Despierto en mitad de un prado
como un viejo pastor de antaño:
por techo únicamente el cielo,
la alta yerba de cama...
y una confianza infinita
en los elementos!
El aroma silvestre del monte
invade mi rostro a las primeras luces del día…
Las seis pulsa el distante campanario
y miro allá abajo el lago;
al otro lado el pueblo blanco de niebla
aún duerme la mañana.
¡Verdes y amadas colinas de Náralit
que me pierden!
Inmerso en un aguacero
que ha durado toda la madrugada
sobre mi inconmovible sueño
de vinos y pena.
Ahora intuyo espíritus de los bosques cercanos
pendientes de mi ser
(mientras esta alma vagaba en otros mundos)
que alejaron la jauría de coyotes
deseosa de engullir entre sus fauces comunales
mi cuerpo espléndido y vigoroso.
Quito todas mis ropas,
las escurro y tiendo sobre una roca
abiertas al incipiente astro;
luego las dispongo
de nuevo en su sitio
y marcho caminando a casa
sin reprocharme nada.
***
© Del texto inédito: “Náralit: poemas y antipoemas”. “Al natural”, sábado, 28 de agosto de 2010.
Foto: colinas de Tilarán ("Náralit"), vista al lago Arenal. Abajo: otra vista desde este mismo punto. Al fondo el volcán Arenal activo desde 1968, y a su lado el cerro Chato, coloso dormido que alberga en su antiguo cráter un lagito misterioso. Algunos datos para que se hagan una idea de este cuerpo de agua llamado lago Arenal, pues había mucha arena, pero de la que se usa en el sector de la construcción: se extiende casi de mi pueblo -a 4 k su orilla más próxima- a lo largo de 35 kilómetros hasta llegar a las faldas del volcán Arenal (es casi como un larguísimo gusano: su máxima anchura es entre 3 ó 4 kilómetros aprox. Muchas veces lo he cruzado nadando. Por carretera, de mi pueblo hasta el volcán se dilata dos horas y media en un recorrido 65 kilómetros. Así que es un lago respetable).
El volcán Arenal en una toma más cercana. En 1968 era un cerrito -actualmente está casi a 2000 metros sobre el nivel del mar-. Tenía entonces tres años, y cuando explotó mató a 100 personas en Pueblo Nuevo y murieron miles de animales. Mi madre canaria se asustó tanto que convenció a mi padre manchego irnos a vivir a Tomelloso, en Ciudad Real, ahí estuvimos siete meses, luego en Tenerife, en la tierra de ella. Finalmente regresamos a "Náralit" en 1969, para sufrir un terremoto en abril de 1973, el mismo día que se mató el gran cantante Nino Bravo; yo cumplía ocho años de vida.