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sábado, 17 de septiembre de 2022

Cuento de Frank Ruffino: Esa sorprendente peculiaridad de los hombres de negro

 

Imagen-collage de Frank Ruffino con fines ilustrativos.

El gran estadista me había mandado a llamar. Según él, necesitaba realizar una revelación increíble, literalmente, casi fuera de este mundo.

Como, creo, no tengo mucho en común con tal señor, le di largas esperando se olvidara de ese sueño…

Así lo proyecté, mas, no se olvidó de «ese sueño» y a los pocos días timbró mi teléfono:

—¡Pónganme a Ruffino por favor!

—Disculpe, soy Ruffino, no un político nuestro, de esos psicópatas integrados que contratan diez asesores en esta república en bancarrota.

—¡Jajaja! ¡Eso me gusta, por eso me gusta usted carajo, carajito de mi alma!

—¡Ah, ya, ya, disculpe señor, no reconocí su voz, un gusto hablar con usted! Dígame, pues... ¿en qué puedo ayudarle yo?

—Hace mucho tiempo llevo una gran historia atravesada en el buche, pero no es un cuento literario de esos, de pura ficción, es un episodio que viví en carne propia y que a esta edad necesito revelar, ya poco me importan las consecuencias.

—…Pero, y bueno…

—¡No, no, ningún pero, vos sos es el mejor, tenés el suficiente poder mental y literario para emprender esta tarea!

—¡Gracias, todo un honor, señor!

—Le vengo leyendo desde hace un rato, necesito la componga en su estilo, estructure y dé un título sugerente a la altura de los acontecimientos.


*


Según lo pactado ese día, el sábado me vi tocando la descomunal puerta de cedro de su mansión, al oeste de la capital. El chofer o guardaespaldas abrió, y, sin más dilación, me llevó hasta un amplio salón. Tomé asiento y esperé… Empotrada en una de las cuatro paredes, la biblioteca la ocupaba toda. En el resto del recinto destacaban varios gabinetes de espectaculares maderas conteniendo colecciones de objetos valiosos. Alguien tocaba el piano de manera sublime desde una de las tantas habitaciones.

Al cuarto de hora por fin llegó el viejo usando careta y mascarilla. Enfundado en una bata de lana a cuadros rojos y azules, sus pantuflas me lucieron ridículamente infantiles, cada una con loritos verdes de adorno que se movían a cada paso silencioso del famoso político; algo desaliñado, por lo que aún, siendo casi mediodía, intuí no había practicado el baño. Me estrechó la mano vigorosamente, cosa que no calculaba en él, por su tradicional aspecto enclenque y enfermizo. Luego, sin esperar tanta confianza y tono coloquial en él, dijo:

Venga, hombre, un «abraciño», que ésta sólo es una «gripeciña», —vociferó, parodiando a Jair—. ¿Ha desayunado?

—No, aunque sea la hora de almorzar, no... mi maestrito.

Tomó una de tantas campanillas que tenía por doquier y llamó a Sonia, parte del servicio, y ordenó café, jugo de naranja y dos emparedados de mano de piedra con rodajas de tomate, lechuga y queso Cheddar.

—¿Y ese piano?

—Ah, mi amigo Jacques. Suzanne y yo le adoramos. Vino desde ayer a tomar un vinito y aquí seguimos.

—Sí, Sagot... un lujo de músico.

—¡Cómo ninguno en la faz de la Tierra!

—Pues será... de ser el único.

Y el viejo empezó a contar su historia que presento en letra de carta:

Aconteció hace muchos años… Por eso todo lo que voy a decir necesito vaya con algo de metáfora, así, espero, el que desee entender debe aplicar más de sus cinco sentidos.

En una curva del destino, la última, pude escabullirme de dos hombres de negro que me conducían a esa pequeña, pero gran ciudad a la que sólo los suicidas anhelan viajar.

Ahora lo veo de nuevo: el grandullón rubio dirigía el coche; el otro, trigueño y de mediana estatura, junto a mí, en el asiento trasero de la limusina negra… 

Ese viaje era todo de negro, hasta los árboles y plataneras con sus grandes racimos, las vacas y algunas gallinas negras correteadas en un solar por un gallo negrísimo de gran cresta roja y ojos fosforescentes (ante esa escena había recordado a Rasputín). Como sombras amargas, flacas mujeres abúlicas y famélicos niños caminaban de la mano al lado de las cunetas hacia el sur, siempre el sur. Pensé en Él y sólo atiné a decirme: «Tamaño alienígena, ¡ay, Cristo Negro de Esquipulas, resucítame, no importa el precio!».


