A Jorge Charpentier García (+)
Ya sabes que mis manos caen
y suben al vuelo cuando la noche canta!
Ya sabes penumbra de mis ojos
y sabes mandolina murmulladota música.
Esta flor carnívora de mi alma enamora.
Solazados ruiseñores carcelados en mis poros,
mistrales agonías y nerudas desolaciones,
cernudas noches gráciles,
darías tanto por París leonés!
Y tú en la comarca con ausencia de fusiles
buscando aún a Madrid,
aquel Madrid que dejaste para resolver amores
y nunca volviste como antes y tu amor
se evaporó como Cibeles en tus ojos ocultos.
Ya sabes que mis manos caen
y suben al vuelo cuando la noche canta!
Ya sabes mis labios arrancándole
dulzainas a las cosas mudas,
cuántas copas libadas en los poetas,
cuántos besos sumideros
en esa gran boca de la indiferencia!
Ya sabes cuánto monstruo
ruge en mí
no sé si por derroche
o por atemorizar a los mieles
pero vengo sin querer atormentado y asustando
a causa de ver centellas en tus ojos cavernosos.
Y tus dedos esparcían vino
sobre mi cabeza afligida:
ya esta vida crucifica
y el viento vate y vate
como olas locas.
Quisiera no saber que voy muriendo
ni flor de un día
y que de tanta espera
visito algunas veces el osario mío
ya con huesos madre,
huesos padre y huesos hermanas
y que tal vez un día un eco profundo
como marimba apenas
presentirá el sepulturero.
Y que de mirar y mirar
añoro entre tanto ido-venido
la soledad sin tregua del iluso.
Ya sabes que mis manos caen
y suben al vuelo cuando la noche canta!
(De mi libro "Fingida lágrima", Sociedad Editora Alquimia 2000, 2003. Este poemario fue prologado por mi amigo, el poeta Jorge Charpentier García, meses antes de su precipitada muerte).