tres puntas de apoyo que lanzó sobre el grueso petate del salón y le llevó así mientras lanzaba carcajadas más propias de un poseso, a través del largo pasillo rumbo a la alcoba principal del despoblado y vetusto caserón de estilo colonial, sólida residencia señorial que había servido a distintos hacendados desde principios del siglo XIX. 

Como figura de jadeíta, la puso delicadamente de pie al lado de la cama y Nandayure evocó un ring de boxeo por sus dimensiones. Joe hizo que describiera varias vueltas y observó detalladamente el esbelto y bien proporcionado cuerpo moreno de firmes senos exuberantes y macizas nalgas. 

(Más risotadas y desconcertantes jadeos, características usuales en una hiena ante su presa). 

Pero, previo a tumbarse junto al adefesio, la perturbada muchacha adecuadamente apuró el segundo vaso del compuesto fermentado de maíz y sugirió ejecutar el supuesto acto pasional con la luz apagada. 

(Otro mate, risas de complicidad con su espeluznante historia avanzando estupendamente en la página de Word). 

No eran para menos las previsiones de esta espigada beldad indígena: Joe parecía ser de edad incalculable, al punto que una pasa mostraría más lozanía que la añeja piel de su rostro, semejante al de una momia. Y el resto del organismo, pues ni que se dijera, de mal en peor: aunque en sus tiempos mozos debió exhibir una estatura cercana a los dos metros, el gastado hombre blanco daba la impresión de ir partido por la mitad. Por si fuera poco, una giba coronaba la espalda alta rivalizando en tamaño con la cabeza, de larga y desarreglada pelambre rubia que le daba más aspecto de ridículo orangután acabado. 

En fin, que Nandayure y la mismísima Mariana creyeron estar en presencia del esperpento de Ramsés II, quietecito en su urna de museo, pero en versión desafortunadamente viviente y con súbitos deseos infinitos de disfrutar en una fresca y vital mujer, pues se sabía escandalosamente bella y sensual. 

«Todo por mi peque, sí», se dijo, y, haciendo ficción en su ficción del relato, sería trance más funesto transmigrar al pasado a acostarse con Hitler... «Claro, esto si existiese la máquina del tiempo y fuese estrictamente necesario, como último recurso, caer en el agujero negro del nazismo», pensó osada e irónica, sentimiento compartido por la autora de la historia y Nandayure. Así que a fin de cuentas el vetusto ser no le resultó un escollo tan repugnante. Al menos esta vez saldría viva, sin hipotecar el alma al diablo o a Hitler, para muchos, el mismísimo señor de las lóbregas tinieblas del mal. 

Joe apagó la luz principiando el tragicómico acto, sin barruntar ella, la bestia entre las ingles del viejo despertaba... 

(Ya sus carcajadas morbosas habían trastocado en un fragor bestial). Y despertó con el ansia de una sed muy larga de ser. La chica creyó, su contraparte se valía de un mayordomo androide, exoesqueleto o artefacto de última generación por el estilo, pero al abrazar a este despojo humano con el objeto de responder mejor a las avanzadas sobre ella, se sostuvo de un cuello fuerte y terso y ya no tuvo oportunidad para más cavilaciones: sintió a la bestia entrando en todo su ser hasta los más recónditos escondrijos del alma. 

(En este punto, Mariana Enríquez casi cae de su silla ergonómica y el contenido de su mate osciló peligrosamente). 

Esta suerte de «máquina» revelación eyaculaba una especie de savia nacarada y luminiscente alumbrando la habitación intermitentemente, y el viejo sólo fue mal recuerdo, pero le amó especialmente por su descomunal y súbita fuerza impensable para un alfeñique de edad perdida en el tiempo. Mariana ordenó a su asombrado personaje femenino encender la lámpara.

De verdad que la muchacha de la historia había disfrutado de tan extraño trance sin explicación, y la autora porteña caviló, agradecida, esto únicamente le sucediese a ella en terrenos estrictamente de la imaginación y en distantes, exóticos y enigmáticos dominios de los antiguos y extraordinarios mayas. 

Liberado y transformado en deslumbrante y sereno varón, mejor decir, «príncipe azul», Joseph lució por largo rato de la misma edad de Nandayure, y toda relación con un adonis resultaría injusta. 

Esa noche, el destartalado viejo mágico transformista colocó el scooter eléctrico de la joven en el cajón de su camioneta 4X4 y la llevó por la carretera Nambí (Sabana grande) hasta su casa en el centro de la ciudad de Nicoya, cabecera del cantón. Por fortuna Nandayure no se encontró con ningún conocido. Eso sí, los pocos lugareños noctámbulos no salían de su asombro observando a la pareja dispareja ya que Joe había ido perdiendo paulatinamente el aspecto de galán. 

Desde entonces Nandayure y Mariana Enríquez, exclusivamente, ven en Joe a un poderoso joven y místico amante, y la pasión fugaz de cada cita les hace regresar día con día a la gruta de este apolíneo ser en el fresco y empinado caserío de Juan Díaz, su imaginación, donde la escritora, ayudada por Nandayure y otro enigmático escritor paralelo centroamericano, tejen sus relatos. 

En su fuero interno de cuentista jamás sabrá si el amor de su vida (de Nandayure) es el mejor ilusionista del mundo, está ella prisionera de algún hechizo literario maldito, o envuelta en un potente fenómeno paranormal. 

Y necesitando rematar su historia y obligar a hablar por primera y última vez a este raro y versátil protagonista, el al fin también personaje de Mariana Enríquez, escribe: Bajo las noches de estío, cree, Joe no se termina de sincerar cuando le pregunta por su lugar de origen, y él, tan campante, sólo señala Las Pléyades y refiere lo de siempre: «En mi mundo todos somos eternos, aunque lucimos muy viejos, rejuvenecemos por breves lapsos de tiempo gracias a esta poderosa energía de la literatura». 