Pasábamos el infausto puente negro del río, y el chofer de espejuelos oscuros volteó e imprimió una sonrisa macabra a su colega con idénticos lentes, entonces algo dijo éste, casi en un susurro a mi oído:

—Te estás acordando cabrón, te estás acordando y acojonando…

—¿De qué? —le respondí en un gemido trémulo.

La verdad es que apenas podía contener mis cuatro extremidades temblorosas, pero tratando de parecer el valiente y despistado.

—No te hagás el guapo, ya lo sabés…, de los trescientos ochenta y cinco muertos del año 26.

—Pues no sé de qué me está hablando usted, yo sólo aspiro a devolverme de aquí. Hasta ahora ignoraba La Parca subcontrate a los de su estirpe a fin de realizar «el trabajo sucio». Vea…

Y abrí mi maletín negro ejecutivo, tan apretado de fajos de billetes de la más alta denominación, que tres o cuatro mazos cayeron sobre los relucientes zapatos negros del tipo.

—¡Conque tenemos soborno! Muy bonito, muy bonito, lo de casi siempre: entre más pendejos son los ricos tacaños, más lana ofrecen a última hora en este postrero recodo del destino —me contestó el cancerbero secuestrador.


—¡Así son los hijos de la chingada grande, pero a semejante «hp» le cogió tarde y nosotros no somos la Maripepa! —le replicó el otro al volante. 

Y rieron de lo lindo en un tono lúgubre y fatal, mientras tanto me consumía de terror, atento a lo que esos verdugos decidieran hacer conmigo.


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En estas estábamos cuando pude quitar el seguro de la portezuela… Así lo recuerdo como si me acabara de suceder: esperé unos segundos a que viniera otra tanda de blasfemias de los dos violentos en contra de mi sagrada y laureada vida y, sigiloso, moví la manija…

La hoja del Mercedes-Benz abrió lentamente sin producir ruido alguno y, afirmándome con fuerza de donde mejor pude agarrarme, me lancé sobre unos arbustos en esa última curva del destino de la que sabemos nadie retorna. 

O eso se creía… «Si así de flojos son los hombres de negro, más de un colega se le ha "escapado" en este horroroso tramo del camino», cavilé. 

Iba dando tumbos por aquel paraje todito de negro hacia no sé qué abismo, temiendo lo peor. También, recordé, el dineral en mi maletín que alistó mi hermano Rodrigo, asumiendo, los fanfarrones hombres de negro de seguro se hacían de la vista gorda ante aquella sarta de fajos, mi salvavidas: billetes nuevecitos de cien dólares americanos, ¡una fortuna!


Más o menos, esa fue parte de la historia relatada. Apenas terminábamos de desayunarnos y el expresidente fue presa de seguidilla de eructos rematados por un pedo, tan fuerte, que no hubo necesidad de avisar a Sonia, que ya venía con una copa de agua y lo que parecía una pastilla de Alka-Seltzer negra consumiéndose.

Entonces acordamos reunirnos el sábado siguiente.

*

Ese día, idéntico resultó el preámbulo de la primera cita: guardaespaldas, piano (pero esta vez alguien interpretaba con torpeza a Beethoven), Sonia, emparedados, jugo, café, sillón negro…

Seguro que Jacques no tocaba el piano... y sólo escuché a Suzanne hablando por teléfono con un tal Toño, que si Toñito aquí y allá... luego «saludos a Nurita y Andreíta»...





Por fortuna el Nobel de la Paz no me hizo esperar. Sin más, apareció tras abrirse intempestivamente su biblioteca como si se tratara de puertas corredizas.

—¡Oh, padre santo, que me ha asustado usted! —exclamé conmocionado. 

—Uno tiene sus mañas, Ruffinito, disculpas. Mientras comemos, retomemos pues, por donde dejamos la historia:

Se han sucedido los años y no paro de reflexionar en ese incidente. Yo no deseo ver el rostro de la Muerte al final del camino, prefiero sobornar a sus lugartenientes hombres de negro y darle largas, lo más que pueda, a ese inexorable destino. 


Lo que no deja de sorprenderme es el mayúsculo grado de codicia exhibida por estos tipos, no atesorando ni una pizca de misterio, la principal característica que los destaca y hace famosos. 

