(I)
© DEFUNCIONES
MUEREN los días
como pájaros
sin un árbol
en que aparcar.
Muere un minuto
y nadie va al funeral,
una hora,
un día,
la semana,
el mes muere
y ni obituario
en el diario,
ni condolencias
del mejor amigo
y ni un lo siento del vecino.
Muere media vida mía
y sigue sin notarse,
pero un día
al fin muere
mi vida entera
y todos van al funeral.
(II)
© ‘CASA DE HERRERO
CUCHILLO DE PALO’
LA Muerte entristecida
al pie de su propia sepultura.
Hubiera querido a la Chavela
cantándole,
y fuegos de artificio,
haber conducido ella misma
la limusina, que un apuesto
poeta le dedicara versos
y obsequiara un ramo de rosas blancas
para refrescarse un poco
de tanta noche y sentirse amada,
la presencia del señor Arzobispo
y su bendición.
La Muerte en el cementerio,
cabizbaja, ha quedado sola,
todos marcharon para sus casas
naturalmente a vivir,
y ha caído la noche
y solo un cuervo
la acompaña en sus sollozos
de obrera solitaria y repudiada,
mas recobra el ánimo
y ríe con fría ironía
tan helada como sus huesos
porque todos han creído
que le dieron cristiana
y santa sepultura.
***
© Textos inéditos de Frank Ruffino (Julio, 2014)