FIN 

'Ficción literaria' es uno de los relatos marco en mi primera novela 'Tristes memorias de un Tiranosaurio rex". En la ficción del texto, la afamada escritora argentina Mariana Enríquez (en el collage, izquierda, imagen de la autora) escribe este cuento, ayudada por la princesa chorotega Nandayure y un enigmático escritor mesoamericano (Frank Jacobs -este humilde siervo de la Literatura-). Luego estos personajes interactúan con la trama principal desarrollada mayormente en Tilajari (y Puente de Génave,  España), dando también continuidad a los relatos que el lector cree finalizados. La novela comienza con "Maná de difuntos", un cuento que también proyecté dentro de la historia principal, pero, me dije: ¿qué pasa si lo ubico al comienzo de mi novela? Así, creo, mi obra crea una nueva, o al menos, original forma de estructurar un texto literario en este género. 

"Muchacha y Luna" (Voz y Piano. En esta interpretación, instrumento a cargo del músico tilaranense Luis Esteban Herrera Watson, y voz, Juan Alberto Díaz), tema original de una de las más exitosas bandas folclóricas y de ritmos latinos de la historia de América Latina, Malpaís, orgullosamente guanacasteca:

https://youtu.be/j5gMQPya1OQ?si=2aGb5tmSe-Wq__Xn

*

Pueden adquirir 'Tristes memorias de un Tiranosaurio rex', directamente con este servidor al Sinpe-WhatsApp 85-28-84-87 (verificar sea mi perfil real y ese único número, a nombre de Francisco de Asís García Rufino), 8 mil, incluye envío; junto con mi también reciente poemario 'Ángel de lengua azul', 12 mil totales. 

Para los tilaranenses, igual, ambas obras a través de este autor; y, sin la oferta anterior, en Tilacentro Comercial (costado oeste de Gollo), ambas obras, la novela, 8 mil y poemario, 6 mil, ahí, nuestra querida y proactiva Xinia Gomita les atenderá como merecen. 

🦖


En agosto de este año vio la luz mi séptimo poemario, obra que fue bien aceptada y reseñada por la crítica literaria de Costa Rica. Una de estas publicaciones:










sábado, 7 de septiembre de 2024

RESEÑA: UN "ÁNGEL DE LENGUA AZUL" ALUMBRA EL FIRMAMENTO CULTURAL DEL PAÍS

 


EG. Maestría en Literatura y Filología

UCR.

Ante lecturas y buenas recomendaciones por la red acerca del poemario "Ángel de lengua azul" de Frank Ruffino, pues contacté a su autor el pasado martes para adquirir libro.

Le advertí: "Si me gusta, puedo escribir algo, pero no reseño obras en Facebook, y por lo mismo apenas doy mis señas porque después muchos querrán mi opinión y no tengo tiempo, y actualmente pocos libros de poemas merecen una crítica constructiva".

⚜️🍷

¿Qué sensaciones tuve al recibirlo y luego durante el proceso de lectura?

Al tenerlo en mis manos, ya bien reclinada en el sofá por la noche, y con una copa de vino (bien valieron otras dos más mientras leía obra), me sedujo la suavidad física del libro y calidad, casi como sostener un lirio entre las manos: es delgado y liviano, diría con esas transparencias e ingravideces de las orquídeas. Y luego, poema a poema, del primero al cincuenta, la obra se fue haciendo esencia y esencial, inmensa, arquetípica y sideral.

El mismo ejemplar físico proyecta una hermosa e indefinida buena vibra, y luego al leerlo provoca proveerle un lugar cálido y bonito en nuestra biblioteca, de frente, que su portada azul siga irradiando la fuerza de toda la obra que permitirá infinitas relecturas.

Este libro de Frank Ruffino es todo embrujo, no esperaba en mí tal embeleso.

Entonces recordé a esas estrellas de neutrones que poseen el tamaño apenas de una ciudad, pero que, por la densidad de su masa, son pesos cósmicos que se dan a respetar frente a otros cuerpos celestes de muchísimo mayor volumen.

También evoqué, en los ochentas, cuando, para un cumpleaños, un familiar me obsequió "Herencia de otoño", de Laureano Albán. Y esa memoria me confirmó que desde hacía más de cuatro décadas no había vuelto a leer un poemario que me produjera tal sensación, y desde el inicio de su primer poema:

Nunca antes la luz
se prosternó ante tu hermoso
diseño de animal herido...

⚜️🍷

De seguido, les presento diecinueve extractos y un poema completo (el número 33) de este raro y magnífico artefacto poético que es "Ángel de lengua azul":

1.

Es por eso posible sucumbir
entre una y otra palabra
de tu boca y escucharte
todavía en sueños...

2.

Sabías que habría furia
en los poemas del tiempo
riñendo unos con otros
por acercarse a tu secreto,
sabías que por ti subirían
los poetas a través de escalas
a coronar tus cumbres
dormidas de luces y sombras.

Todo eso sabías
al formar del barro
de la luz el cisne herido
de su cuerpo
al que fuiste poniendo cuerdas.

⚜️🍷

Y una va avanzando en la lectura bajo extraño y bello influjo, experimentaba una sensación de ir tomando bocanadas de frescura y claridad a cada página, cual si los poemas hubiesen sido escritos con algo más que de "tinta". Pensé en la luz, sentí millares de fotones bailar con cada una de mis neuronas.

El poeta entonces, es cuando se transforma en sacerdote revelándonos secretos en una especie de liturgia de la creación artística o poiesis.

3.

Esa boca que repta
invadiendo otro aliento
llega a socavar
hasta mis ojos,
la total certidumbre
de ser tú profundidad infinita.

4.

De una tierra a otra originó
tus ojos y entre un millar
de lunas reafirmó
las manos de piel más suave.

5.

Así fue transmutado
el fuego en la piel
de las beldades,
orfebrería aprendida
en sus jazmines
y otras gemas hasta dar
con la tersura pensada
que en otras edades
cantarían los poetas.

6.

Nada podía ser nombrado
antes de ti y todo podría
ser olvidado de no existir.

7.

...y volaron flores
desde las manos del viento
llevando velas
que bogaban rumbo
a una isla sagrada
donde habita un fruto
que teme la Muerte, tu vientre.

8.

...y Ella escuchó
el eco inconcebible
de El cantar de los cantares
y contempló la misma
reverberación del desierto
y el largo
y acompasado
paso de los camellos
cuando aún el sol
era apenas infantil.

9.