«Así nos ocurre con algunos seres que idolatramos y deseamos conocer, para luego, cumplida y satisfecha la ilusión, constatar son una reverenda porquería», me planteó con ironía esta madrugada Suzanne. Tras las denuncias falsas de varias vividoras, mi amorcito no ha estado contenta que digamos, y todo ha venido a mal. 


Aunque, de resultar honestos estos murciélagos escurridizos, estaría bien muerto e igual sin mi plata.

Ciertamente, el dinero no es el elixir de la eterna juventud, pero, aunque ya me vea viejo, extrañamente viejo, al menos existo, respiro, mi alma genera ilusiones como cualquier fulano de veinte años. Y todo esto, gracias a los “misteriosos” hombres de negro que me colocan ahora en un pedestal junto a un selecto grupo de clientes de lujo a nivel mundial. Ya sabes, escritor, tipos como Trump, Putin, George Soros, Carlos Slim, Elon Musk, Bill Gates, los Clinton, la reina Isabel…

Maestro, disculpe le interrumpa, pero... ¿Y qué hay con el caso del magnate Steve Jobs en 2011... con tanto dinero no pudo sobornar a los hombres de negro? 

Bueno, sí, 56 añitos, mas, sabemos, La Parca es irreductible y fulminante cuando se trata de cáncer de páncreas, así de simple, suena raro pero es la realidad, por demás desgraciadamente ridícula 

Oh... atiné a decir—. Siga usted, comprendo, pobre Steve.

¡Sigo!

...Se da por sentado, estos enigmáticos seres de negro son la máxima atracción paranormal y esotérica del orbe: unos dicen se trata de agentes del Gobierno de los Estados Unidos de América, otros que una rara variante de ángeles interventores cuya única finalidad es salvaguardar al planeta de la avaricia humana…

Otros que son extraterrestres cuya misión guarda infinitos motivos indeterminados, uno de ellos custodiar este semillero biológico cósmico, una especie de granero azul del que se valen para sembrar en otros sistemas el ADN de las especies, oxígeno, minerales, agua…

¡Eso dicen, yo no lo sé!

Pero... yo creo los hombres de negro o gente oscura, al menos en esta variante que conozco muy bien, no guardan ni un ápice de su romanticismo gótico legendario. Si existe otra raza de ellos tampoco lo sé ¡y me importa un pepino! 





Las masas alienadas de este mundo ignoran, semejantes tipos, que, a decir verdad, parecen más humanos que usted o yo, hacen de todo si la paga es buena: tumban gobiernos, crean pandemias, desaparecen gente…

¡Pobres los pobres de este mundo, pobres!

Dicho esto, querido Ruffino, no debe guardar aprensión en nada para componer y publicar esta historia.

Ellos son algo despistados y lo único que les importa es ir tras el dinero de los magnates que ya ha señalado La Muerte, así que no temo por mi suerte tras relatarle una parte de estas experiencias. Si vienen de nuevo, pues les aumento la bolsa.

Tal vez me declaren insano mentalmente y persigan tanto como a Julian Assange, pero lo seguro es que yo, O.A.S., seguiré vivito y coleando.

Hasta el próximo sábado y a la misma hora. Ya he tenido suficiente.

Noté, el vigor y entusiasmo habían desaparecido en mi esclarecido confidente. La reunión de trabajo no se alargó como esperaba, por su estado, y porque creí entender, José (el de la seguridad), le avisó de una llamada telefónica urgente desde Inglaterra. 


Pero los hombres de negro resultaron poco «despistados»: el gran estadista, y es ya noticia, fue encontrado este miércoles en el fondo de su alberca.


A causa del inesperado desenlace de esta relación laboral, estrictamente literaria, asustado y con la mitad de la paga, preferí apenas intervenir su relato, si acaso a fin de darle forma a algunas ideas aclarando lo que él pretendía entiendan todos y omitiendo algunos nombres, igual, encubriendo a través de figuras literarias ciertos episodios de esos hechos, tal como indicara.

Si algo más me iba a revelar en la próxima reunión de trabajo, pues su tumba guardará el secreto eternamente.

Descanse en paz.

FIN

***

De mi libro de cuentos "Golpes bajos" (2020).

Abajo: portada de mi tercera obra de relatos "Para matar a un androide": Si desean adquirirla pueden contactarme a mi WhatsApp-Sinpe móvil: 85-28-84-87. 7,000 colones por ejemplar, incluye correo certificado. Pueden cancelar cuando obra llega hasta sus manos. Mis tres obras de cuentos, incluyendo poemario 'Ángel de lengua azul', 17,000, contempla envío.


