SOBRE mi cuarto vive una niña, diríase jovencita en sus 14 años, la escucho por la mañana: lentamente el cepillo rasgar sus cabellos, los suspiros frente al espejo, sus frescas carcajadas, la ilusión que a vivo llanto suele caérsele hasta mis ojos; ...ora acomoda sus zapatos, los lustra, camina hasta su puerta y devuelve hasta el espejo en donde se hace estatua, luego, por una ventanita parte en sus deseos al colegio…
Mas la soledad amarga de esa niña imprime pasos por mi frente, entra y sale en mis ojos, perdiéndose o encontrándose de ausencias y presencias. Y en cualquier caso, la cubro siempre de rigurosas bienvenidas y despedidas porque será, tal vez, la hija que nunca tuve. Así para ella este bulevar directo hacia mi alma, para que vuelvan sus sonrisas tras el llanto, sus vuelos cortos y suspensos, largos o derechos. *** San José, 16 de marzo de 2015. NOTA: acaba de escribir este sencillo poema, y se los comparto ifso facto. Y, pues, mi texto va dedicado a esta eterna jovencita judía, y como un redondo homenaje y doble dedicatoria, a uno de su pueblo en tiempo presente: el amigo David Ben Abraham, radicado en Nueva York.
a Isabel P. AYER por ayer, arrebol de luna, algo de ella, cosas colgantes para algún día echar andar a un niño ya crecido y muerto, y aún bonita, y aún amante. Me la encuentro y a distancia agita su mano, sonríe igual que ayer, pero ya no somos aquellos, ella lo sabe, lo sé, lo saben todos. Hoy por hoy sabemos todo de cuanto fuimos. Importa más ahora el vencimiento de las cosas; que alcance para fin de mes estirando la agonía, vivir en casa sin casa nuestra. Lo suave que era todo ayer, y ahora el filo, el garfio, el colmillazo de los de arriba que nos mantienen recortados para ser ellos los esplendorosos. Ese es el juego. Mañana por mañana, creo, será igual que hoy, y cada vez más diferente el ayer cuando dirigimos los rostros hacia el infinito en esta misma plaza de cipreses, los árboles mismos que fueron tan misteriosos y ya espeluznan por ser meridianamente claras las cosas con el amor despejado, y nada nos espera, solo la Muerte al piano con su gran sonrisa. *** Imagen: hace unos días en las inmediaciones de mi casa en Zarcero, Costa Rica. Texto de mi poemario inédito 'Isla Sombra'.