a ti, Buena Compañía
Ahora vienes cuando menos
lo esperaba,
a tantos años
de no ir por este mundo.
No has llegado a la puerta
como todos,
solo te presentas incorpórea,
delicada, volátil…
traspasando el cristal
de mi ventana,
la dura varilla
y cemento blanco
de estas paredes,
subiendo desde sus entrañas
trayendo contigo
el eco mineral de la tierra.
subiendo desde sus entrañas
trayendo contigo
el eco mineral de la tierra.
Ya veo, amiga: al fin
escapas de tu presidio,
en fuga andas de la secreta muerte:
desde tu lecho finalun tenue haz de luz remonta
buscando esta fe sin renuncias
mientras me desayuno
en esta única vieja amada casa
de padre y madre.
de padre y madre.
Y advierto en tu Viagem
el aroma de un espíritu en cima,
de un ángel de caro precio
taladrando los fuegos del día,
el gris frío de las noches
por las cumbres
en tu vuelo de otro mundo
hacia mi desatado ser.
hacia mi desatado ser.
Llenas este cereal,
estos frutos,
y reconozco al fin
el sabor de tu ser
que solo intuía de seguido
en el viento.
Ahora sé cabalmente
Ahora sé cabalmente
de tu sustancia, ahora sé, Cecilia,
de tu completa presencia
(quizá yacías eternamente
y con esta invocación
te dejas estar pura).
No te hace falta el cuerpo
ni los huesos:
rejas de tu celda blanca y dolorosa,
ahora vienes a estar conmigo,
y a seguir. Olvidémonos de la Muerte.
(30 de julio de 2011)
***
©“Comunión, existencia con Cecilia Meireles”. Del texto inédito “Náralit” (Poemas y Antipoemas).
Imagen: La poetisa brasileña Cecilia Meireles (Río de Janeiro, 7 de noviembre de 1901, 9 de noviembre de 1964).