Les comparto, de la gran cantante canadiense Céline Dion, I'm Alive (año 2000):

https://youtu.be/NJsa6-y4sDs

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jueves, 14 de julio de 2022

Cuento inédito de Frank Ruffino: © Una rata con suerte





Disculpen por no hacerle honor a mi legendario apellido italiano en la siguiente historia que ahora deberán escuchar para no dejarles sumidos en la duda.

En las últimas dos semanas habíamos comprobado cierta actividad supuestamente paranormal en la cocina. Una cucharita de acero en el suelo, el estropajo verde de lavar los platos fuera de lugar...

Buscando despejar la incógnita instalé una cámara, tan pequeña como el botón de mi camisa, mas, de una agudeza y resolución increíbles, tecnología de punta. Al siguiente día mirando la grabación, en el punto caliente de movimiento el aparente fantasma del ex marido de mi mujer resultó rata, ¡y de cuatro patas! Por lo visto le agrada actuar al sentirse observada: desafiante y sin quitar la mirada hacia el dispositivo camuflado en los mil ojos de una piña, el animalejo de buen tamaño se las arregló taladrando una caja de cartón con porciones de pollo asado para el almuerzo, además de ensañarse mordisqueando las frutas de la canasta sobre el desayunador, situación que nos colmó la paciencia. Luego de cometer el acto, suspirando de satisfacción, cual, si se tratara de la culminación de un largo orgasmo, esta diabla se acercó a la lente mostrando sus filosas y horribles fauces grises. 

Nunca olvidaremos esa diabólica sonrisa.

—Encuentra esa maldita rata —susurró Leo en tono macabro y amenazante.

Según este funesto panorama de horror, ella me dio la opción de esa trampa cazadora de ratas psicópatas... Sabía lo que me esperaba.

Aunque, confieso, siempre he padecido una fobia especial al «Papel gato» (extra grande) del cual es clienta fanática desde sus tiempos de soltería (tampoco me seducen algunos métodos de exterminio por sangrientos).

Entonces de nuevo convencí a Leocadia, de que la cartulina blanca ultrapegajosa representa una injusticia y bajeza al no ser una lucha en buena lid para la criatura, además de atrapar y asfixiar indiscriminadamente lo que por ella transite...

Frente a semejante injusticia, temiendo también me denunciaran ante la Sociedad Protectora de Animales o algo así, me decanté por ese veneno chino de doscientos gramos y, para nada despreciable, costo de veinte euros.

De regreso en el autobús observé la «Cajeta ratón». En su simple envoltorio de plástico transparente lucía idéntica a una deliciosa cajeta de leche.

Ya en casa, eso me perturbó grandemente al cavilar en el peligro para un borracho goloso, niño, potencial suicida o esposa que atesore en esto la solución final.

Porque con un poderoso lente de aumento escudriñé las indicaciones y maldije al vendedor, quien había sido todo deferencias respecto al «novedoso» producto, exhibido cual ladrillos uno sobre el otro, dentro de la urna de grueso vidrio sellado y asegurada con enorme candado, sin que se pudiesen leer sus modos de uso y advertencias de la especial letalidad del «dulce». Como si no bastara, recordé en cada lado de esa arqueta calcomanías mostrando calaveras humanas y no de ratas, un hecho por demás revelador de la tramposa naturaleza de esta cosa. Al manipular la «Cajeta ratón», aconsejaban emplear barbijo apenas respirando, anteojos de nadador con la «mirada al mínimo», guantes de gruesa goma hasta los codos y un sinfín de precauciones más...

—¿«Mirada al mínimo»? ¡Diablos! ¡Un remedio peor que la enfermedad! —vociferé, evocando parte de la conversación con el ladino vendedor:

—Para nada, para nada señor Lamata, esta tecnología china y termina por activar todo el poder del veneno dentro de la delincuente...

—¿Y la rata?

—Nada, queda ahí mismo junto al refresco con las tripas calcinadas.

—Madre mía, madre mía, ¡qué poder, ni Confucio lo hubiese imaginado!

—Los chinos por eso son chinos, ya sabe, don Alessandro, la invención de la pólvora y el cohete, hasta llegar a evolucionar ambas cosas en estos misiles modernos Hwasong-14 de ojiva nuclear de su vecino mofletudo Kim Jong-un, capaces de viajar desde la península coreana a Los Ángeles o San Francisco en sólo treinta y ocho minutos. Y al parecer el norco vende como pan caliente los proyectiles convencionales a la industria del terror...