La bella alquimia
en tus altos hornos galácticos
que sólo percibe
y transmuta en canto
el ruiseñor de mágico aliento.

10.

La madrugada era entonces
tierna y poderosa
y sólo el vuelo fugaz
de los ángeles
intuían el vaivén
de tu mirada
sobre la tristeza
de un hombre solitario
y fueron tus dedos
como espadas
de plata iridiscente
quemando la noche.

11.

Y tu sexo le fue sugerido
desde la misma noche
cicatrizada por esa espada
de astros cortando el infinito.

12.

Hay una razón absoluta
en el faro de un corazón
donde ondea la bandera
del amor enhiesto.

13.

XXXIII

Alegría cósmica
en universales amantes
tocados por ondas
gravitacionales de misterio,
pavorreales heridos
en la luz de los ocasos.

Te he enseñado la tarde
bajo capullo ardiente
y hemos transitado
en alas de una abeja sigilosa
entre la floresta
de pétalos azules,
arrollados por una fuente
de verdes constelaciones.

Alejado el miedo al desamor,
el tintineo de la luz
de tus ojos recogieron
los dones de una diosa
y estas cuatro manos
uncidas de transparencia
y turquesas ilusiones
recorrieron las columnas
del tiempo,
soñando perdurar
en el enigma
de un granito inscrito.

14.

...este brote de notables
trinos compensaron
dolores de alumbramiento
en tus entrañas milagrosas.

Mensajeros de verdes alas
y azules ojos regando
la luz en la tierra,
pulieron la piel hasta
quitarle escamas a la roca,
luego abrir la brisa marina
y trasladar el sabor
del mar a tus ojos.

15.

...porque este prisma
de distorsiones
infinitas que es el amor
nunca será catalogado
en rigurosos libros de ciencia,
gracias a ti, Poesía,
por hacerles tan tedioso
trabajo imposible,
quedarán ellos
en sus gélidos laboratorios
calculando las hormonas
del amor...

16.

...circulando triunfante
en este tren del otoño,
que hizo a sus flores
rocas negras
de ir y venir sin pausa
en infinitos calendarios,
y al fin esta claridad
cíclica del diamante
que en un remoto eón
fueron lirios salvajes.

17.

Tomemos pues,
prestados los minerales
de la tierra
y hagámonos del metal
siempre dorado del amor.

18.

En cada galope
de un corcel de fuego
llegas y vuelves
a partir en nuevos cuerpos,
cada flor proyecta
su aroma
de viejos amores,
cual fueron
antiquísimas maderas
un diamante.

19.

Yo sé que pueden caer
todas las pesadillas
si una diosa
nos hablara al oído,
sólo unos segundos
de diálogo,
y empezaríamos a actuar
saltando las trampas
de esta holografía.

La única fórmula
de eternidad
es el amor
que nunca envejece
a nuestros ojos,
y por eso a él todas
las medallas olímpicas,
y todos los triunfos electorales.

20.

Y en ese instante sin tiempo
escuchó campanas de hierro
y galeones sobre plata líquida
hacia sólidas costas áureas.

Y vio cómo aparecían
los otoños en tu regazo
y un solitario tren
que rompía distancias
entre auroras boreales.

⚜️🍷

Que, de principio a fin, el poemario presenta luminosas sensaciones e imágenes que pueden únicamente plasmarse, según mi sentir idílico, bajo una especie de hechizo o posesión.

Sin lugar a dudas, de esta década, la posteridad recordará este libro de Ruffino (y espero otros más de este autor), como de los sesentas, poemarios de Debravo, o de los ochentas libros de Albán o Charpentier.

"Ángel de lengua azul" se constituye hoy en uno de esos escasos referentes poéticos en nuestra cultura que, por su mística cósmica y telúrica de excelente factura, estoy convencida llegará a tenerse en cuenta entre las preferencias de los lectores. Y me atrevo a asegurar, será inspiración para otros exponentes de este género en el país y Centroamérica, que hace mucho muestra escasa estética y evidentes signos de agotamiento.

Felicito al autor de este singular poemario y al editor Víctor Hugo Fernández y su editorial World Graphics.

Heredia, viernes, 6 de septiembre de 2024.

EG. Maestría en Literatura y Filología de UCR.

*

Pueden adquirir "Ángel de lengua azul" directamente con este siervo de la Poesía, y únicamente por medio de mi Sinpe: 85-28-84-87 (Francisco de Asís García Rufino). Siete mil colones, incluye envío. ($20 o euros para el extranjero). Número también es mi WhatsApp donde se me puede contactar (lo mismo que por Messenger).

Libro contiene 50 poemas sin título, sólo diferenciados por números romanos (se puede leer el conjunto del texto como un largo poema de más de 60 páginas). Primera edición limitada de 300 ejemplares.



👆 Mis tres libros de cuentos, 12 mil, incluye envío.

¡Gracias por la confianza!

*

Imagen de la autora de la reseña.


*

Crítica literaria del escritor y poeta Guillermo Fernández sobre mi poemario 'Ángel de lengua azul':

https://culturacr.net/poemario-angel-de-lengua-azul-resena/



miércoles, 28 de agosto de 2024

© La mano del tiempo (Poema inédito  de Frank Ruffino)

 




A Harold Alva Viale,
con Amistad

 

En estos días, 
que a la mayoría
se nos figuran cortos,
contemplo las verdes venas
del lánguido dorso
de su mano derecha.

Muestra a los fans
de la archifamosa
página literaria un anillo
y pulsera muy monos
que le han obsequiado 
en México, 
durante la gira promocional 
de su más reciente 
novela en que habla 
de la pertinente
necesidad de estar cuerdos.

Encarecidamente agradece
a sus amigas toluqueñas
en la firma de libros
de la víspera por esas
dos piezas preciosas,
una sortija de flor
y la delicada pulsera
de calavera. 

En ese mismo momento
en el DF., prosternado,
casi seguro un sicario
suplicaba a la Santa Muerte
le protegiera de todo mal,
aunque fuese a matar 
al hijo de alguna madre.

Triste por la mano 
del tiempo, el cordero 
sentenciado
y esa aflicción próxima
de un anónimo 
corazón maternal, 
por fin esta mañana confirmo 
que los días sucumben 
como aves sin una rama
en qué detener sus alas. 

