Consideraciones extremas

El ajo en el teflón
convertido en carbón
como mis días.

Mudarme a otro mundo
no es posible, no:
ni siquiera llegaría mi momia a destino
de polvo que sería,
aunque yo sé que en esa estrella
hay eterna juventud
si logras tocarla,
a 400 millones años luz de tus ojos.

Vayamos a cosas más mundanas,
propias de este barrio tan gastado:
vender mi alma
a bicho tan temido puede ser,
pero no tengo
su número de teléfono
y la dirección del Seól
que me han dado
continúa muy ambigua:
está allá abajo todo es un fuego,
o algunos afirman contactarlo en la Red
con su propio sitio,
mas todo de él es fraude,
en exacta escala
de los escurridizos seres
no identificados.

Verdad que el dinero desataría dos
o tres cosas en mi difícil vivir
mas hay mil maneras mejores
de conseguirlo que transar
este gran saco sensitivo:
me regodeo pensando
que este indeterminado
no tiene capacidad
económica para comprar mi alma,
muy pesada y generosa,
hasta el colmo de necias palabras.

Pobre diablo, eso sí.

***
Pintura ilustrando esta entrada de Francisco de Goya. "El embrujado" (1798).
©Frank Ruffino, texto inédito, 2009.