—¿Norco... qué... quién...? —dije confundido y molesto porque este dependiente tenía más aires de catedrático que de simple vendedor.

—Norcoreano y proyectiles Hwasong-14 pero sin ojiva nuclear, aunque si el monto es bueno, quién sabe...

—Ominosa posibilidad viendo ahora que también el dictador P… se nos abalanza por el este de Europa.

—Ciberataques como aquel contra Sony Pictures Intertainment, que revelaron miles de correos electrónicos donde constatamos la podredumbre moral y corrupción de la industria del espectáculo y sus estrellas; megaestafas a bancos latinoamericanos que callan ni denuncian por vergüenza a mostrar esa vulnerabilidad de sus sistemas; hackeos extorsivos a institucuones de gobiernos; súbitos apagones en las redes de internet y eléctricas...

—¡Santo cielo!, una especial impunidad o hechizo protector rodea a la dinastía de los Kim y al señor P… —dije conmocionado e irónico.

Me percaté, la conversación y objetivo en Ferreterías Hogareña había tomado un cariz absurdo, así terminé la inusitada plática política, agregando:

—Usted es un vendedor persuasivo y muy bien informado…

—Y mire, señor Lamata…

El tipo socarrón intentó realizar una exposición de esa especial faceta del insólito hacker y terrorista Kim Jong-un, cuando di por concluida la compra.

Al salir con mi «Cajeta ratón» le escuché seguir el temita geopolítico, esta vez con una señora mayor que preguntaba si por casualidad tendrían allí algún aparato chino capaz de alterar positivamente los cerebros de los políticos.

Confieso, quise devolverme, mas, misión era misión y ya vendría el tiempo de ocuparme de esa otra especie de roedores que se las ingenian para habitar impunemente en nuestros bolsillos.

Nunca abrí ese maldito veneno.

FIN

San Pedro de Montes de Oca, 2020.




$20 (o euros) para envío de libro fuera de Costa Rica.

jueves, 7 de abril de 2022

Carta abierta de Frank Ruffino al Dr. Rodrigo Chaves Robles.

 





Jueves, 7 de abril de 2022.

Carta abierta de Frank Ruffino al Dr. Rodrigo Chaves Robles, Presidente Electo de la República de Costa Rica

'Presi', así, sin mucha corte y en lenguaje coloquial y popular, como a Usted le cuadra:

Primero, manifestarle que a un valiente de su envergadura se le termina respetando, tal como hoy hace el pueblo ucraniano con su líder Volodímir Zelenski, que poco antes de la guerra no figuraba en una buena posición en los índices de aceptación popular.

Únicamente, lo llamo a realizar un ligero ejercicio de autoevaluación personal. Y le recuerdo, todos los seres humanos portamos en nuestras cabecitas problemas emocionales y demonios propios de variada estofa y calibre. Y a estas edades de nosotros (hago 57 este 16 de abril), sabemos que cualquier vicio, manía o mal hábito son siempre síntomas de ese añejo problema de fondo que cargamos a cuestas por la existencia.

Y algunas situaciones felices o infelices logran detonar esas emociones: al conseguir Usted un logro nacional o internacional en su gestión, que sé, cosechará en abundancia por su aparente manifiesta determinación y resiliencia para afrontar las vicisitudes, trate de no autopremiarse (recompensa) por ese lado. Tenga presente aquello de que "el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente".

(Tampoco le recomiendo a nadie ser un santulón porque se vuelve la vida harto aburrida).

Mas, esfuércese para que su señora, hijita, madre y padre en el Cielo, mujeres del país y costarricenses estemos orgullosos de Usted en todos los ámbitos como Presidente y persona, y no vaya a repetir las famosas chanchadas de Bill Clinton en la Casa Blanca con las becarias y sus colaboradoras.

Por eso, cuidado en su nuevo estatus, sabe bien, Usted, el premio mayor de gobernar un país es el más potente afrodisíaco, y, siendo 'renco' como muchos de los de mi género, pues lo van a estar empujando a cada rato: llegará toda una legión de preciosas jóvenes haciendo el teatro cual mosquitos a por las mieles del poder y fama, que son sus nuevas, efímeras y engañosas 'amistades'.

Mantenga en esto especial cuidado: aplaque ese 'talón de Aquiles' pues por ahí también podría entrar la mafia rusa, colombo-mexicana, italiana y hasta la de la misma 'Conchinchina'.