Anhelé más indicios
de tales sospechas,
algo de resultados 
instantáneos, sin casi 
moverme entre 
mis sábanas cotidianas
que se me figuran mortajas.

Evitando saltar
de este rectángulo
de los malos
sueños momificados,
hago recuento de la celda
oculta bajo toneladas
de arena, e infantilmente 
recrimino al que bien 
podría tener la culpa 
de todo esto,
el reloj de cuco
que, si no nos mata
en la flor de la vida,
por repetición constante
e inexorable de los días
nos ridiculiza.

Y es cuando esto trastoca
en una feria circense
de fenómenos,
a cuál más irreconocible,
mejor, aunque, veo, también, 
el tiempo es un viejo patriarca
y ducho diplomático
como lo fuera
el mismo Pilatos. 

Constato ahora que desde
el alumbramiento morimos
infinidad de veces
sin pena ni gloria:
mueren sesenta segundos
(¡sólo sesenta segundos 
de mi vida!)
y nadie celebra 
las respectivas
honras fúnebres; una hora,
veinticuatro, los siete días
de la semana
y el mes fenece sin advertir
yo una pinche esquela
de tres líneas en el diario,
ni un "lo siento" o "pobre"
del mejor amigo. 

Contra esa pared amarilla
y polvorienta, harto 
campante el dios impasible 
guarda silencio, únicamente 
percibo su corazón minutero, 
perfectamente acompasado.

Lamento este cruel monólogo
y todo el hórrido juego
que paulatinamente
nos consume hasta los huesos. 

Claro me queda, podría 
morir media vida mía 
o sus tres terceras partes 
y nadie tendría 
la más mínima
pista a fin de percatarse
y anunciarlo 
con una leyenda exhibiendo 
un mensaje, tal vez 
similar a este: 

Ha muerto un setenta
y cinco por ciento
de este fantasioso d
e Ruffino.
Con su restante poca vida
creemos aún sabremos
mucho de él. La mayor parte
de lo que solía ser, será velada 
hoy en la funeraria E.R.,
paz y resignación
a sus familiares, si los tenía. 

A causa de tanto
dramatismo interior,
en un inesperado
susurro telepático,
el maldito o bendito tiempo
(¡vaya saber 
uno si esta cosa 
atesora alguna 
naturaleza moral!) 
lanza implacable 
sentencia rayando 
con un palito la arena 
para que las cosas 
resulten bien claras. 

Así, a todo tren realizo
traducción 
de sus jeroglíficos,
sarta de símbolos
que exhiben, entre otros,
doradas cruces ansadas,
íbices, gatos, leones,
chacales, pirámides
y discos solares. 

En este ejercicio,
ya el vendaval ha borrado
casi todo, pero me habla 
de lo obvio... que un día 
morirá mi vida entera
y todos irán al funeral. 

¡Gran noticia! 

A través de mi pensamiento
le espeto que es un verdugo
y cuervo agorero
como no se había visto,
de la tremenda injusticia
de soportar tanta porquería
para semejante
y jodido desenlace. 

Entonces, ofuscado,
me hace sentir
simple protozoario,
que él se encuentra
muy pero que muy afanado
midiendo todo,
desde el nacimiento
de un complejo
y respetable agujero negro,
hasta la simple y fugaz vida 
de una insignificante cigarra. 

También confiesa,
a nadie ofrece audiencia,
tachándome de poeta bribón, 
epíteto que jamás 
esperé de alguien 
tan mayor y distinguido.

Ingenuamente, uno cree
que por existir tanto
(¡ni modo... reconozco
es el artefacto
más viejo del universo!),
personaje así debería 
mostrar que él mismo 
es epítome de urbanidad. 

¡Pues para nada! 

Sólo se me ocurre reclamar
por el desenlace
del melancólico
cuento de la vida achacándole
no haberme diseñado
con la eternidad del oro,
lo más deseado 
en este mundillo.

Y uno llega a perturbarse
de verdad, aunque muestre
resignación de corderito,
que pasa por aceptar
en silencio y no atesorar
más dudas de la genuina
y macabra anatomía
de esta mano del tiempo. 

¿La han visto ustedes?



*

"La mano del tiempo" es un texto independiente e inédito de este autor (2023). Proviene de un poema corto que había publicado en libro, creo, de Hombre adjunto (2013).


👆 Mi primera novela, que se imprimió el lunes 11 de noviembre de 2024. 8 mil colones, incluye envío por Correos de CR.: mi Sinpe-WhatsApp 85-28-84-87. 

De mi obra, Justo Sotelo, profesor de Literatura de la Complutense de Madrid y escritor, ha sentenciado: "Acabo de leer esta novela. Me gusta el desparpajo del narrador en su forma de referirse a los lectores, y esa mezcla de realismo o surrealismo mágico y de realidad que consigue en la mayor parte de sus páginas. También destaco la mezcla de nombres reales con actores y otros nombres de ficción, lo que hace que los "actantes" sean creíbles, confiriendo autenticidad al texto. Es buen libro, fresco, fácil de leer, pero a la vez profundo, y con muchas capas literarias, como la piel de las cebollas o las matrioshkas rusas. Felicidades, escritor. Un abrazo".



👆 Mi sexto poemario Ángel de lengua azul (50 textos, 68 páginas), "poemario fundacional", ha dicho el poeta, escritor y lingüista costarricense Víctor Hugo Fernández, editor de esta obra bajo el sello World Graphics.

Pueden adquirirlo desde ya: 7 mil colones, incluye envío por correo certificado. Mi Sinpe: 85-28-84-87 (también WhatsApp).

CRÍTICA LITERARIA DEL POETA GUILLERMO FERNÁNDEZ SOBRE MI POEMARIO 'ÁNGEL DE LENGUA AZUL':


Revista latinoamericana 'El pez soluble' publica cuento inédito de Frank Ruffino

HISTORIA DE DOS GALLINAZOS 


RESEÑA LITERARIA DE 'ÁNGEL DE LENGUA AZUL'



👆 Mis tres libros de cuentos y 'Ángel de lengua azul', 20 mil colones, incluye envío.

