Estas vicisitudes me
las trae el veranillo de San Juan
ORA y cuándo. Ora y qué es,
ora y cómo, ora y dónde,
ora con quién…
Y esta indigencia de clara
verdad en las palabras,
cabizbajo en la noche de Náralit
donde mi alma yace
como el ancla de un viejo barco olvidado.
Pobre Caín, pobre Barrabás, pobre Judas,
pobre de mí arrodillado ante la miseria!
Extinta luz,
reino del agua,
y el incienso del vecino
busca combatir contra el creciente
tufo de la muerte,
mas odio este aroma a sagrado,
prefiero el genuino y sincero
olor a perdición.
(Abro la botella de agua maldita y bebo).
La tormenta no escatima
y viene la montaña bajando…
-Seguro se apaga la luz
-cavila un rico-;
pero allá abajo,
en el caserío junto al río,
se le apagará la vida
a por lo menos cincuenta almas
cuando llegue la montaña.
(Ora dormito y sueño
con unos tristes niños trémulos
asando malvaviscos al lado del camino,
y más allá, veo a unos
nobles viejos pétreos
nobles viejos pétreos
masticando torpemente
maní garapiñado;
maní garapiñado;
percibo otras voces entre
los vestigios del templo
los vestigios del templo
que disertan sobre chocolates y café
-todo ahora es un halagüeño recuerdo-,
de cuando había películas
y los seres hasta por el aire
iban pagando su boleto).
Y no me quejo por peligrar la luz,
ni por la montaña de Damocles,
ni me remuerde o espeluzna
el mal sueño-escena post fin del mundo,
menos por ese vecino obnubilado
echándole sus cuitas
a un ser tullido y sordo
sin un ápice de supremacía,
solo me quejo y pido se acabe
lo EXCLUSIVO dado
en este mundo a unos pocos.
Ora y cuándo. Ora y qué es,
ora y cómo, ora y dónde,
ora con quién…
Y esta indigencia de clara
verdad en las palabras,
cabizbajo en la noche de Náralit
donde mi alma yace
como el ancla de un viejo barco olvidado.
Náralit, 28 de junio de 2012.
Del texto inédito “Largo
epitafio” (Poemas y Antipoemas).