Y ojo... doña Signe Zeicate: su labor de Primera Dama le reportará un doble esfuerzo: ¡no le puede soltar mucho el mecate a este empedernido enamorado de su cónyuge!

No olvide, entonces, que fue el pueblo quien lo colocó en esta privilegiada posición, y no está solo, porque, sin el concurso de todos nosotros, ningún gobernante, por más honesto, corajudo, resiliente, capaz y proactivo que sea, podrá lograr sus metas: la nación debe ser la encargada de crear ese clima propicio para que su 'nave' (poder) vuele segura y equilibrada a cada rincón de la geografía,  llevando el progreso y seguridad ciudadana que tanto reclamamos los ticos.

Don Rodrigo: le doy el beneficio de la duda en su incipiente trabajo como el Servidor más alto del Estado, es preciso, entonces, brindarle a Usted una gigantesca red de apoyo ciudadana, a su equipo y casi mil nuevos funcionarios que deberán luchar codo con codo para restablecer al país tras el nefasto paso del 'huracán' PAC y sus cuasi cogobernantes MECO y H. Solís.

No: los ciudadanos seremos sensatos y, al menos yo, esperaré un año y medio de labores a ver si la cosa marcha. Es un tiempo más que generoso tras sobrevivir el país al PAC, a la Covid-19 y al panorama ominoso y en desarrollo de una posible Tercera Guerra Mundial, la última de la humanidad si se desata el poder nuclear como arma ofensiva.

Le reconozco su proeza insólita de conquistar la Silla Presidencial con tanta determinación y meteórico ascenso, exhibiendo muy escasa estructura partidaria, recursos y, por dicha, cero respaldo de la tradicional oligarquía tica, y es así que ahora muchos detractores de su figura, percibimos, al menos yo, Usted parece estar constituido psíquicamente de una 'madera' exótica: llegar al poder sin ese lastre de devolver oscuros y caros favores, representa un cambio muy positivo en nuestra democracia electoral. Podrá empezar a gobernar con la conciencia tranquila, y tal fenómeno es raro en esta Costa Rica.

Creo, eso nos faltaba para remontar y retomar de nuevo los valores que se abrazaron con la fundación de la Segunda República en 1949 y prostituidos por dos partidos que han demostrado una 'endogamia' y nepotismo obscenos (vea ahí en Cuesta de Moras, al viejo magnate Rodrigo Arias como un lagartón o a la hija de Antonio y Nuria, Nicolás, etc.), éstos que desde hace varias décadas sólo adoran al 'becerro de oro', que es conquistar repetidamente el poder: suben a él a 'servirse con cucharón' y a mirar al pueblo con arrogancia y poca o nula empatía, como también lo hizo olímpicamente el partido de Ottón Solís, quienes exhibieron un detestable y consabido doble rasero durante ocho largos años.

Usted estuvo treinta y cinco años en el exterior, y por ello desconoce la descomposición social a fondo que experimenta la sociedad tica en todos sus estratos, de esa nueva idiosincrasia de muchos compatriotas que ven en el poder (o narcotráfico y crimen organizado) una manera de enriquecerse instantáneamente, ejecutando todo tipo de chorizos en la función pública. ¡Cuidado, sea implacable con esos gusanos tóxicos que no faltarán! ¡Cero tolerancia e impunidad con ellos!

Igual, le aconsejo no rodearse de supuestos "genios" y asesores en mercadotecnia: a causa de estos insensatos desubicados, don JMFO perdió las elecciones, y Carlos Alvarado, iniciando su labor como mandatario, nunca volvió a levantar su imagen ante el pueblo.

¡Por favor, no nos decepcione y no se conviertan ustedes, los del naciente Partido Progreso Social Democrático (PPSD), en una nueva argolla de saqueadores corruptos como se transformó desde hace ocho años esta agrupación política que, al traspasarle Alvarado la banda presidencial el próximo 8 de mayo, habrá puesto su lápida, por ser traidores del pueblo y de la Patria!

Su logro, tras salir de Hacienda, se lo digo metafóricamente, es como abandonarlo a su suerte en el punto más septentrional de la Tierra del Fuego con una canoa india, varios remeros, pocas provisiones y mandarlo en un viaje suicida y sin brújula a alcanzar el Polo Sur.

