De paso a mí tampoco me dieron
placer de viaje
y más tarde elegí
el ir zigzagueante de seguido.
Tal vez quedé debiendo:
no restituí a algunos ángeles,
no los posé de nuevo sobre la luz
desde donde fueron
al oscuro no existir
por decisión de mi mano.
No volverás Ilusión
a roer el negro hueso de mi alma
y aullar únicamente
a una luz de otros tiempos idos.
De paso a mí no se me alertó
de los sumideros
y emergí una y mil veces
con los ojos arrasados
en sangre y estrellas:
triste silueta de Luzbel
empobrecido,
sin azufre y otros cascabeles.
Solo, con la miseria
en mi hombro
y los aguijones que dan mis manos.
***