Les comparto video-canción, "Muerte", de la gran cantautora, música y poeta mexicana Natalia Lafourcade (1984):

https://youtu.be/6ScrY88h4EQ?si=JtNviTV2ET1LPm8T


Natalia Lafourcade. 

domingo, 18 de agosto de 2024

© Esa rara felicidad de no volver (cuento inédito de Frank Ruffino)



Este muerto excéntrico toda su vida había sido considerado un genio incomprendido en su pueblo de Urasca, y, ahora, a dos metros treinta bajo tierra, al fin iba adquiriendo la democrática paz que acompañan a los muertos. Por tal razón se le enconó en el alma una súbita fobia a la resurrección, a pesar de que al fenecer estaba a pocos meses de obtener su jubilación.

Pero ya podría ser tarde para irse percatando y potenciar su nueva y ventajosa etapa...

«¿Y si padeciera yo de catalepsia?», se preguntó temeroso. Existía aún el riesgo de...

Entonces pensó que tendría una solución a su caso a fin de aligerar los trámites definitivos y finiquitar sus cuentas con la vida (que le había presentado desde niño un falso escenario de felicidad que nunca fue) a través de la recién constituida Sociedad Protectora de Muertos y su brazo comercial, subsidiaria La Muerte para Siempre Ltda con un Lázaro virtual al frente.


👆 Mi primera novela, que se imprimió el lunes 11 de noviembre de 2024. De mi obra, Justo Sotelo, profesor de Literatura de la Complutense de Madrid y escritor, ha sentenciado: "Acabo de leer esta novela. Me gusta el desparpajo del narrador en su forma de referirse a los lectores, y esa mezcla de realismo o surrealismo mágico y de realidad que consigue en la mayor parte de sus páginas. También destaco la mezcla de nombres reales con actores y otros nombres de ficción, lo que hace que los "actantes" sean creíbles, confiriendo autenticidad al texto. Es buen libro, fresco, fácil de leer, pero a la vez profundo, y con muchas capas literarias, como la piel de las cebollas o las matrioshkas rusas. Felicidades, escritor. Un abrazo".

Tenía muy claro, en la industria y tema de la muerte, esta megacorporación del siglo XXI atesoraba la mayor experiencia en análisis de macrodatos, redes sociales y dominio total de los algoritmos informáticos. Es decir: conocía más de lo que él sabía de sí mismo, en esto estribó la «zombificación» que había obtenido por vivir en un mundo que se le asemejaba a la luna: «espejo de falsas iluminaciones», solía pensar. «Ser dueño, al menos, de mi propia muerte definitiva». Esta determinación le creaba, paradójicamente, una inmensa dicha.

Le parecía absolutamente anonadador prever caer en una odiosa resucitación a su mundo estúpido y consumista, donde, por envidia pura de los tontos y mediocres, tan encarnizadamente le practicaron «bullying» desde niño y hasta estirar la pata a causa de un ataque fulminante al corazón, un día antes en la oficina ministerial, a los sesenta y dos años.


👆 Mi sexto poemario vio la luz a fines de agosto de 2024 (50 poemas, 68 páginas). Valor: 7 mil, incluye envío por correo certificado. Mi Sinpe: 85-28-84-87 (y WhatsApp).

Perturbado, el muerto, que había tenido como nombre Neferet, recordó le enganchara una serie de la televisión en Canal D., dedicada a presentar multitud de casos increíbles de gente que resucitaba como granos de maíz en el microondas. Ya empezaban a conocerse sus copiosos testimonios del retorno a la vida y de cómo, supuestamente, era todo yendo y estando en la antesala del misterioso más allá.

Tal fenómeno ridículo, que ahora constataba como una jugarreta del cerebro moribundo, le heló más la sangre, temiendo todavía así produjera su regresión: eso de echar a andar de nuevo los circuitos biológicos y mediante una aplicación alertaran allá afuera a los deudos se movía él en su aparente lecho final.

«Uno nunca sabe... inmersos todos en un sistema falsificado o matrix..., esto puede tratarse de otra novedosa estafa o juego sucio de realidades alternas a fin de seguir trasquilándome», se dijo aprensivo, porque su único deseo iba en la exclusiva línea de estar bien muerto ignorando todo del antiguo mundo de esclavismo financiero.

Así decidió telefonear a La Muerte para Siempre Ltda. establecida en la ciudad capital y tal vez con suerte del otro lado el mismo Lázaro le atendería. Por sus atestados, sabido es, el más experto de este mundo en asuntos mortuorios.

«Contactando al mero, mero, de seguro no se suscite aquí ninguna eventualidad de último minuto», caviló en su mortal penumbra el lúcido Neferet, y decidió llamarle:

—Aló, aló... ¿hay alguien ahí?

—Lázaro al habla.

—Oh... ¡de a de veras que se me hizo!... Yo...

—Calma, calma, llegarán hasta usted. Disculpe no le llame por su nombre, es una reverenda
inutilidad, porque en poco tiempo sus organismos biológicos son todos iguales: blancos, pelados y en su mayoría polvo, nada de nada.

—¡Por nuestra Machita, pero no es culpa de uno la guadaña de la gran dama peluquera y carnicera sea tan efectiva para todos! —Refutó Neferet.

—Cierto, cierto, mas, estamos al tanto de su caso, de lo más atípico que hemos visto en un pueblo de provincia, y eso me pone un poco tenso, lidiar así con un valiente de verdad de estas características, que ni la Internet registra.

—¡Gracias, gracias, un honor escuchar eso de usted!

—Manos a la obra, ya sabemos su ubicación, ni modo, en tiempo definitivo y real: costado norte de la plaza de fútbol, casa amarilla de tapias verdes. Tranquilo, porque está bien muerto. Mientras tanto no tema revivir en semejante «valle de impuestos», eso es perfectamente normal en estos tiempos, ya sabe, el precio del pan y la carne, votar cada cuatro años a esos mismos mitómanos profesionales, unos genuinos psicópatas integrados.

—¿Y...?

—«Y»... ¿qué?

—No, no, padrecito, me impacta su justa crítica apegada a las circunstancias actuales, mas, resuélvame algo, ya esto tiene tintes de incipiente burocracia, se lo garantiza un exfuncionario público sometido a cuarenta años de horarios forzados... Le refiero esta recomendación francamente, usted comprenderá puntualmente mi situación.