Bueno... Usted, no sé cómo, coronó el centro de ese ‘sur magnético’ de la política costarricense (deberá atesorar una poderosa 'brújula' en su cabeza y eso ahora nos da confianza a todos los costarricenses), y, todavía hoy, a unos días del triunfo, repito, me asombra esa fuerza casi metafísica para verlo ondear, allá alto, como un mástil, donde está, logrando casi un imposible: ¡clavar la Tricolor en ese hipotético ‘sur magnético’ de la política nacional, depredado siempre por unos pocos oligarcas!

Esperamos, sea, Usted, don Rodrigo Chaves Robles, la luminosa y fresca excepción a tan oscura y nauseabunda regla.

Por demostrar su estoica levadura espiritual y mental en esta difícil coyuntura histórica para con la Patria, cuente, al menos con mi pluma independiente y desinteresado consejo a fin de contribuir a crear ese clima propicio en donde su 'nave' pueda surcar nuestros cuatro puntos cardinales llevando desarrollo, seguridad ciudadana y justicia a Costa Rica, basamento esencial en toda nación que se precie de ser llamada civilizada y progresista.

¡Fuerza y Honor!

Sin más,
Frank Ruffino.

Posdata:

Le dedico a Usted, presidente, doña Signe, nuevos ministros y funcionarios por nombrarse, la que llamo yo, una profunda y bella disertación filosófica de nuestro tiempo, "Gladiador, video motivacional":

https://youtu.be/dRu-NASAoUE

POEMA: ÍTACA

Permítame, también, le comparta este corto pero monumental poema por su hondo significado. Texto de un escritor, poeta y periodista griego nacido en Alejandría. Le recomiendo memorizarlo y recitarlo (también a sus ministros y altos funcionarios) a viva voz cuando sienta que flaquea como Presidente (¡su Ítaca es Costa Rica dentro de cuatro años cuando concluya con su deber, apenas está arribando, colmado de experiencias y conocimientos, falta poco para la meta, ya está Ítaca a su vista en 2026!), pues este país está lleno de interminables 'monstruos' que Usted mismo detectó (diagnosticó) y promete ahora combatir utilizando la herramienta del poder político que, sin liderazgo, de poco vale... Adefesios mutantes, cada uno de mil cabezas, no los olvide, ni los pierda de vista, y no les tema: salarios y pensiones de lujo, gollerías y privilegios obscenos en el cuasi inútil Poder Judicial, Legistativo e institucional: Recope, ICE, AyA, UCR-UNA...; multimillonarios pagos de alquileres del Estado a tres o cuatro familias oligarcas; evasión y elusión fiscal, descontrol de precios siempre al alza, monopolios y abusos (electricidad, arroz, medicinas, alquileres de vivienda...), infraestructura carcelaria y escolar en ruinas o abandonada; vandalismo virulento, delincuencia común por la libre e impunidad, narcotráfico...; la salud que pagamos todos colapsada; fraude vial sistemático con nombres y apellidos financiado con nuestros impuestos; olímpica tramitología, tortuguismo e ineptitud burocrática, idioteces e insensateces en la función pública; despilfarro y mal uso de los recursos públicos...:

Poema "Ítaca" 
(Konstantino Kavafis, 1863-1933)

Cuando emprendas tu viaje a Ítaca pide que el camino sea largo, lleno de aventuras, lleno de experiencias.

No temas a los lestrigones ni a los cíclopes ni al colérico Poseidón, seres tales jamás hallarás en tu camino, si tu pensar es elevado, si selecta es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.

Ni a los lestrigones ni a los cíclopes ni al salvaje Poseidón encontrarás,
si no los llevas dentro de tu alma, si no los yergue tu alma ante ti.

Pide que el camino sea largo. Que muchas sean las mañanas de verano
en que llegues -¡con qué placer y alegría!- a puertos nunca vistos antes.

Detente en los emporios de Fenicia y hazte con hermosas mercancías, nácar y coral, ámbar y ébano y toda suerte de perfumes sensuales,
cuantos más abundantes perfumes sensuales puedas.

Ve a muchas ciudades egipcias a aprender, a aprender de sus sabios.

Ten siempre a Ítaca en tu mente. Llegar allí es tu destino.

Mas no apresures nunca el viaje. Mejor que dure muchos años y atracar, viejo ya, en la isla, enriquecido de cuanto ganaste en el camino
sin esperar a que Ítaca te enriquezca.

Ítaca te brindó tan hermoso viaje. Sin ella no habrías emprendido el camino. Pero no tiene ya nada que darte. Aunque la halles pobre, Ítaca no te ha engañado.

Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,
entenderás ya qué significan las Ítacas.

domingo, 20 de marzo de 2022

© INFORME DE UN SOLDADO UCRANIANO (Cuento corto de Frank Ruffino).


Yo me encontraba muy a gusto matando rusos a unos veinte kilómetros al este de Kiev.

Cuando mi irregular pandilla de ilusos, pero patriotas hasta el tuétano, ejecutábamos una emboscada exitosa y desarmábamos al cobarde invasor, tomando rehenes, el resultado no era muy distinto de luchar frente a frente y aniquilar al salvaje enemigo.

Porque, muy en el fondo de nuestros corazones, asumíamos derrotaríamos a un poderoso ejército, tal sentimiento sobresalía como el arma más temida y los rusos descubrían eso en cada ojo ucraniano.

A cuatro semanas de cruenta resistencia, cuando ya no tenía nada qué hacer sobre un arrasado campo de trigo, un capitán moscovita capturado, me dijo, fingiendo pena:

Señor civil combatiente, no sabíamos esto era la guerra, sino una «operación especial de paz», casi un ejercicio militar, mas, ese maldito dictador de Vlad nos engañó de cabo a rabo como también a nuestro pueblo.

Oh... ¡lo siento tanto! —grazné aplicando el mismo sentido irónico y psicópata.


Pero pasó lo que pasó y principió mi viaje astral hasta un pacífico puntito de la América Central; ir hasta allá pude en mi nuevo estado de nubecilla viajera y en pena en la dimensión de la nada... 

Al pie de su cama, le dije al hombre ya bien entrado en sus cincuentas:

—Y a usted le aclaro, escritor: igual, el capitán y sus hombres, un centenar de almas, terminaron fusilados como todos.

—¡Madre santa! —gritó en un alarido ahogado, seguro temiendo despertar a sus vecinos.

—¡Ninguna madre ni santa, es la guerra de defensa y no moriremos arrodillados! 

—¡Qué valiente pueblo!

—¡Gracias! ...Lo menos que uno podía hacer pasaba por exterminarlos en buena lid, pues estos cobardes asesinaban ancianos, mujeres y niños.

—¿Así, en serio, tal cual dicen en las noticias? —se le ocurrió preguntar dudando...

—¡Tan real y serio como los impuestos! Esa venía a ser la macabra especialidad de semejantes militares, digo, genocidas rusos. Mi soldadesca resultó tan o más primitiva que la del bruto y violento bárbaro agresor. Para mí el mundo se acabó... y la cosa deberá seguir igual o peor...

—¿Y usted me habla a mí, que apenas si he salido de esta comarca... es tal alucinación jugarreta de mi fatigada mente de escritor, o, de verdad, es el espíritu de un soldado ucraniano contactándome? —replicó confundido.

—Es la realidad y es a usted al que le hablo y no a otro. No se trata de un sueño convencional, sino perfecta comunicación paranormal de ultratumba desde una fría y nada cómoda fosa común...

—¡Dios!

—¡Dios en el cielo y las iglesias! 

—Oh...

—¡Y la a-e-i-u porque ya puede agregarlas a su cómodo asombro! 

—Ah...

Ande, despierte y cuéntelo para que a la gente de ese lado del mundo le quede más que claro cómo se dieron los hechos hasta donde los dejé.

Pero... ¿Y usted... qué suerte corrió su vida? —me imploró acongojado y anegado en lágrimas.

Ninguna suerte, ya le hice ver desde donde estoy trasmitiendo con un plomo en mi cerebro y no es precisamente de Disney World... Además, los muertos no solemos platicar mucho, menos vamos a poder escribir en su estilo, así le entero por esta amable vía de los sueños.

Ah...

Entonces, este médium sin vocación despertó sobresaltado mordiendo con furia la almohada mientras maldecía a ese despreciable de Putler. Poseído, garabateó en el papel este informe psicográfico y retomó su sueño porque apenas el reloj de la catedral de su pueblo repicaba los tres campanazos.

***

San Pedro de Montes de Oca, domingo, 20 de marzo de 2022. 

© "Informe de un soldado ucraniano" es un cuento inédito de Frank Ruffino. 

Enlace, "Earth Song" ("Canción de la Tierra"),  película musical de Michael Jackson, 1982. ¡Hace ya 40 años, y parece que fue ayer, tenía yo 17 años, en el último año de Secundaria!

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