Deprimido por mi poquito de poesía
que a nadie le queda al cuerpo,
ni a la mano
ni al dedo,
menos al pie:
ni una mediecilla podré encajar
en ese nacido de al lado.
No visto al mundo.
¿Son prescindibles los poetas;
puede conmutar penas de muerte la poesía;
presagiar el viento siniestro
que empuja al agua,
el agua turbia llena de muertos
para vender más publicidad
en el ínterin de las noticias;
sofocar el fuego intencionado
contra las chavolas
porque en la oficina
del Presidente de la República
ya hay maqueta
del complejo hotelero y de condominios;
romper una sequía con un cañonazo
del alma?
Perfectamente puede,
me dijo la voz.
Ya encontraré el medio de poder.
Algún día
convertiré la tierra
de mi solar en oro.
(Inédito, 2005)
Esa tierra de tu solar. Es oro ya, solo hay que saber mirar.
ResponderEliminarBesitos y amor
je
Eso espero, Sede: convertirme primero en alquimista y después transmutar todo: quebrar el mercado del oro, y seguro, la salvaje economía mundial fundamentalista de mercado (neoliberal): toda esa tierra, en vez de de oro, sería transformada en pan y pescados para todos.
ResponderEliminarUn beso,
Frank.
Gracias por tus felicitaciones. También te deseo un 2010 lleno de salud, paz y poesía.
ResponderEliminarSaludos...
Gracias Ángel por tus deseos que son los míos para ti y tu blog, a donde llego a abrevar de la buena poesía y de otras cosas exquisitas...
ResponderEliminarUn abrazo,
Frank.
He vuelto a leerlo, tiene muchisimo sentimiento esta crisis vocacional. Encuentro una gran tristeza, pero el final es alentador.
ResponderEliminarBesos y mucho amor
je
Sí, Carmen, algo más o menos así me tiene en este silencio, entre otras cosas que ya sabes...
ResponderEliminarUn beso,
Frank.