domingo, 27 de febrero de 2011

© Pequeños triunfos cotidianos




al poeta Joaquín Piqueras, con Amistad

  Gastar un traje negro con corbata roja
y sentarse cómodamente
en el sofá blanco del salón,
con la puerta de la casa abierta…
a esperar a la Muerte.

Algunas veces viene,
mira hacia adentro
pero aún no brillan sus fosas
(luceros impávidos
que marcan su presa)
ni me logra enfocar bien:
sigue varias cuadras más allá,
y averiguo la distancia
que han recorrido
sus pasos fosforescentes
al percibir un griterío
de dolientes
que no desean comprender nada,
no desean comprender nada...

Salgo y veo coches
y seres vertiginosos
trasmutados en eficaces
obreros negros.

  Entro, me descamiso,
pongo la Quinta Sinfonía
de Beethoven
y hago de director.

***
© "Pequeños triunfos cotidianos", inédito. Náralit, domingo 27 de febrero de 2011.

viernes, 25 de febrero de 2011

© Breve historia de tu cuerpo


Aquí la brisa, liberada 
de otras cosas que fue,
traspasa mi mirada de cieno
en figura de mujer deslumbrante
que también en un tiempo
llegó a ser muchas cosas
y en una quizá coincidimos
cuando sobre la faz de Pangea 
era todo bestiario,
y cortesía y buenas costumbres
ni en el más remoto sueño de criatura
podían concebirse en tal estado
de vertiginoso existir.

Ahora, a mucho de revolverse la materia
y gastarse los astros, apareces  
como creada por arte de magia
ignorando la durísima tarea 
hasta ser lo que eres,
aquí, en el bar, 
observándote agitar 
en cámara lenta un coctel 
que se supone amoroso
si nada ha sido halagüeño.

***

©“Breve historia de tu cuerpo”, inédito, Náralit, 14 de febrero de 2011.

sábado, 19 de febrero de 2011

© Dos textos de febrero de 2011


(1)

Jerarquía de un submundo

Cobro euforia con la uva
y brindo por las gargantas
que lo inventaron, mejoraron
y ahora celebramos.

He calentado lo suficiente en casa
y enrumbo hacia el bar del centro
en busca de un tapis más fuerte
que haga hervir la sangre
y por fin pueda ver mi parcela de mundo
con ojos menos invasivos.

Traspongo el gastado umbral del Tilawa
y disimulo este habitual misterio de ser;
choco el hueso con Gilbert el cantinero
y, aunque no hablemos el mismo idioma,
le agradezco este milagro
que él pasa por alto todos los días de su vida.

De regreso al chante
bajo el manto lácteo
gesticulo bendiciéndolas
por hacerme el gran favor
de situarme en mi lugar
correcto de microbio.

****

Glosario:

Mis definiciones a términos populares de Tiquicia:

Chante: Casa, hogar.
Chocar el hueso: Estrechar la mano golpeándola con fuerza y estruendo.
Tapis: Trago, generalmente aguardiente de caña. // Borracho.

(2)

Febrero en Náralit

Labios
yertos por hastío, todo en el cieno de mi secreta pena;
tibios
van descendiendo mis seres queridos al fondo de arena.

Cobres
de inanimadas cosas que el poeta guardara celosamente,
sobres
que en vez de cartas contienen estampillas; sin remitente.

Vientos
oscuros y fríos arrastran libélulas, hojas con inéditos lamentos,
retazos de incierto tálamo ofrecido al cielo de un cruel engaño.

Año
Nuevo, verdes musgos agitados por violenta agua caída,
lirio aprisionado en el cieno de mi secreta alegría huída.


(Nota: Disculpen la letra pequeña pero es para no perder la medida del verso y la rima).

*****

© “Febrero en Náralit”, 2011. Del texto inédito: “Náralit: poemas y antipoemas”.

viernes, 11 de febrero de 2011

©Tríptico de los del oficio

I

Crimen perfecto

No encuentro un indicio capaz de llevarme
esta tarde al poema,
todo inmaculado, sin ninguna pista
que delate su presencia:
vestigios de sangre
en las hebras de la alfombra,
un suspiro impregnado en una copa,
alguna huella del alma en los cristales,
tal vez un papelito caído conteniendo
números telefónicos claves,
esa manera de colisionar
la sangre en las paredes
que alerten del tipo de arma empleada,
una manchita de pólvora
en la sábana,
la impresión de un zapato
bajo el ventanal,
esa cerradura forzada
para descartar gato casero…

Sólo los pequeños premios
y artículos de periódicos en el álbum
me dicen cuánto conozco al poema
en esta tarde de tantas
cuando  el crimen perfecto
se sale con la suya.

(2010)


II

En río revuelto...

El pico de un diablo 
agujerea la dura puerta
que da a mi alma
y los duendes aprovechan
la ocasión colándose.

Se alegran al encontrar
picos y palas al pie
de mi poesía.

Remachan a coro
que nunca será
fácil la poesía: remover
tanto por tan poco!

Al fin le hacen la resucitación al diablo
que se deslumbró
de mi auténtica negrura,
lo echan al aire de un puntapié,
reparan el boquete
y por la mirilla de la puerta
los veo perderse en el bosque
cantando y eyaculando sobre Negranieves.

(2010)

III

Un oficio de pura fe

No pasa mucho,
pero puede que algún día
llegue mi voz.

El golpeteo de las teclas
machacando el papel
hace que Leocadia, la nica
mal puesta a mi lado,
espete: “¿Qué esperas dar?
Después de Rubén, naide!”.

A medida que avanzo
el cenicero aumenta.
Al término rebasará
y de las cenizas
algo ha de renacer,
o lo divino (no sé si hay algo
allá afuera con ese apelativo)
apartará su copa de vino
y rociará esta ceniza en mis ojos.

Y eso es mala señal.

(2003)

***

Del texto inédito:© "Náralit: Poemas y Antipoemas".

miércoles, 2 de febrero de 2011

© CUARENTA FORAJIDOS HABITAN MI ALMA



al amigo William Venegas


Cuarenta forajidos habitan mi alma:
señor quejumbroso
recorriendo a galope el llano.

Cuarenta y cinco abriles de hastío
y me da envidia la suerte de Gregorio
de despertar una mañana
y verse transformado
en monstruoso insecto.

Y en mí el gran pez escapa
perdonado de todos sus crímenes.
Peregrino sin rumbo cantando
por una geografía calcinada,
heraldo azul echando 
     el lazo al potro de niebla
que ya nada taladra 
     por más furiosa que sea tu sombra.

Cuarenta forajidos habitan mi alma,
cuarenta y cinco abriles de hastío
y en mí el gran pez escapa
perdonado de todos sus crímenes.

***

©Texto inédito: “Cuarenta forajidos habitan mi alma”, Náralit, enero 24, 2011.