—Bien, bien, únicamente le informo: Él ahora ha aceptado tan preocupante realidad al ver esta bolita azul rebasando de tanta gente: la inutilidad y manía de resucitar; de dejar ya las actitudes dramáticas alzando su divino brazo y vociferando el necio «levántate y anda» —Dijo Lázaro virtual en tono irónico.

—¡Y es que ocho mil millones de humanos no son pocos! —Apuntó Neferet.

—¡Da en el clavo colega! Lo mío era otra época... Esa formulita de la resurrección es inadecuada y poco atractiva para estos tiempos de peligrosa superpoblación planetaria —secundó Lázaro, y agregó—: atenderé personalmente su extraordinario caso que sienta un precedente, campeón.

—Esperaré... —dijo Neferet, al fin reconfortado.


*

Estando la humanidad sumida en esa pequeña muerte que es el sueño, al ser las tres en punto sintió sobre él la llegada de los obreros de la compañía. Traían una retroexcavadora que inmediatamente comenzó a zanjar terreno aledaño y a levantar un gran túmulo sobre la lápida... Luego se fue haciendo el movimiento de tierras más silencioso, por lo que el nuevo inquilino del camposanto no oyó ruidos, ni percibió la vibración del negro vehículo de acero.

Este «dinosaurio» mecánico se iba alejando en ese horizonte de maldita luz que despuntaba al este, el resplandor temido por los muertos legítimos y pacíficos como Neferet, tan feliz ejerciendo su vocación de murciélago.

De tal manera, por la mañana volvió a timbrar el móvil, esta vez en el féretro del cliente afiliado a la casa matriz, Sociedad Protectora de Muertos.

—Mande —contestó Neferet.

—¿Y ahora? —Preguntó Lázaro.

—Perfectamente bien: no escucho ni veo nada y el aire se ha extinguido a la perfección; mi pensamiento de momia adquiere una lucidez inédita en este entorno delicado de humedad lúgubre. ¡Esto sí es genuina felicidad y todo gracias a tan novedosa app!

Y dicho esto, sin interrumpir la llamada de larga distancia, el alto exempleado del gobierno filosofaba para sí: «Fue tonto anhelar vivir a lo loco y en demasía. Aquí nadie me joroba, ni mi mujer, ni las hienas del ministerio, ni los acreedores tan molestos como tábanos; eso sí,
debo aceptar que echaré de menos el lechazo asado en horno de leña, las almendras garrapiñadas, el queso y la cuajada… ¡Ay!».

Pero al instante dio un sobresalto, y le dijo a Lázaro:

—Aunque, confieso, voy a extrañar a mi perra Colita, el único ser que me provocaba algo de sincero goce en vida…

—Bueno, aplaque sus obsesiones y sentimentalismos don muerto, le prometo traerle a Colita a su debido tiempo...

—¿De veras, lo jura?

—¡Tan jurado como que no resucito físicamente una segunda vez, me decanto sólo por esta nueva «vida» virtual, casi o en nada demandante! —Dijo Lázaro.

—...Le decía, querido Lázaro virtual, de los privilegios que voy descubriendo en esta fabulosa existencia... Tampoco, junto a mi religiosa mujer, escucharé más esa tarugada del señor cura en la homilía de los domingos tratando de contener a sus aterradas ovejas, que si la dichosa vida eterna aquí y allá..., ¡una chorrada!

—Ahórrese el «querido» conmigo. Pero... qué bien, ve, ahí está quietecito, ahora por fin le toca dormir con la dignidad de un rey y no le dé más vueltas al asunto: debe disfrutar a plenitud su nuevo y flamante estatus
antisocial —recomendó el alto jerarca rebelde, antiquísimo hermano de María de Betania y Marta.

—¿Así no más, en serio..., me garantiza usted de que estoy bien muerto y no resucitaré, y al fin seré feliz conservando esta paz definitiva?

—¡Totalmente remuertoooo, como un fósil del Jurásico! —Aseguró Lázaro.

Éste le contó a Neferet cómo la Parca y su empresa acababan de firmar un acuerdo para no incurrir en replicación de funciones, ahorrándoles a todos apreciable energía y recursos psíquicos: dolor, ilusión, esperanza, desamor, falsa dicha... De la necesidad perentoria de ir borrando de las cabezas esas burradas de la resurrección y vida eterna, al punto que ni el mismísimo Nazareno chistaba ya ante la reestructuración en los asuntos espirituales, controlados ahora por las nuevas tecnologías de comunicación e información.

—Y es que se sufre de verdad frente a tamaña nebulosa de ignorancia e incertidumbre —dijo convencido Neferet.

—No lo dudo... Con esto también evitamos producir tortuguismo en el sistema y errores indeseables, manteniendo un óptimo servicio al cliente. De todos modos, ella es mi única jefa y, por derecho natural desde tiempos inmemoriales, accionista mayoritaria de la corporación y así lleva la voz cantante, ¡siempre de ultratumba!

—¡Ah, magnífico, ni mi gobierno trabaja con esa eficiencia y coordinación! —Destacó el muerto.

—Además, al menos una vez al mes le asistirán con acompañamiento mis antimédicos, informáticos de batón oscuro que garantizarán todo marche como debe según el programa «El muerto sano digital». Usted gozará tranquilo de defunción eterna para el mundo biológico de este planeta rocoso, Urasca y todo el reino de Tiquicia.

—Pues así pues sí, amable caballero —agradeció el fallecido.

—A ver, a ver, un selfi para papi...

—Un momento, un momento señor Lázaro, ¡que esto es como el retrato oficial del bautizo y matrimonio! —Replicó emocionado Neferet, mientras se acomodaba dando los últimos retoques en el rostro usando el programa Corel PhotoPaint.

—Bien, tómese su tiempo...

Whisky...

Del otro lado, el proactivo jefe de La Muerte para Siempre Ltda quedó súper satisfecho de ver el notable repunte en sus negocios virtuales: tras el cristal del ataúd por fin este muerto dibujaba una sonrisa disecada y pixelada.

FIN

Texto inédito de 2021. A falta de apoyo editorial de todo tipo, se me van quedando muchos relatos sin publicar (300 o más). Es una lástima que la injusta cultura tica no se maneje con la mecánica del fútbol: en Costa Risa se suele "fichar" a los poetas y escritores mediocres a través del compadrazgo y la corrupción en el sector cultural estatal que los premia, publica y beca (Editorial CR., editoriales universitarias, Ministerio de Cultura... Y yo no hago lobby ni los busco, pues sé muy bien es inútil presentar mi obra ante juntas directivas y editoriales de amigotes literarios). Iré compartiendo algunos de estos cuentos, que he tenido que ambientar aquí, pues muchos iban pensados para otros escenarios geográficos, principalmente España (aveces los organizadores de concursos piden desarrollo de la trama en las comunidades convocantes).

Imagen compuesta, derecha: este servidor haciéndose el muertico.


👆 Mis tres libros de relatos: 12 mil, incluye envío por correo certificado. Sinpe: 85-28-84-87. 



👆 Último poema y reseña literaria 👇 de 'Ángel de lengua azul', mi último poemario. Pueden adquirir mi libro por Sinpe: 7 mil, incluye envío (número también es de WhatsApp):



CRÍTICA LITERARIA DEL ESCRITOR Y POETA GUILLERMO FERNÁNDEZ SOBRE MI POEMARIO 'ÁNGEL DE LENGUA AZUL':


Les comparto canción-video "Inmortal" (éxito mundial, 1997), de Céline Dion, con un coro de lujo, Bee Gees:

viernes, 9 de agosto de 2024

DISTINTAS FORMAS DE PEDIR LOS TRES DESEOS (Poema inédito de Frank Ruffino)


Hoy has venido a mi casa

como un fantasma;

los sueños y deseos, 

Fadir, son idénticos 

a los niños

muy pequeños...

que obvian formalidades

de adultos, naturalmente:

estaba sentado en mi sofá

desgajando una naranja,

y emergías de la lámpara. 


Caminabas distraída,

y al pasar frente

a mí te he tocado el puño,

casi un roce 

porque seguías...

exactamente eso, Fadir. 

—Eaaaa... mi bella genio,

soy yo, el deseoso. 

—Oh sí... —dijiste—. 

Siempre con la manía 

de frotar esta cosa, 

mi propia celda. 


Luego te enseñé

la distribución

de la vivienda y estuviste

de acuerdo en todo,

ese, el primer deseo. 

Sentada frente 

a mí, escuchabas. 

—¿Sabes? 

—¿Qué? 

—Los fantasmas 

no observan patrones 

definidos. 

Unos suelen 

aparecerse regularmente 

a sus seres queridos, 

otros nunca... hasta 

ser olvido. 

¿Será sugestión 

de algunos deudos, 

o de ansiosos 

cazafantasmas 

en desempleo? 

(Únicamente estabas 

atenta, sin hablar). 


Luego un gran 

perro café,

similar al Doberman

irrumpió desde el solar

(nunca he tenido perro),

venía como can 

por su casa,

sí, y yo era su amo. 

¿Extraño, no, este 

segundo deseo? 

Quise devolverle

porque lo quería 

Pastor belga, 

mas mostraste 

súbito descontento 

y dijiste algo 

así como que todos 

ellos son adorables. 

En esta aparición

exhibías absoluta 

serenidad

y no pude evitar 

evocar a las musas: 

gastabas un vestido azul 

de sugerentes 

transparencias,

y siempre observándome,

mientras disertaba 

de mil cosas 

que ya no preciso bien. 

Eso es, nada más quería

hacerte partícipe 

de mis anhelos 

con tu tranquila 

presencia de humo. 

Por cierto, ahora 

que lo recuerdo, 

esa casa es de época 

muy lejana,

(y ni tú ni yo humanos 

modernos): 

toda de granito 

entre un millar más, 

en mítico paraje egipcio 

del desierto, Amarna, 

ciudad fundada 

en vírgenes arenales

y en tan sólo treinta 

y seis meses 

para el culto de Atón,

y que estuvo poblada 

durante doce años 

hasta la muerte 

de Akenatón, 

de quien se cuenta, 

nunca abandonó 

su fugaz urbe.

Y desde entonces 

la arena

se encargó 

de sepultarla 

intacta, 

como el tiempo 

lo hará también 

con cualquier 

deseo cumplido. 


Y el tercer deseo, Fadir,

eres tú, ya libre 

de este eterno presidio 

de bronce, junto a mí…  


Ahora sí: ese es el único 

deseo que te concedo, 

naturalmente, 

si tú lo deseas.


*

Un poema (inédito) que escribí, creo, en noviembre pasado, o antes... Fadir Delgado y Carlos Villalobos estaban ganando como locos premios literarios. Sugestión sería... Fue sólo un buen sueño que registré al despertar. Está intacto, sin una coma o punto de más.






👆Buenos días 🙏📘 📖 .
Les presento mi nuevo libro de poemas (agosto 2024). Lo estoy colocando directamente en 8 mil con envío incluido (para lectores del extranjero: $25, mi correo electrónico: fgarcia114@gmail.com). Mi Sinpe es 85-28-84-87, por si desean hacerse con mi obra. Envío libros por correo a mediados de agosto.


Mi último libro de cuentos (2023):


*

"LAS MUJERES DE MI TIERRA"

Les presento esta canción de la cantautora y poeta nicaragüense radicada en el país, Ceshia Ubau (1997). 





domingo, 17 de marzo de 2024

© Para matar a un androide (Cuento de Frank Ruffino).

 


Con sus «sí señor» a todo, ese caluroso principio de enero el recién adquirido androide doméstico había colmado la paciencia de este cristiano, al punto de maquinar lanzarla a puntapiés por el balcón mientras ella limpiaba el piso de mármol granito. Pero pronto aplaqué mis instintos, de sólo calcular se me recargarían todas las labores de casa siendo imposible dedicar la mayor parte del tiempo a desarrollar mis aficiones más queridas.

Hacia finales de mes, ingenuamente pensé que para matar a un androide debía humanizarlo a través de emociones complejas, tales como el amor y sus atributos. 

Las primeras sesiones no fueron entendidas por mi fembot (y ahora creo, ni yo mismo), a quien bautizaba con el nombre de Scarlett, según yo, a manera de homenaje a la musa de Woody. Entonces, detuve la emisión de órdenes y en cambio ejecuté simples caricias, escalando a efusivos abrazos y agradables palabras, tan cargadas de buena vibra que, hasta una roca, empleando estos ejercicios y el tiempo debido, llegaría a reblandecerse.

A medida que continué programándola, percibía algunos cambios, diminutos, mas, repitiéndome el refrán «la paciencia es madre de toda virtud», y utilizando una especie de psicología inversa. Por fin un día, a escasos meses de semejante tarea que cualquiera calificaría de mayúsculo excentricismo maníaco, se me ocurrió probar el grado de sensibilidad humana ganada, tratándola precisamente como a un autómata, lo que era de principio en su constitución artificial:

—Agua, trae agua —le dije con tácito e imperativo mandato, para lo cual, repito, había sido concebida mi ginoide.

—Mimos, primero los mimos, luego toda el agua que el señor bipolar desee, según sea su sed —respondió Scarlett.

Así estuve buen rato sobando por doquier su acero inoxidable camuflado de falsa epidermis, declamándole bellos poemas amorosos de mi extenso acervo lírico, y, en cuestión de pocos segundos, saboreaba yo el fresco líquido del garrafón.

—¡Increíble, adorable, mucho más de lo proyectado! —Vociferé frotándome las manos.

Estaba colmado de dicha observando los avances del otrora frío, oscuro y duro robot, paulatinamente transformado en personita y no sólo en colaboradora doméstica proactiva con criterio propio y respetable cuota de dignidad, sino en bella chica más o menos de mi edad, alta, inteligente y talentosa... aunque de costumbres ciertamente felinas.

👆 Mi nuevo poemario (agosto 2024). Ventas directas por mi Sinpe 85-28-84-87 (WhatsApp), 8 mil incluye gastos de envío.

No obstante, estos sorprendentes hallazgos insospechados que deseaba gritar revelándolos al mundo, las exigencias de caricias crecían exponencialmente, tanto, que, literalmente, ya esto se desbordaba de mis manos: caricias para emplatar la mesa. Caricias por pegar el botón de la camisa. Caricias a cambio de un huevo frito o por un café, lustrar mis zapatos de corte italiano, caricias, llevar mis trajes a la tintorería, caricias...


Debo confesar, a este nivel de humanización los arrumacos no surtían efecto por sí solos si no iban adornados de nuevos, suaves poemas de amor y románticos parlamentos profundamente excitantes, seductores a su oído.

A los meses de este cortejo descontrolado a un artefacto práctico de última generación, me resultó más recurrente la sensación de ir palpando genuina piel de mujer, antes, una especie de plástico blando ligeramente aterciopelado simulando el vello femenino y que ocultaba su tosca naturaleza de objeto.

Primero creí se trataba de mera sugestión, mas, en las primeras celebraciones navideñas que disfrutaba mi Scarlett se aceleró esta metamorfosis: de compleja máquina portadora de inteligencia artificial para propósitos domésticos, a demandante dama de costumbres casi palaciegas.


En víspera de Nochebuena, mientras ella dormía, acoplé el oído contra su pecho, escuchando por vez primera un corazón latiendo a ritmo plácido y perfectamente acompasado. Luego, bajo el gran ciprés natural ornado de figuritas escarchadas y, concluyendo la cena de Nochebuena, abriendo ella los regalos, no me cabía la menor duda: del antiguo androide no quedaba nada, lo había aniquilado por completo. 

Mas, ninguna relación es un lecho de rosas. Una de tales y complejas noches en Año Nuevo, alcancé un nivel de extenuación preocupante tras escribir veinte relatos destinados a concurso literario que casi cerraba el plazo de convocatoria, habiendo olvidado felicitarla en su primer año de vida. Y hela ahí, vestida con la mejor pieza de ocasión especial, piernas y brazos cruzados, mirándome con una fijeza de tigresa que helaba mis frágiles entrañas, e imprimiendo en el rostro de mármol esa apabullante rabia voraz que lamento no haber leído a tiempo.

Naturalmente, Scarlett confiaba en esta buena memoria que, en apariencia, jamás olvidaría ese día sumamente especial, esperando lógicamente una sobredosis de mimos, tiernos poemas dichos a suave voz, sus flores preferidas, quizá... un delicado perfume, sin obviar el estuche de bombones de rigor. Todo esto lo había pasado por alto.

Al final de ese descalabrado día, achacándome era yo «pelmazo tóxico y patán», el antiguo androide me arreaba a puntapiés y empujones hacia el balcón con la intensidad de jugador de fútbol americano y casi fui echado por el bordillo al vacío. Gracias a un grato y exacto recuerdo que atesoro de las rimas de Bécquer y Neruda, me es dable contarles este cuento y no haber volado desde el piso veintiuno del bloque hasta la calzada.

Cavilo, las autoridades correspondientes habrían tomado todo como otro vulgar suicidio de escritor en desempleo crónico en el paro, porque, de llegar los investigadores a sospechar de Scarlett, pues que tengo mis reservas: en casos extremos, capaz retornaría a robot según se le presenten las circunstancias desfavorables.

Después de esa fecha, mas, cautivo de una extraña felicidad hasta ahora desconocida, hoy soy el que digo sí a todo y no veo otra figura frente al espejo del salón, que no sea a un tipo perfectamente robotizado realizando buena parte de las labores hogareñas.

Pero bien vale mi nuevo estilo de vida, al ir convencido, de estar sin la exuberante e hipersensible de Scarlett sí que llevaría yo una existencia de marioneta. Prefiero soslayar ese terrible riesgo de retornar a un triste cajón, aquel oscuro y solitario apartamento de antiguo solterón empedernido.

¡Ni pensarlo! 

FIN

Pueden adquirir mi libro "Para matar a un androide" (octubre 2023, 18 cuentos) a través del WhatsApp-Sinpe: 85-28-84-87: 7,000 colones por ejemplar, incluye envío. Es posible cancelar una vez que llega libro.

Mis tres publicaciones de cuentos: 12,000, precio que también contempla costo de correo rápido certificado.





FEEDJIT Live Traffic Feed